Al principio fue duro.
Los entrenamientos eran agotadores, exigían el máximo de mis capacidades, algunos me dejaban noqueada durante días. Dominic decía que era para aumentar mi resistencia, nunca cuestione sus enseñanzas.
En especial cuando pude ver el fruto de estas con el pasar de los meses.
A pesar de todo eso, lo que más me dolía era su cambió de actitud, no entendía porque ahora era tan indiferente, no tenía la misma consideración que antes, me encontré odiando sus órdenes más de una vez. Con el pasar del tiempo comprendí que lo hacía para que lo tomara enserio, pero eso no quitaba que extrañaba sus sonrisas torcidas y gestos amables.
Pasó un año así, donde comprendí que tenía al mejor maestro, que a pesar de todo lo sufrido valía la pena, con tal de desarrollar mi don. Era increíble el manejo que tenia de la magia, tantas cosas me faltaban por aprender.
También entrenaba mi mente, leía muchos libros acerca de la magia, su historia, usos, era un nuevo mundo, algo que estaba dispuesta a descubrir y experimentar.
Una tarde, después de tanto tiempo, pude ver durante un momento la sonrisa que tanto me gustaba, después de hacer una demostración de manejo de los elementos, Dominic me miró con orgullo.
—Eres excepcional —confesó con sinceridad—. No he conocido a nadie con tanto talento mágico, ni siquiera en mis años de aprendiz.
Me hizo feliz, saber que alguien podía ver algo bueno en mí, que no reprimía mi poder, que me aceptaba como era. Él tenía esperanza de que fuera una gran bruja.
—Gracias —conteste emocionada, como pocas veces me permitía—, Espero un día ser tan buena como tú.
Una sombra cruzo por el rostro de mi maestro, pero se fue tan rápido como llegó.
—Espero algún día decir que el alumno supero al maestro.
***
Transcurrieron los años, uno tras otro sin tregua, pronto tuve 16.
Dominic decía que no le quedaba mucho por enseñarme, que cada brujo debía especializarse en una rama y él no podía obligarme a hacerlo en la suya sin que conociera las demás.
No entendía lo que quería decir.
Más bien fingía no hacerlo, tal vez porque estaba encariñada con ese amargado e indiferente brujo que salvó mi vida, que le dio un propósito a mi existencia.
Años más tarde descubriría que él tampoco quería dejarme ir, pero lo obligue a tomar una decisión que rompió mi corazón. Todo por dejar que mis sentimientos me dominaran.
—La magia es un don —Solía decirme mientras crecía—, por eso debes pensar en ella como un regalo de la naturaleza, algo que no puedes arrebatar.
—¿Por qué?
—Porque tu talento es otorgado por los espíritus ambientales y elementales— respondía con paciencia— No puedes usarla a tu conveniencia sin haberles pedido permiso, sin haber rendido un homenaje o —Siempre paraba de hablar ahí, cambiaba el tema, aunque esa vez suspiró y lo dijo—. Estés dispuesto a hacer un sacrificio de igual importancia a lo que quieres conjurar.
—¿Sacrificio? —pregunte impactada por sus palabras.
—Así es —afirmó—, pero debes tener cuidado con ellos, grandes brujos se han dejado cegar por el poder, han sacrificado cosas realmente importantes para ellos lo que los llevó a convertirse en monstruos —contó con la mirada perdida—, por eso debes tener claro el límite que quieres para ti.
No quería volverme alguien malvado, tampoco herir a personas inocentes. Aun así, mi mente se encargaba de insistir, de no dejarme olvidar la culpa por lo sucedido con mi familia, por lo que era desde aquella fatídica tarde.
Una asesina.
—¿Qué pasa si he roto esos límites? —pregunte asustada de ser un monstruo.
El me miró inquisitivo, a pesar de que le conté mi pasado, para ese entonces no había sido capaz de relatarle lo ocurrido el día de la hoguera.
Para mí era un tema difícil de hablar, incluso con la persona que más quería en el mundo. Ya que ese día tenia mitad culpa por la muerte de mi familia y mitad satisfacción por el poder que experimente.
—Lo sabrías —contestó—. Aquellas personas saben que no tienen un punto de retorno, la culpa los consume, pero lo que es peor, no quieran cambiarlo, no se arrepienten de sus actos —Me pasó una mano por el cabello, despeinándome—. Tu aura cambiaria, alertaría a los demás brujos acerca de tus intensiones.
Lo mire preocupada. ¿Mi aura era oscura?
—No te preocupes, sea lo que hayas hecho no ha cambiado la tuya —respondió a mi pregunta no dicha.
Estaba aliviada, sus palabras siempre eran correctas, sabía que decirme para evitar que caer en un remolino de desesperación. Aunque él siempre me vio como a esa niña que salvó en un bosque, su aprendiz, para mí era más importante que un maestro.
Lo amaba, aunque era muy joven para saberlo.
Por ello una tarde, deje que las cosas se salieran de control, estaba furiosa porque una mujer lo visitó, era otra bruja, yo no quería compartirlo con nadie. Mis sentimientos salieron de control y termine quemando gran parte del bosque.