Jessid aceleró lo más que pudo, no sabían quiénes estaban detrás de ellos, ni qué clase de intenciones tenían, pero, si fuera una buena, muy seguramente encontrarían una manera menos aterradora para llegar a ellos.
—¡No logro perderlos!
Estaba claro que para ese momento todos estaban bastante alarmados, pues, incluso, no pudieron esconder su nerviosismo de la pequeña Lilian, quien, a pesar de mantenerse en silencio, estaba completamente aterrada.
Su pequeño corazón latía a mil por hora. Ella había dicho que quería ver a su mami, ¡pero no se refería a esa manera! Estaban en problemas, en muchos problemas, a pesar de que en ningún momento ellos hubieran hecho algo para levantar algún enemigo.
Bueno, Elena se había peleado con muchas personas antes en la sala de juicios, pero… ¿Por qué tenían que manifestarse justo ahora cuando comienzan a buscar a Logan? Al aparecer alrededor del padre de Lilian había una ola de misterios, unos que, podrían dar a conocer cómo terminó en prisión.
A pesar de los muchos intentos por parte de Jessid de perderlos, estos estaban cada vez más cerca. Eso los llevó a desviarse un poco del camino al que se dirigían, por lo menos, debían ocultar la dirección a la que iban, pues, darle pistas al enemigo era ayudarlo a vencerte.
Lilian estaba observando hacia atrás, a ese punto en el que las personas malas estaban. En el instante en que su mirada se cruzó con la de uno de ellos, ella cerró sus ojitos con fuerza, sintiendo cómo un gran frío se habría paso por su espaldita.
—¡Son muy feos! —exclamó sin abrir sus ojos.
Llamando la atención de Elena, dirigió su mirada hacia los hombres, quienes sí tenían caras aterradoras, como si fueran pagados a sueldo con la intención de eliminar a una persona de sobre la tierra. Un trago demasiado grueso descendió por su garganta ¿Qué deberían hacer ahora?
Si le decía a Jessid, lo más probable era que al ponerse más nervioso, sus intentos de escape fueran mucho más torpes.
Estaban ya en una autopista, lo que les dificultaba, muchísimo más, escapar. No debían olvidar que llevaban consigo a una pequeña niña. Una vez más, el rostro de Elena se frunció al ver un objeto bastante peligroso que amenazaba con dañarlos.
—No quiero preocuparte, Jessid, pero ¡Acelera por favor! —rogó.
Al mismo tiempo ella se dedicó a hacer que la pequeña Lilian cerrara sus ojos y evitara ver para atrás, no quería que se asustara más de lo que ya estaba.
—¡No puede ser! —Exclamó Jessid al momento de pisar el freno.
Frente a ellos se encontraba una aglomeración de gente y un par de coches que colisionaron. Era la peor noticia que podían recibir en ese momento, pues, el auto que los seguía se estaba acercando con demasiada velocidad.
Un suspiro bastante angustiado salió del interior de los mayores. Sus miradas se encontraron, en ellas se reflejaba la agonía del momento, les resultaba ilógico que se tratara de los enemigos de algún cliente anterior; pero, ¿era razonable el hecho de que fuera a raíz del padre de esa niña?
—Todo se está saliendo de control —afirmó Elena aferrándose con fuerza a la mano de Jessid, él, de igual manera, lo hacía con ella.
—¿Supiste a causa de cuáles acusaciones ese hombre está en prisión? —indagó tratando de descubrir alguna razón lógica por la que se supondría que los siguen.
Elena sacudió su cabeza de un lado a otro, Lilian estaba aferrada a su cinturón de seguridad mientras cerraba sus ojitos con fuerza, no los abriría hasta estar seguros de que ya estaban fuera de peligro.
—No logré ver qué cargos tenía en contra… ¿Crees que sean por…? —una vez más, sus ojos se encontraron, ellos estaban de acuerdo en que una de las posibilidades era que se tratara de alguna pandilla o algo parecido.
Esa idea le parecería descabellada a Elena sobre el Logan del pasado, pero estaba claro que no conocía al Logan de ahora; por lo que, juzgarlo con parcialidad no era lo correcto. No, no lo era, definitivamente.
Como respuesta a sus más grandes ruegos, se les permitió el paso por un pequeño espacio, de manera que lograron alejarse de ese auto misterioso que los había seguido; aun así, debían apartarse lo más posible, tenían que perder todo rastro de esos hombres cuyas intenciones eran desconocidas y posiblemente aterradoras.
—Siento que voy a morir —afirmó Elena llevando sus manos al estómago, los nervios hicieron que este se revolviera.
—¡Ni se te ocurra vomitar en mi auto! —Dijo el hombre alarmado, no podría permitirlo por segunda vez.
Sin embargo, mientras ese par estaba discutiendo entre ellos mismos, el auto se salió de la vía, provocando que cayeran a un lago. El ruido del metal fue lo suficientemente fuerte para espantarlos.
—Jessid, ¡Saca a la niña, por favor! —gritó Elena completamente aterrorizada por Lilian, ella no tenía manera de alcanzarla y el agua comenzaba a entrar con gran ímpetu.
Jessid se apresuró a seguir las órdenes de su compañera, sin notar que el cinturón de seguridad de su amor platónico se había atorado. Ella mantenía una aparente clama, pues, sabía que lo principal era salvar a la pequeña niña.