La primera persona con quien hablo es una mascara

Wilson, preparándose para ir a estudiar nuevamente, no dejaba de mostrar entusiasmo por comenzar el nuevo ciclo escolar ante todos, aunque esto fuese sólo una mentira. Para ser sincero, Wilson no tenía ni la más mínima forma de entender si el cambiar de una escuela a otra tenía algo de emocionante. Lo que él creía era que sólo se trataba de un traslado de campo de batalla donde debería de conocer a sus nuevos enemigos. El tratar con personas que no se conoce ni en lo más mínimo era algo completamente aterrador.

Wilson, mientras esperaba el autobús, vio que llegaron otros con el mismo uniformo. Ellos, tan sólo se vieron, comenzaron a sonreír y platicar tan cálidamente. Wilson sólo los ignoro hasta que se subió al autobús. Pero, como era de esperarse, en cada asiento se encontraban varios “amigos” platicando de muchas cosas.

Wilson, dirigiéndose hasta la parte de atrás, se quedó parado junto a la ventana del lado derecho. Para ser un poco realistas, a pesar de haber tomado esta actitud aun creía que en ocasiones se podía apreciar del paisaje desde la ventana. Pero, al encontrarse con personas que sólo contaban algo sobre otras personas y no hacían nada productivo en estas conversaciones, arruinaba todo el panorama que era de lo poco que disfrutaba. Subían diferentes tipos de personas. Algunas de ellas tenían puestos sus audífonos, otras aparentaban ser estudiosos, otros iban a trabajar aunque sus ánimos eran pésimos, y así se podía continuar con una lista muy grande. Sin embargo, aunque mirase eso siendo el primer día de clases, para él no significaba algo del otro mundo al ser que todas las apariencias que se veían, al fin de cuentas, todos dejaban que su negativismo se apoderara de aquel panorama  de una forma u otra. Para Wilson, que había estado fingiendo y mejorando en esta por mucho tiempo, le era fácil notar muchas expresiones que las personas trataban de ocultar de los demás para que no notasen que se encontraban enfadados, si detestaban con quien se encontraban entre otras.

Mientras el autobús continuaba su ruta, se podía oír a lo lejos unas leves risas. En eso, en una parada, subió una persona algo extraña para Wilson. Al comenzar a dirigirse hasta la parte de atrás, no dejaba sentir en él esa aura que las demás personas desprendían. Esto le parecía muy raro para Wilson, ya que nunca se imaginó encontrarse con una persona así.

De pronto este, que era un estudiante del mismo lugar que Wilson, se quedó junto a él. Pero, al cruzar las miradas, lo único que pudo ver de esta persona fue una profunda mirada sin reacción de tener los mismos hábitos que todos. Lo que se detectaba era un completo extraño que no le importaba que los demás conocieran como era realmente. Wilson, sin saber cómo reaccionar, pensó – no lo sé. Pero, por alguna razón creo que será mejor no tratar de involucrarme con alguien así. No puedo decir que sea malo, pero no dejo de creer que exista alguien así –. Este, saludando de forma casual, hizo que Wilson tuviera que contestar para no ser descortés.

Para evitar conseguir iniciar una charla imprevista, hizo un gesto como si se recordara que le faltara algo y así comenzó a revisar su mochila para encontrarlo. El muchacho, que logró esquivar esta forma con un “¿has olvidado algo?” hizo que Wilson tuviera que responder al no haber otra persona a la par. Con una respuesta, dijo – no es nada grave – y cargo nuevamente su mochila y vio hacia afuera de la ventana. Esto era para que entendiera la indirecta de no tener ni un interés en entablar conversación alguna.

Al ser que durante el resto del viaje no se escuchó ni una sola palabra más, le hizo estar aliviado, ya que no serviría de nada tratar de platicar si al final no se trataría más que un campo donde la apariencia debía de prevalecer como si fuera cosa de vida o muerte. Aunque pareciese que el muchacho era completamente honesto, Wilson conocía muy bien que toda persona esconde algo en su interior y que no podía ser verdad encontrar a alguien que se pudiese decir que fuera completamente “sano y libre de toda malicia” ya que la más mínima pisca se puede encontrar en todos y el simple hecho de negarlo es como demostrar lo lejos que esta de comprender quien es en verdad. Por supuesto, esto no significa que sean todos sean malas personas sino que esto indicara hasta donde pueden crecer aprendiendo de si mismos, por encima de todo, y de los demás.

Al llegar a la escuela, Wilson se alineó con los demás al ser tiempo de que iniciara el acto cívico para dar inicio al ciclo escolar. Todos cantaron el himno nacional, hicieron la jura a la bandera y escucharon las recomendaciones como la bienvenida que les dieron los maestro y el director. Durante todo este momento, Wilson se dio cuenta que muchos lo tomaban como broma, por lo que no cantaban como era debido, no es que se buscara la perfección pero por lo menos tratar de aparentar no estaba de más. Entre muchas otras cosas que pudo notar, pensó – bueno, no es que se esperara algo bueno de las personas de todas maneras. La forma de mostrar que te interesa tu patria está sobrevalorado si buscas una forma en específico. Así que no diré nada. Además, yo no soy quien para criticarlos ya que no cuento con algo que se podría decir “el ciudadano patriota ideal”. Las mentiras donde escondes tu forma de ser es el peor desperdicio que puedes hacer pero, al parecer, es la única forma de poder incorporarte en una sociedad que está completamente quebrada. No podemos encontrar en la historia alguna sociedad que se salve de esto, puesto que todas han mantenido las apariencias como la mayor fuente para su crecimiento y son muy pocos  los que de verdad se han revelado en contra e este engaño. Bueno, aunque muchos de ellos terminaron muertos también por su comportamiento fuera de línea –.