Hace veinte años
Después que las brujas habían decidido nombrar a las directoras de las diferentes Academias por todo el mundo, debían encontrar en cada una de ellas, a las mejores soldados, para que éstas dirigieran su ejército, debían pasar una serie de pruebas para eso, por lo que las directoras debían poner a prueba a todas sus brujas y después enviar el comunicado a las demás Academias con la información de la que haya pasado las pruebas.
Han por años había deseado ser la cabeza de una Academia, como en su momento lo fue su madre, cuando finalmente lo logró, no podía dejar de sonreír y al llegar a la Academia en Nueva York, sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Las brujas de la Academia de Nueva York le hicieron una bienvenida a la nueva directora, lo que provocó que los ojos de la joven Han se llenaran de lágrimas. Todas las presentes abrazaron y felicitaron a Han, había sido una soldado ejemplar, ahora como directora no sería la excepción. Después de festejar, Han avisó que al día siguiente empezaría con las pruebas, para todas, no importaba la edad.
Aquellas pruebas eran de fuerza física, manejo de sus armas y magia, la que más sobresaliera, sería la jefa del ejército de Nueva York, por lo que todas las brujas entrenaban sin cesar, incluso las dos más jóvenes que tenía la Academia, Sally y Jessica.
Una semana antes que Han viajara a Francia para la reunión con el resto de la Asamblea para la elección de las directoras, llegaron Sally y Jessica, dos niñas de al menos doce años cada una. No llegaron juntas, las dividía un día, pero a Han le parecía extraño que ellas hubieran llegado, siendo tan pequeñas, era imposible que sus poderes estuvieran tan desarrollados, Han las recibió, en pocos días les explicó quiénes eran y qué eran ellas. Les preguntó de dónde venían, Sally había vivido en la calle por dos años, y Jess escapó de su casa por su padre abusivo. En ese momento la Academia no tenía tantas habitaciones por lo que las colocó en la misma habitación, y la amistad entre ambas brujas no tardó en aparecer, ambas eran nuevas y no tenían idea de lo que sucedía.
Han tomó su portal a Francia, el viaje tardaría alrededor de dos a tres semanas, pero le dejó órdenes claras a Jess y Sally, tenían que entrenar y aprender a controlar sus poderes, eran las dos más jóvenes, por ende, las más vulnerable. Las demás brujas presentes ayudaron a Sally y a Jessica a entrenar, pasaban el día entero en la sala de entrenamiento, y ambas tenían avances muy rápido, las brujas presentes estaban sorprendidas con lo que pasaba, y fue cuando decidieron hacerles un examen para saber si alguna era descendiente de la Legión. Después que la bruja Heidi, la que estaba encargada de las niñas, les hiciera el examen y saliera negativo, ésta informó a las demás.
Una noche mientras entrenaban, Sally y Jessica, la puerta de la Academia fue golpeada tres veces con fuerza, no había muchas brujas en el centro de operaciones, era tarde, ellas se habían quedado a entrenar. Ambas tomaron sus armas de entrenamiento y abrieron la puerta, para encontrarse con una niña como ellas, estaba sucia y tenía la ropa rota, su cara tenía unos cuantos golpes, lo suficientemente fuertes como para hacer sangrar a la niña. Sally y Jessica tenía prohibido abrir la puerta, era muy peligroso para ellas, y mucho menos dejar entrar a una persona desconocida, pero en ese momento Jessica y Sally decidieron salir fuera de la Academia y ayudar a la niña, no sabían quién era, ni mucho menos si era humana o bruja, pero no podían dejarla con esas heridas.
—No, tenemos que entrar. —suplica la joven cubierta de tierra y sangre. —Vienen detrás de mí, me van a llevar con ellos.
La jovencita luchaba por entrar a la Academia, pero Jess y Sally la tranquilizaban mientras le bloqueaban la entrada. Las tres niñas se sentaron a las afueras de la Academia, Jessica y Sal curaban a la niña, con su magia, tratando de evitar que ésta lo notara, y Jessica se había quitado su abrigo para dárselo a la niña.
—Gracias, soy Evangeline. —dice la niña.
Las tres niñas se presentaron, Sally curaba sus heridas mientras Jess hacía todo lo posible por remover un poco la suciedad del rostro de Evangeline. De pronto, dos hombres, obesos y con botellas de alcohol aparecieron detrás de ellas.
—¡Mira nada más! Estamos de suerte. —dice uno de los regordetes a su amigo al lado.
Evangeline se levantó del suelo, luego se recostó contra la puerta detrás de ella. Jess y Sally, levantaron sus armas de entrenamiento del suelo, los hombres estaban completamente borrachos, éstos se acercaron a las niñas, pero Sally y Jess se defendían con todo lo que tenían; las brujas tienen prohibido utilizar su magia para dañar a los humanos y eso fue lo primero que les dijo Han. Las niñas luchaban, pero los hombres eran más fuertes, lanzaron a Sally contra la pared, Jessica golpeó a uno en la cara, luego saltó del suelo y enrolló sus brazos contra el cuello del otro, utilizó toda su fuerza para lanzarlo al suelo, pero el hombre era más fuerte y la lanzó al suelo, el otro hombre cogió a Evangeline y Sally, las tiraron contra el suelo, las dejaron inmóviles colocándose encima de ellas, uno de los hombres, empezó a tocar a Jess por todo el cuerpo concentrándose en su entrepierna, el otro hombre sostenía a Evangeline y Sally mientras pasaba su lengua por el cuello de las niñas. Las tres gritaban, pero nadie las escuchaba. Sally estiró su mano y cogió la mano de Jessica, que no tenía más fuerzas para luchar y el hombre ya había bajado sus pantalones y estaba desabrochándole el suyo, Evangeline cogió la mano de Sally, Eva era la única que seguía gritando, Sally y Jess estaban agotadas y detrás de la cabeza de Sal bajaban gotas de sangre. La pequeña Evangeline presionó la mano de Sally, y soltó un grito tan fuerte que el hombre tuvo que colocar su mano en la boca de la niña, algo que no detuvo a Eva, y fue cuando pasó, las tres se transmutaron justo frente a la puerta de la Academia, los ojos de Eva estaban oscuros, levantó su mano y elevó a los hombres, luego los golpeó contra las paredes a los lados repetidas veces, hasta que ambos estaban desangrándose, Sally y Jess se tomaron las manos y encendieron el cuerpo de los hombres en fuego, quisieron levantarse, pero Eva se los impedía, y cuando ella lo decidió, rompió el cuello de los violadores.