Saul Clifford…
Mi nombre o la etiqueta que identifica a las personas como individuos, lo que sea, sinceramente me da igual. Me he pasado días enteros tratando de encontrar una explicación lógica a todo.
Cada acción tiene una reacción; causa y consecuencia van de la mano, pero… aunque sé que es complicado hallarle sentido a cada momento, a cada persona, es empíricamente imposible apartar esos pensamientos intrusivos de mi cabeza. Aun así, no soy una persona supersticiosa, a pesar de no poderle hallar lógica a todo lo que me rodea, no creo en esas tonterías del destino o la mala suerte, son simples casualidades, aunque en este caso odie mi maldita casualidad.
Actualmente estoy molesto…
No, es mucho peor.
Ni siquiera sé definir cómo me siento en estos momentos. Lo que, si sé, de antemano, es que justo en este instante estoy luchando contra mis demonios para no ceder ante la entelequia de cercenarme las muñecas con la navaja de afeitar que guardo bajo la cómoda y que, de alguna manera, me exige que le dé un uso más significativo y termine de una buena vez con mi patética existencia.
La cuestión es... ¿Podré hacerlo?
En alguna ocasión leí en un libro de psicología que los potenciales suicidas recurren a diversos métodos para llamar la atención de sus allegados y que, en realidad, no desean acabar con su vida como tal. Llanamente se hieren para ser tomados en consideración, desean ser aceptados y en última instancia emplean el suicidio cuando sus mudas peticiones han sido rechazadas. Cabe mencionar que considero todo esto como una burda falacia generalizada y que, claramente, mi caso no se encuentra dentro de dichos cánones, pero reservaré mi opinión al respecto para las siguientes páginas.
Mientras escribo, veo por las persianas entreabiertas de mi recámara que ya ha oscurecido y Noah ya se estaba durmiendo plácidamente en mi cama.
Últimamente tiendo a divagar mucho durante las noches. La oscuridad de la atmósfera tiene que ver en ello.
He de destacar que no soy fiel partidario o miembro de alguna dogma. Así como tampoco puedo catalogarme como un ateo. El principal propósito de escribir todo esto radica en que comienzo a perderme a mí mismo. Estoy plenamente consciente de que en algún momento obraré siguiendo mis impulsos y haré aquello que tan fervientemente he estado anhelando... desvanecerme.
Recuerdo aquel momento cuando vi a Noah en el hospital luego de su intento de suicido, la causa, el maldito bullying.
No, tal vez yo tuve que ver en dicha decisión.
Lo más doloroso es no poder ser el ángel de mi amado, mi único amor... Noah…
Aun no tengo el valor de confesarle que soy todo lo contrario a lo que ve en mí.
Ya me duele la cara de tanto fingir que todo está bien. Sonreír falsamente para no alarmar a Noah. Solo le puedo mostrar mi verdadero rostro durante el sexo.
La primera noche que pasamos juntos, fue el día de su graduación, me lo llevé a escondidas de Jonathan y pude hacerlo mío por completo, aunque después tuve que pedirle perdón por mí rudeza.
En las últimas semanas, no he tenido sexo con Noah, debido a mis constantes divagaciones nocturnas que me mantienen ocupado.
A pesar del tiempo, cuando cierro los ojos, todavía puedo ver la masacre que hice con los Lennox. Me estaba engañando a mí mismo, evadiendo en todo lo posible la culpa, a pesar de que deje toda la responsabilidad sobre Tareck. Lo único que quería es ver a Noah libre y feliz, y solo así lo pude conseguir.
Desde entonces pasaron cuatro años, mi hermano vendió la casa y se fue al extranjero; Jonathan continúa viviendo en el mismo lugar, pero constantemente realiza viajes por la exitosa venta de sus libros. Mientras que Noah se quedó conmigo. Le prometí que todo estaría bien, que lo haría la persona más feliz del mundo y lo hice, no hay día en el que me recuerde lo feliz que se siente y lo mucho que me ama. Sin embargo, mi felicidad es inexistente. Solo siento alivio de haberlo librado de un psicópata acosador… pero… yo tampoco estoy siendo equilibrado.
Lo admito, estos malditos pensamientos me aturden, tanto que me están obligando a querer ponerle fin a mi existencia y no ser una escoria más en este mundo…
Y entonces llegas tú…
—Saul… ¿qué haces todavía despierto?
El llamado de tu voz me reconforta y espanta a mis demonios.
—Ven aquí amor, quiero que me abraces.
Solo con tocarte termino cayendo a tus deseos como un sirviente fiel. Mi único deleite es verte sonreír, ser feliz, pero… ¿Podrás ser feliz sin mí? ¿Volverás a sonreír después de que acabe con mi vida?
—¿Qué tanto me ves?
—Nada. —respondí—. Solo admiro tu belleza.
Noah me sonrió una vez más y termino por alcanzar mi rostro para besarme, sus labios tan dulces y carnosos. Su gentil coqueteo me está excitando y quiero poseerlo de inmediato, por lo que sin detenerme deslizo mis manos por su cuerpo, siento como se contrae mientras aprieto una de sus nalgas con intensidad.
—No lo hemos hecho por un tiempo… ¿puedes ser gentil conmigo?
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Editado: 17.01.2024