Buscándote

10. Amanecer

 Los dos se quedaron mirándose por unos instantes, algo en ellos les hizo sentir como si se conociesen de toda la vida. Eran dos almas solitarias, con pasados duros que querían mantener en lo más hondo de sus recuerdos. Y Evans, sin ni siquiera saber cómo, alzó las manos hasta el rostro de Mar, ahuecándolo con las manos suavemente. Los ojos de Mar seguían sus movimientos. El chico, con la sangre subiendo a sus mejillas y con mucha inseguridad atrajo hacia sí la cara de Mar. La chica entornó los ojos dejándose llevar ante la acción de Evans, acomodándose en el sofá.

Sus labios estaban a escasos centímetros, por un momento no parecían dos extraños que hace unos días no sabían la existencia del otro. Los segundos parecían eternos esperando aquella unión.

Y las manos de Mar se posaron en las muñecas de Evans, haciendo una leve fuerza hacia abajo. Los ojos del chico se abrieron y al ver el gesto de ella, quitó sus manos lentamente.

—Evans...Mejor que no —Susurró la chica todavía sin alejarse.

—Esta bien —Carraspeó Evans con nerviosismo.

Los ojos azul intenso de Mar observaron los labios entreabiertos de él. Por un momento dudó y entonces sus manos soltaron las muñecas de Evans y sujetaron su rostro, atrayéndolo hasta unir sus bocas. Un beso torpe al principio, lento y suave después que duró unos largos segundos. Y a la cabeza de Evans, como si de un cubo de agua fría se tratara, vino la imagen de una chica sentada en un banco mirando las estrellas con su pelo recogido en una coleta de caballo; Sarah.

Se separó abruptamente de la chica frente a él. Sentía como si hubiese traicionado a aquella chica de sus sueños. La mirada confundida de Mar se cruzó con la paranoia de un Evans que de repente quería salir de ahí. Se separó un poco más de Mar, hasta dejar la misma distancia inicial y buscó en su cabeza cualquier excusa que le permitiera irse.

—Mar, acabo de recordar que tengo que estar en casa, hoy viene una familiar de visita... —La confusión seguía en Mar.— Su bus llega temprano porque viene desde Estados Unidos... Y bueno, hablamos —Concluyó nervioso.

Se levantó despacio, esperando alguna respuesta, pero en su lugar una sonrisa tímida le despidió. Mar se levantó dejando en bol de palomitas en la mesa de té dispuesta a acompañarlo a la puerta.

—Está bien —Dijo con voz dulce.

El camino hasta la puerta que le había traído hasta el salón varias horas antes ahora se hacía incómodo e interminable en la vuelta, los dos siguieron el pasillo recto en silencio, uno detrás del otro. Cuando Evans llegó a la puerta sujetó el pomo unos segundos antes de darse la vuelta.

—Gracias —Soltó rápidamente.

—¿Por qué? —La voz risueña de Mar volvió.

—Por no... Haberme dejado en la puerta, supongo —Soltó una risa nerviosa.

—Ah, eso, no te sientas especial, se lo hago a todos —Bromeó guiñando un ojo.

Evans se acercó hasta el rostro de ella y le dio un beso en la frente antes de abrir la puerta. Ella rió ante el surrealismo de la situación. Y él en un suspiro cruzó el umbral de la puerta. Después de dar dos pasos largos hasta el ascensor se giró para ver de nuevo la puerta entornada con media cara de Mar apoyada con una sonrisa. Vaciló entre la idea de volver y darle un beso o apretar el botón del ascensor e irse. Ella seguía en la puerta, como si esperara la primera opción. La imagen de Sarah otra vez parpadeo en su cabeza, pero rápidamente la hizo a un lado.

Encontró el brillo en la mirada de Mar, y tomó una decisión.

 




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