Bruja de fuego

Hoguera

Aquel día, fue el cambiaria para siempre mi vida. Ver a toda mi familia arder en la hoguera mientras yo no podía hacer nada, solo me demostró el comienzo de una miserable existencia.

Lo recuerdo muy bien, vivíamos en una pequeña villa en la que todos se conocían entre sí. Éramos mis dos hermanas, mi madre y yo. Pero nosotras escondíamos un gran y terrible secreto, la magia corría por nuestras venas y en aquel entonces, este don que teníamos era visto como una aberración de la naturaleza, por eso lo habíamos ocultado con tanto esmero e intentábamos parecer normales.

Lo habíamos logrado, con esfuerzo y años de dedicación, pero yo tenía que arruinarlo todo, sin ser consciente de las consecuencias que esto traería; esa mañana con tan solo 10 años de edad estaba jugando con los demás niños del pueblo, en el parque en que el solían reunirse todos a pasar el rato, ese día parecía magnifico con el cielo despejado y un sol ardiente que estaba iluminado todo el lugar, los niños corrían de un lado a otro, y los adultos estaban hablando entre si compartiendo sus historias. Todo era tan perfecto que nadie se esperaría lo que estaba a punto de ocurrir, era la hora del almuerzo cuando un animal salvaje se precito en medio del lugar, tal vez venia del bosque, o fue puesto apropósito allí para encargarse de maquinar mi mísera. Todos estaban asustados y viendo frente a ellos lo que sería una muerte segura, tal fue el susto que no pude controlarme, me defendí con todo lo que tenía, pero eso implicó hacer uso de mis poderes y dejarme expuesta ante todos cuando hube matado a la bestia. Los jadeos horrorizados se multiplicaron, de inmediato todo se volvió confuso, había gritos, insultos, golpes, sufrimiento, pero mis hermanas se interpusieron sin entender nada.

-Brujas – habían exclamado, seguidos de insultos y caras asustadas – Monstruos.

Siendo tan pequeñas ninguna pudo defenderse de aquel ataque y huimos al lugar más seguro, nuestro hogar, donde nuestra madre se encontraba cocinando ajena a todo lo que había ocurrido, no tuve oportunidad de explicar nada entre mis sollozos y apariencia deplorable, cuando una horda de personas se encontraba frente a la casa con antorchas y tridentes, eran las mismas personas con las que había crecido, que había conocido y ayudado toda mi vida. Entre ellas se encontraba la señora Amanda, con la que incontables ocasiones había cocinado y aprendido repostería, el vecino Hugo quien la había enseñado a andar en bicicleta y sus hijos, que eran tan buenos amigos de mis hermanas, todos estaban frente a la casa con gestos perturbadores y miradas asesinas, por un momento pensé que ellos parecían los verdaderos monstros.

-Tenemos que huir – había murmurado mi madre, mientras empacaba las cosas más indispensables en una mochila y mis hermanas de 14 años, que eran gemelas, la ayudaban sin musitar palabra, yo estaba aterrada y era tal mi estado de shock que no podía moverme de mi sitio, mientras las veía revolotear de un lado a otro y ataviarse de ropas negras y cálidas.

No me di cuenta en el momento en que mi madre me puso un abrigo encima y todas nos dirigíamos a la parte trasera de la casa, tampoco escuche las instrucciones de mi madre, las cuales  indicaban que debíamos transformarnos para irnos sin que nadie nos siguieran, no  yo simplemente fui una estúpida y cuando ellas salían del lugar en formas animales me quede plasmada en la puerta trasera de la casa sin ver que nuestro vecino se lanzaba sobre mí y llamaba a la horda de personas, para que se avasallaran en el lugar, mi madre volvió hasta mí y se transformó de forma despreocupada bajo la mirada horrorizadas de todas esas personas y me hizo entrar en razón, pero ya era muy tarde, cuando yo había tomado mi forma animal para encontrarme con mis hermanas ellos tenían a mi madre, la habían noqueado. Mis hermanas jadearon y no se quedaron quietas, atacaron a las personas que hicieron aquello una vez volvieron a sus formas humanas, pero siendo tan jóvenes e inexpertas, tardaron poco en ser capturadas.

Yo vi todo eso desde la rama de un árbol, en forma de gato con pelaje tan oscuro que se camuflo con la oscuridad de la noche, entre mi impotencia infantil y la culpa de mi mente, pude ver cómo eran puestas en la hoguera y se quemaban frente a mis ojos, también como la gente alrededor festejaba y soltaban gritos de euforia ante la escena que rompía mi corazón y mataba cualquier resquicio de inocencia infantil que me quedara.

-Vénganos – fue el grito adolorido que hizo callar a los presentes, había sonado demasiado fuerte para ser el último aliento de mi madre, que me miraba y en sus ojos pude ver el perdón y escuchar en mi mente “no es tu culpa, mi niña, pero ya no te controles”

Aquella orden, más lo dicho en mi mente me dejo en claro a qué se refería mi madre, desde pequeña me había descubierto que yo era mucho más poderosa que mis hermanas, por ejemplo, cuando pude aprender transformación a edad temprana y mis efectos mágicos tenían más impacto que los de ellas.

Estaba tan desesperaba y dolida que no pensé más y me deja llevar por mis impulsos, poco a poco deje de escuchar risas y festejos, estos se convirtieron en gritos de dolor, el olor a quemado aumento considerablemente, el cielo no se veía claro ni hermoso como en la mañana, había adaptado un tono rojizo y perturbador, solo pude ser consciente de lo que había hecho cuando me di cuenta que estaba en forma humana y todo mi alrededor estaba en llamas, tan hermosas y danzantes que me hicieron regocijarme de mi poder, de poder vengar a mi familia.

Había quemado todo el lugar, y con ello mi vida y la persona pura que alguna vez fui. Al cabo de hora, cuando el anochecer estaba en su punto máximo, el cielo empezó a llorar conmigo como si pudiera sentir mi tristeza y empezó a apagar las llamas.



#15220 en Fantasía
#3283 en Magia

En el texto hay: bruja, magia, desgracia

Editado: 23.09.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.