—¿Estás bien? —le pregunta Sally a su hermana.
Habían estado en la sala de espera por más de veinte minutos, ninguno de los presentes había querido decir una palabra.
Alejandro acompañaba a Jason y Sally a Jess.
—Sí, bueno, no es gran cosa. Somos hermanos. Lo que me afecta es que mi madre sea la diosa de la oscuridad. —contesta Jess.
Sally sonríe a su hermana. Luego la coge de las manos.
—Jess, debemos encontrar a Eva, es fuerte, pero Han puede asesinarla. —dice Sally. —Entiendo si quieres quedarte con tu hermano…
—No, tenemos que ayudarla. —interrumpe Jess.
El silencio entre Jason y Alejandro no era incómodo, más bien, los hacía sentir como si pertenecieran a algo. Ambos habían sufrido mucho, pero lo único que no cambiaba era que se tenían uno al otro.
—Jason… —interrumpe el silencio Alejandro. —Creo que debemos hacer algo. —termina Zarzakovich viendo a las brujas que estaban a escasos tres metros de ellos.
Jason quitó su mirada del suelo, la implantó en los ojos del joven al lado suyo, luego le acarició la espalda en forma de agradecimiento con una media sonrisa.
—Creo que tenemos que bajar a donde Lilith. —dice Jason dirigiéndose a las brujas.
—Eva está perdida. No la vamos a dejar. —contesta Sally bruscamente.
—Lo sé. Pero si mal no recuerdo, yo ayudé a sacarlas del Vaticano y luego, nos dejaron ahí para morir. —Jason se levanta del sofá.
Sally se aparta de su hermana y se acerca al joven Wintt de forma desafiante.
—Chicos, no estamos para ponernos unos en contra de otros. —se interpone Alejandro. Separando a ambos.
—Es cierto, te dejamos, pero no fue porque quisiéramos. Han nos envió al pasado por esto. —dice Jess sosteniendo la vasija en la mano.
—Como sea, tenemos que bajar.
—Ella no va a ir a ningún lado sin antes encontrar a Eva. —Sally se acerca levantando su pecho hacia Jason.
—¡No hay tiempo, bruja! —grita Jason y la empuja.
Sally se mueve unos pasos atrás. Jason trata de hacer una señal de disculpa con las manos, la cual es ignorada por Sally. La bruja mueve su mano y una flecha aparece en ella, la que sin dudar lanza hacia el joven Wintt, que, ágilmente esquiva.
—¡Suficiente! —grita Jess. Y camina hacia Jason. —Jason, sé que es mucho para digerir, pero no somos tus enemigas. Si no quieres verme como tu hermana, no me importa, pero debemos trabajar juntos para detener a Han. —Jess gira el cuerpo y se dirige a Sally. —Y tú, nada ni nadie va a cambiar el amor que siento por ti, eres mi hermana Sal, al igual que Jason. —lo último lo dijo casi para sí misma.
Sally se acerca a su hermana y la enrolla en sus brazos. Jessica sabía que Sally o Eva pueden llegar a ser muy celosas, Sally no era agresiva, pero ahora que Jess tenía un hermano de sangre, se sentía amenazada.
—Lamento haberte empujado. Solo que… mi vida cada vez se destruye más. —Jason se dirige a Sally.
La bruja se acerca al joven Wintt y coloca su mano en el hombro de él, proporcionándole un apretón amistoso.
—Es cierto, no quiero dejar a Eva. Pero Lilith es la única que nos puede decir cómo detener a Han, además, también nos puede contar la historia de Astaroth. Viniendo de la madre de los demonios, no creo sea falsa. —dice Jess.
—Yo puedo bajar con Jason. —se ofrece Alejandro. —Ya hemos bajado al Garg juntos, no creo que sea mucho peor. —el joven se encoge de hombros.
—Eres el hijo de Azrael, no de Lilith, Alejandro. La que debe bajar soy yo. —Jess dice con una sonrisa algo triste al muchacho.
El lugar se volvió silencioso por un momento. Todos en el lugar sabían lo que había que hacer, pero para ello necesitarían confiar uno en el otro. Tenían que salvar a Evangeline, necesitaban información de Astaroth, debían deshacerse de la vasija y ocupaban hablar con Lilith. En el lugar no había tensión, pero tenían que decidir cómo completar todas las misiones, sin perder mucho tiempo, porque mientras pensaban, ya Han iba diez pasos delante de ellos, y Eva podría estar en grave peligro.
Ninguno de los presentes quería decir una palabra. Jason se movía de izquierda a derecha, Sally y Alejandro estaban sentados en un mismo sofá y Jess veía a su hermano caminar, aún le costaba acostumbrarse a pensar en Jason como su hermano. Lo que había dicho antes, lo dijo en serio, no podía obligar a Jason a quererla, pero al menos quería una pequeña oportunidad para conocerlo y que él la conociera a ella, después de todo, era la única familia de sangre que tenía.
Alejandro no conocía mucho de éste mundo. Pero después de todo lo que había pasado, sabía que podía confiar en sus poderes, era fuerte, solamente tenía que tener fe en sí mismo, su padre era el ángel de la muerte, era obvio que él era uno de los seres más fuertes en este mundo. Mientras el joven Zarzakovich veía a Jason moverse de lado a lado, una pequeña idea se cruzó en su cabeza, si su padre puede viajar entre reinos sin ningún problema, él podía enviar a Jason y Jessica al infierno, no estaba muy seguro de cómo hacerlo, pero solo tenía que confiar en que podía. Algo de miedo invadió el cuerpo del joven Zarzakovich, si enviaba a Jason al infierno y éste no volvía, iba a ser su culpa la muerte de Jason, por esa razón dudo antes de decirla en voz alta, pero finalmente lo hizo, no recibió mucha aprobación por parte de Sally, pero era la única forma de que tenían para enviarlos, y necesitaban hablar con Lilith, cabía la posibilidad que no funcionara, pero no tenían otra manera.