Brujas, La Legión

Capítulo 54

Astoreth pasó desmayada por horas frente a aquella silla de ruedas, su cuerpo débil se recuperaba poco a poco, la magia empezaba a hacer efecto por su sistema, era un proceso largo, solo necesitaba tiempo.

Aquel pequeño cuarto en el que se hospedaba, estaba deshecho, no había sangre por ningún lado, solo estaba la silla de ruedas, el desorden y Astoreth tirada en el suelo, inconsciente. La puerta de la habitación de Astoreth estaba cerrada, por lo que nadie iba a entrar a ayudarla, todos habían ignorado el estruendo que había provocado la invocación de los tres tótems.

Después de varias horas, Astoreth finalmente abre los ojos, se encuentra con la misma situación que cuando se desmayó, la espada incrustada en la silla de ruedas era la mayor pregunta que rondaba la cabeza del demonio, no sabía exactamente qué significaba, ella estaba esperando a San Bartolomé, pero a cambio, solo recibió la espada. Había una idea clara de lo que podía hacer con la espada y aunque fuera capaz de acercarse tanto a Astaroth, solo sería una prueba, era posible que la espada solo fuera algo simbólico, o alguna manera de encontrar a San Bartolomé, pero ella no lo sabía, no estaba segura de lo que iba a hacer a continuación.

La magia en el cuerpo de Astoreth ya se había recuperado, ahora ella se encontraba bien, no podía decir que al cien por ciento, pero estaba mejor y cada segundo que pasaba, su magia mejoraba. Perder toda la magia era algo peligroso, ella podía haber muerto, pero sabía que lo lograría, su sed de venganza era mucho más grande que su inminente muerte, aunque cada segundo que pasó con un nivel peligroso de magia en su cuerpo sentía que iba a morir, lo logró, logró conseguir lo que quería, ahora no había nada que la detuviera de vencer a su parte masculina, tenía que lograrlo, tenía que terminar el trabajo, pero había algo que Astoreth sabía con seguridad, no podía hacerlo sola, necesitaría algo de ayuda, de quien fuera, pero en este momento, ella no tenía muchos amigos y tenía una clara idea de por qué Olsen se fue.

Astoreth sacó la espada de la silla, era una especie de espada bárbara, se veía antigua y dañada, casi oxidada, era imposible poder luchar con ella y que no se partiera en mil pedazos. Aquella espada no era como la que utilizó Miguel para derrotar a Lucifer, era diferente, se veía débil. Astoreth la observaba girándola frente a su cara, por el filo había una inscripción: “Quod bonitas et terebrare exaltacionis Sancte cor plus semel tantum Astarothi” aquel mensaje era claro, aunque Astoreth no fuera una bruja, conocía más de mil dialectos e idiomas: “La bondad de San Bartolomé solo atravesará el corazón de Astaroth una vez más”

Astoreth no tenía que pensarlo más, debía utilizar la espada, el mensaje era claro, fuera como fuera, esa espada era lo único con la capacidad de asesinar a Astaroth, pero la escritura decía perfectamente dónde tenía que enterrar la espada, iba a ser difícil poder acercarse tanto al demonio, más no imposible.

San Bartolomé no podía ser preservado con vida para siempre, era imposible que sobreviviera tanto tiempo, además, ya él mismo había vencido una vez a Astaroth, no tendría por qué hacerlo una vez más, por lo que sus cenizas fueron puestas en la espada Malben, una reliquia hecha hace miles de años, espada con la cual se podría vencer una vez más a Astaroth, pero solamente una vez más, además, que el que la utilizara solo tendría un intento, si la espada es atravesada por otra cavidad que no sea el corazón, no funcionaría. Una vez que la espada toque el corazón de Astaroth, va a explotar, junto con el demonio, por lo que debe ser enterrada directo al corazón, de otra manera, el demonio podrá revivir. San Bartolomé había decidido aquello porque sabía que el demonio volvería en su momento, pero él ya no estaría para enfrentarlo, Bartolomé debía asegurarse que hubiera una manera de que el demonio desapareciera para siempre y si aquello conllevaba su muerte, que así fuera. La espada Malben se ve oxidada porque lleva las cenizas de San Bartolomé, un Santo, ni siquiera un objeto creado por él mismo puede retener tanto poder, cada año, cada siglo que pasaba, la espada se oxidaba cada vez más, el poder era enorme, pero no se destruiría hasta que tocara el corazón de Astaroth, puede ser golpeada, hechizada, pero nunca, jamás, destruida.

Astoreth creó una saja con su magia para la espada que tenía en su mano; incluso si en la edad bárbara no existían las sajas; colgó la espada en su espalda, luego abrió un portal, debía hablar con alguien para que la ayudara a enfrentar y derrotar a Astaroth, sabía exactamente quién la podía ayudar, pero debía encontrarlo primero.

Alejandro Zarzakovich, después de caminar por horas, sin rumbo alguno, sin tener dónde ir, se detuvo en una pequeña parada de buses. Había una tormenta, la lluvia era fuerte, pero la tormenta aún más, el chico se exaltaba cada vez que un trueno sonaba. Alejandro se sentía solo, no tenía a nadie, no conocía a nadie, no podía siquiera empezar una nueva vida porque en esa dimensión ya había un Alejandro Zarzakovich, la idea de asesinar a su clon cada vez sonaba más cuerda en su cabeza, pero hacer aquello era rendirse, no seguir buscando una manera para salir de ahí, sabía que ni Jess ni Sally lo iban a tener fácil para sacarlo de ahí, el hecho que la dimensión en la que esté atrapado no tenga magia lo dificulta todo, las chicas podían encontrar el hechizo, pero no podían usarlo ahí, jamás podrían.

El chico Zarzakovich estaba feliz, había salvado a sus amigas, aunque aquello le hubiera costado su vida, estaba feliz de haberlo hecho y no dudaría en volver a hacerlo. Pero ahora estaba solo, no tenía a nadie con quién hablar, había caminado por horas para salir de la ciudad, pero estar en esa parada de buses no iba a solucionar sus problemas, no estaba seguro de que hubiera una solución, pero podía intentarlo.



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En el texto hay: accion y amor, aventura., accion drama

Editado: 28.11.2020

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