Brujas, La Legión

Capítulo 1

Actualidad, Roma, El Vaticano.

 

—Ha esperado en la puerta por más de cinco días, no quiere entrar, dice que solo va a entrar hasta que el mismo papa Santiago lo invite. —le dijo el sacerdote Daniel al papa Pietro II mientras cenaban.

—El papa Santiago es el santo padre, no creo que quiera preocuparse por un loco en la entrada, llama a la enfermería, diles lo que pasa y que se ocupen de ello, ahora hijo, disfruta la comida.

Aquel hombre había abandonado su casa, solo con una misión en mente, su familia lo llamó loco, muchos lo criticaron mientras caminaba hacia el Vaticano, pero en la cabeza del joven Alejandro; de apenas veinte años; solo residía una cosa, servir a Dios, él había escuchado el llamado, incluso le dijo a su madre, la única persona que creyó en él, que había escuchado los susurros de un ángel que le decía que siguiera sus sueños, que se mantuviera en el camino del bien, que él había nacido para servir a Dios y que nada en esta Tierra iba a evitar que él cumpliera con su cometido.

Alejandro nunca dejó de usar el hábito que su madre le había regalado para sus diez años, después el regalo se actualizó a los quince y así hasta hoy en día. A los simples cinco años ya sabía a lo que se quería dedicar el resto de su vida, cuando lo dijo en alto, todos se burlaron de él, algunos ni siquiera lo tomaron en serio, pero ese niño no cambió de opinión. Nunca se separaba de su crucifijo, ni de su biblia, siempre hablaba con Dios, ayudaba a todos los que podía, daba los mejores consejos de todo su pueblo. Para algunas mujeres él lucía apuesto, con su mandíbula perfecta y sus ojos azul profundo, pero sabían que nunca iban a lograr nada con él, ya que él mismo decía que se había casado con la iglesia y la idea de servir a Dios el resto de su vida. Así que recién cumplió sus dieciocho años, empezó a hacer su ahorro personal, con ayuda de su madre, para poder viajar al Vaticano y ser aceptado y estudiar en uno de sus seminarios.

Alejandro Zarzakovich, era un hombre persistente, no quería estudiar en ningún otro seminario, quería estar en el Vaticano. Y esa idea no le vino a la cabeza de la nada, aquella idea había sido enviada a él, en un mismo sueño él lo escuchó y esa misma mañana se lo dijo a su madre, el joven Zarzakovich oía susurros de un ángel, él no sabía explicarlo, ni se lo decía a nadie más que a Dios y a su madre, pero sabía que iba en la dirección correcta mientras siguieras las indicaciones del ángel que le hablaba en los sueños. Así que, una vez cumplidos sus veinte años, Alejandro tomó un vuelo hacia Roma y luego al Vaticano. Mientras dormía en el viaje, había escuchado al ángel decirle las indicaciones exactas de cómo hacer las cosas una vez haya arribado en Roma, y el joven así lo hizo, aunque sospechaba que iba a ser difícil, no podía faltar a su promesa de servirle a Dios. Por esa razón, esperó cinco días en las puertas del Vaticano, pasando hambre y sed, solamente comunicándose con Dios, soñando con el ángel y recibiendo fuerza de éste, al joven Zarzakovich en sus días esperando al santo padre nunca se le cruzó la idea de que fue abandonado por Dios, ni que esa no era su verdadera vocación, más bien, la espera lo hizo más fuerte. Hasta que el día llegó.

—Hijo mío, siempre tengo tiempo para todos los hijos de Dios, no creas ni limites mis acciones, no soy más ni menos que tú, al igual que el joven fuera de estas puertas. —fue lo que contestó el papa Santiago al papa Pietro II cuando éste le comentó sobre el joven fuera del Vaticano.

El santo padre abrió las puertas, se postró ante un débil Alejandro, el papa lo cargó en sus brazos y lo llevó él mismo a la enfermería y no se fue de ahí hasta que el joven Zarzakovich abriera los ojos. Cuando Alejandro lo hizo, lo único que salió de su boca fue por lo que siempre se había burlado de él, su verdadera misión, al santo padre no le pareció gracioso, le pareció magnífico, no era todos los días que alguien recibía el llamado de Dios para que le sirviera el resto de la vida.

Después de una conversación de más de dos horas, ambos hombres salieron de la enfermería, conversando como si se conocieran de toda la vida, ambos en sus hábitos, solamente que una imponía más poder que la otra. El papa Santiago le mostró el lugar, le enseñó cómo y dónde iba a aprender todo lo que necesitaba para volverse un sacerdote del Vaticano, pero el joven Zarzakovich ya tenía lo más importante y era el llamado de Dios.

Una semana más tarde, Zarzakovich se había acomodado a la perfección al lugar, ya tenía amigos, una vez al mes tenía la oportunidad de ir a hablar con el papa Santiago. Mientras dormía, escuchaba a su ángel cantar de felicidad porque finalmente estaba haciendo para lo que había nacido. Todo era perfecto, sus amigos, su tares, todo le llenaba el alma, todo lo hacía sentir en casa, cómodo, como si finalmente fuera él mismo. Alejandro iba camino a hablar con el santo padre, subía las escaleras para llegar a la oficina, pero mientras subía sentía en su estómago que algo no iba bien, como un mal presentimiento, como si algo malo estuviera por pasar, el joven Zarzakovich nunca había ignorado sus corazonadas, eran las que lo habían llevado a donde está al momento, pero por el momento, no podía hacer más que simplemente comentarle al papa lo que sentía, escuchar la opinión de un experto, podía hacerlo sentir mejor.

—Pasa hijo, pasa, te estaba esperando. —saludó el papa Santiago.

Estuvieron hablando por horas, como era la costumbre y hasta el final, Alejandro tuvo el valor para comentarle sobre la corazonada que estaba sintiendo, el papa Santiago quiso restarle importancia, así que el joven Alejandro se vio en la obligación de contarle sobre sus sueños, y los susurros del ángel. Aquella información tiró al papa Santiago a la silla negra, cómoda y reclinable de su oficina, en su cara no había más que sorpresa, había algo de miedo también, pero el joven Zarzakovich decidió quedarse con la pizca de agradecimiento que se veía en la cara del santo padre. El papa Santiago no supo qué hacer, así que solo le dijo que lo dejara pensar, que tenía que comunicar sus ideas, hablar con Dios, y discutir ciertos temas con el resto de papas. Y así lo hizo el joven Alejandro.



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En el texto hay: accion y amor, aventura., accion drama

Editado: 28.11.2020

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