Cuando era niña me gustaba pensar que las personas no eran malas, que solo necesitaban amor, que la reina malvada solo necesitaba cariño y que la madrastra de Cenicienta solo necesitaba ser comprendida… y un psicólogo. Aun sigo pensando eso, que las personas malas solo necesitan ser entendidas, necesitas indagar en el pasado de un asesino para saber sus motivos, y comprenderlos, esto no sígnica que lo que hicieran estuviera bien, pero si te daría una forma más humana de verlos, al menos si las personas pensaran así, y entendieran a las personas malas le darían una condena más alta, pero no la pena de muerte.
Solo dios puede quitarle la vida a alguien, y que una persona lo haya hecho no significa que nosotros, unos simples humanos, debamos quitársela a él. El tiempo de dios es perfecto, y solo él sabe cuándo debemos morir, hacer si trabajo merece un castigo.
Siento mi teléfono vibrar avisándome que alguien me ha enviado un mensaje.
Mamá:
«no llegues tarde a casa.
Te ama, mamá»
Bloqueo la pantalla y me dedico a cruzar la calle hacia un café, “Dreams Café” en este lugar hacen el mejor pastel de helado de la zona, es tranquilo y me gusta ir a pensar.
“Cuando tu mundo se desmorona un buen café no te caería mal” ese es su lema, y si tienen razón, lo tibio de un buen café, ese sabor y ese olor te proporcionan calma aun cuando tu mundo se cae a pedazos, ¡Dreams café ustedes saben de lo que hablan!
Me pongo en la fila para pedir un batido. Cuando llega mi turno el chico que está atendiendo me sonríe nervioso.
—hola…
—¡hola!
De su frente cae una fina línea de sudor que baja hasta su nariz y la cual se limpia nervioso, me quedo unos segundos esperando a que el me pregunte que pediré, pero al ver que no habla y que solo me mira carraspeo.
—¡ajan! Quiero un batido de banana, por favor —digo mirándole.
Sus ojos se abren como platos y su boca forma una enorme O, al parecer no se había percatado de que no había hablado y que las personas comenzaban a quejarse en la fila.
—¡oh, lo siento! Lo lamento, su orden estará lista en unos minutos ¿algo más? —se excusa nervioso. Niego y me dispongo a buscar un lugar donde sentarme.
Siempre que vengo, ese chico actúa extraño, no sé si siempre actúa así o solo cuando estoy, pero vamos, no estoy tan fea… A menos, ¿Qué le guste? Pensándolo bien podría ser que, si le guste, lo he cachado mirándome muchas veces, y siempre suda y se pone nervioso cuando estoy cerca ¡es tan tierno! Aunque no es lo que busco. Podría darle una oportunidad, tal vez es el típico chico normal pero que esconde un enorme secreto.
Sonrío ante mi pensamiento, tal vez Margot tiene razón y me estoy ilusionando demasiado. Los chicos no caen del cielo, y mucho menos el chico que busco ¿estaré destinada siquiera a enamorarme? Nunca sentí empatía por algún hombre que no sea mi padre, bueno por ninguna persona que no sea mis padres y hermana, esto sería una nueva experiencia.
Al cabo de unos minutos el mismo chico trae mi pedido y de nuevo con esa misma sonrisa nerviosa me mira.
Antes de que se marche le llamo.
—oye… ¡espera! —digo mirándole. Él se voltea y me mira—. ¿Cómo te llamas?
—Donovan…
—oh ¡como el guapetón hijo de la anciana de American horror Story! —digo recordando. Creo que debí pensar bien antes de hablar.
Su rostro se pone rojo como un tomate y puedo notar como baja su mirada para que no me dé cuenta, lo siento Dono, muy tarde. No puedo detener la carcajada que sale de mis labios, pongo una mano sobre mi boca a modo de contención.
—Lo siento, lo siento —pido disculpas, esto provoca que el levante la mirada—, ¿acaso soy tan fea? Siempre me miras y apartas la mirada, o solo te trabas con tus palabras, y sudas a montón.
—eres hermosa —exclama casi inaudible.
—¿Qué dijiste?
—¿eh? Qui-quise que no, no pienso que seas fea es solo que… —deja la oración en el aire—, ¿sabes qué? No es nada, solo soy un poco nervioso, jeje, no te preocupes —dice retirándose.
Mientras camina me quedo observándole, bien, al parecer le gusto. Él no es feo, tiene ojos grises y expresivos, cabello rubio que siempre que lo veo, tiene peinado de lado dejando que unos cuantos flecos caigan por su frente, tiene labios carnosos y tez bronceada, además, es alto, no se le ve mucho musculo, pero tampoco es tan delgado.
Tomo mi batido y salgo del local. Deben ser alrededor de las 4:20, el sol está empezando a perder fuerza y volverse más frio, su luz se torna un poco más clara, aun si abandonar su intenso amarillo. El infierno ya está aquí y las tardes en santo domingo son un tanto frías y húmedas, es extraño que no esté lloviendo ya que aquí, a pesar de ser un país tropical, cuando llega el invierno llueve mucho, claro, al medio día, a pesar de la llueve siempre hay un calor abrasador, esa es la belleza de la República Dominica.