– ¿Estás segura de lo que estás diciendo? ¿Puedes encontrarlos? – Zinnerva negó con la cabeza ante la constante presión que Gian ejercía sobre ella.
– Encontrarlos no. Encontrarlo. Singular no plural, estoy aquí por Noah, recuérdalo. Si me dejaras hacer mi trabajo sin estar cada cinco minutos preguntando si puedo o no puedo, ya habría terminado. – gruñó la señorita hastiada del chico tras de ella.
– Luca ¿En qué momento perdiste contacto con el rastreador? – Indagó Vladimir que parecía un hombre muy sereno, con su postura firme y de brazos cruzados. Había sido difícil acostumbrarse a tantos sustos, desde que sus hijos eran muy pequeños todavía, y, aunque la gran mayoría fueran falsas alarmas estaba seguro como la mierda de que sacaría a su hijo de esta.
Sumado el hecho de que detestaba la sola razón de pensar que su hijo podría odiarle por el simple hecho de no ser su hijo, se lo había prometido al viejo, el viejo cuidó de su familia y él cuidaría la del viejo. No fue una tarea sencilla cuando el niño sabía que no encajaba, cuando el niño sabía que algo estaba mal en todo el cuento.
Intento darle amor por todos los medios, de allí también provenía el resentimiento de Gian, él no entendía porque debían darle amor a un niño que no era de su familia. Obligó a sus hijos biológicos a lidiar con ello. Su esposa quería al niño, y de todas maneras el nunca había pensado en deshacerse de él, el niño necesitaba ser cuidado. Pero Vladimir tenía miedo de que aun con todo el amor y todos los años de empeño, no fueran suficiente para que su hijo no lo odiara.
– Creo que cuando llegó a su destino papá, el punto rojo estuvo fijo durante al menos cinco minutos aquí. – Señaló Luca una zona del mapa de la ciudad.
– Y coincidentemente ese lugar es como un terreno baldío, la única manera de entrar es con un auto o moto especializada para nieve. Tiene que haber alguna instalación allí. – Prosiguió.
– Una moto para nieve sería muy ruidosa, nos detectarían al instante. – Añadió Aleck rascándose la barba.
– Pero los autos muy grandes, así que también nos verían apenas intentáramos asomarnos. – Fiama infirió mientras amarraba su cabello en una coleta.
– No mamá, podemos utilizar los equipos de la policía, son más seguros y hay nuevos equipos para probar. – Finalizó Luca.
– Ustedes dos van juntos en una moto. Zinnerva abrirá el camino ella puede rastrear a Noah en el supuesto caso de que nuestras coordenadas estén equivocadas. – Ordenó Luca, hacia Gian y Zinnerva. Se miraron mutuamente con desgana, no había espacio para discusiones.
- Mamá y papá en auto. – Vladimir alzó las cejas, pero no discutió el jefe era su hijo ahora.
– Meredith se queda con mi compañera. Siempre nos viene bien un poco de brujería. – Ellas asintieron gustosas.
– Iré con Aleck. – Sentenció para finalizar. Todos lo miraron atentamente y preguntaron.
- ¿Cuál es el plan? – Seguirían esperando una respuesta porque Luca solo sonrió juguetonamente como nunca había hecho y respondió.
– No hay plan, vamos a hacer una emboscada, vamos a rodearlos. Un ataque salvaje, matamos a los malos y traemos a nuestra familia completa. ¿Alguna otra pregunta? – indagó sabiendo que no había más por venir.
– A moverse. – Añadió sacando a todos como piezas de ajedrez para que se acomodaran en sus puestos, justo como un pequeño pelotón.
***
–Hazlo. – La orden fue clara y Noah ya había hecho mucho para retrasar el tema.
– Pero, aún falta un libro. – Comentó intentado hacer tiempo.
- ¿Acaso me crees idiota? Léelo de una maldita vez. – Noah camino pausadamente, como si hacer eso retrasaría aun más lo inevitable, Noah no sabía, pero ¿qué pasaría si solo leía el libro? ¿El hombre lo dejaría en paz? Por supuesto que no, aunque no sabía que consecuencias podría traer el libro además de los fines perversos de su tío, él no lo sabía.
Noah escuchó un rugido acercándose a lo lejos, no, era más como un motor, varios de hecho. Entonces por primera vez en varias horas tuvo certeza de algo, su familia estaba viniendo por él. Escucho suelas de zapatos hacer ruido al golpearse con la nieve que cubría el suelo alrededor de la cabaña. Fue su botón de encendido. – No lo haré. – Dijo de manera firme arrugando el entrecejo y tomando una acción rápida para patear al hombre corrió hasta la puerta, Bruno se había encargado de los otros dos hombres como habían planeado.
En hombre enfurecido salió tras ellos cuando por fin pudieron escapar.
– Ya basta. Has causado demasiados estragos, entrégate de una maldita vez. – Declaró Vladimir apenas bajándose al mismo tiempo que todos los demás bajaban de sus vehículos, O’Connor estaba rodeado.
- ¿Tú de verdad creíste que esto sería demasiado fácil? – Comentó el hombre mirando a Noah, casi en un susurro, muy audible para todos los presentes, entonces Noah volteo a ver el rostro de su agresor, sombrío. Quizá Noah había estado demasiado tiempo cautivo para saberlo, o para haberse dado cuenta.
Pero estar fuera bajo la luz del sol, aclareció sus vistas, hacia frio por mucho que los rayos del sol intentaran quemar o derretir la nieve bajo sus pies, el sentía el frío helar hasta sus huesos, el rostro de ese hombre no se veía humano, sus dientes se veían amarillos, como si tuviera décadas sin lavarse los dientes, sus pómulos se veían más pronunciados, sus ojos parecían desorbitados con la tembladera constante que tenía en ellos.
Como si una niebla le hubiera estado segando los ojos todo este tiempo. Noah revivió el terror que no se había permitido sentir. El hombre cubrió su brazo de fuego, agudo, preciso, acomodándolo como una cuchilla en su brazo y Noah se quedó allí inmóvil, viendo como atravesó a Bruno, sin dejarlo respirar, como una rutina de ejercicios intensos. Directo al corazón, certero había sido el ataque.
Noah veía en cámara lenta como caía el cuerpo del chico que amaba, su alma gemela. No podía respirar, se había olvidado de como hacerlo. El hombre chasqueó los dedos y Noah miró en dirección a la cabaña Aleck y Meredith estaban dentro, Meredith podía verse por la ventana gritando con desespero que la dejaran salir y la casa comenzó a incendiarse.