Búsqueda

Encuentro

Piotr se levantó cansado de la cama para ir a bañarse, le dejó a la prostituta con quien había pasado la noche su dinero en el velador, se vistió y se fue de ese sucio motel, para seguir la ruta que le habían designado en la empresa donde trabajaba, era un camionero.

De su pasado solo recordaba haber aparecido 10 años atrás en una playa, con muchos golpes y heridas, unos pescadores en Florida los ayudaron, pero tenían tan poco que decidió irse lo antes posible.

Así llegó a un albergue, pero allí se sentía fuera de lugar, no era alguien muy sociable, solo le gustaba que lo dejarán solo, quería recordar quien era para poder volver a su vida, pero seis meses después de llegar a ese lugar su memoria no había vuelto, así que los encargados decidieron ayudarlo a conseguir papeles para que buscará un empleo.

— No recuerdas nada ¿De verdad cariño? — le dijo maternal Mary — si tienes antecedentes criminales podemos ayudarte.

— No sé quién soy, cuando me encontraron estaba muy lesionado, dicen que parecía que me había peleado con un oso.

— Te tomarán las huellas a ver si hay algo en el sistema de la policía.

Pero no encontraron nada.

— Tal vez venías de otro país en un barco, esa ruta donde apareciste se usa para tráfico de personas — explicó John.

El desconocido trataba de recordar lo que fuera, pero nada venía a su mente.

— Con el certificado médico, lograremos que te den una identidad provisoria ¿Qué nombre te gustaría tener? — preguntó el encargado.

— ¿Nombre...? —  lo meditó un rato — no sé cuál.

Mary lo miró fijamente y luego sonrió.

— Piotr, como mi abuelo, se parecía a ti, era de Rusia.

Así el hombre se convirtió en Piotr Doe, era alto, 1.97, piel clara, pero los ojos y el cabello oscuro, se veía muy fuerte, los del refugio le consiguieron empleo cargando y descargando camiones. Con los meses aprendió a conducir esos vehículos, y su vida desde ese momento se resumió en ir de un lado para otro del país, su camión se había convertido en su hogar.

En su nueva vida, no se hizo de amigos, a no ser los encargados del refugio, siempre que pasaba por allá iba a verlos. En el camino, cuando veía gente haciendo autostop ni siquiera los miraba.

Por suerte casi nadie quería tener contacto con él, con esa expresión seria, su altura, y su cabello corto, le daban un aire de psicópata. En la empresa de transporte lo tenían bien considerado, era un buen trabajador, cumplidor, que nunca se metía en problemas con nadie, por eso algunos conductores lo odiaban.

Su vida era solitaria y monótona, hasta que 7 años después de haber despertado sin saber quién eran, en una carretera, una fría noche de invierno, vio un joven pidiendo aventón, tenía como máximo 16 años, y ropa muy liviana, se notaba que caminaba para entrar en calor, vio la sonrisa nerviosa del muchacho esperanzado que lo llevará. Pasó como siempre de largo, pero esa cara no pudo borrársele, fastidiado consigo mismo, un poco más allá paró, le dio 5 minutos, si se subía lo llevaría, aunque estaba seguro que cuando lo viera se iría asustado.

Pero no fue así, el jovencito, con un mechón oscuro que le caía en la cara, se subió sonriendo.

— Muchas gracias señor, allá afuera está helando.

— Hummm ¿A dónde vas?

— Donde usted vaya estará bien para mí.

Luego de apagar la luz de la cabina, siguieron en silencio, el hombre miró al rato al que recogió, estaba durmiendo, abrazándose a sí mismo tiritando un poco. Como era tarde, Piotr decidió dormir, se estacionó en la berma del camino, se pasó a la cama que tenía atrás de los asientos, pero antes le puso al muchacho una manta, el muchacho estaba tan cansado que no despertó, solo se relajó al abrigarse.

Al otro día el camionero despertó por una ráfaga de frío, el joven había abierto la puerta para ir a orinar. Piort estaba molesto, ya que por fin desde que despertó en Estados Unidos, soñó con unas voces que se le hicieron muy familiares.

"Que muchacho más confiado, como se le ocurre dejar su mochila en el asiento, si yo quisiera podría irme y dejarlo botado".

— Lamento haberlo despertado señor, es que ya no aguantaba — se excusó el muchacho cuando volvió al asiento.

— Ya es hora que siga — respondió cortante.

Luego de ir a orinar también, pero con las llaves del camión en su bolsillo, los dos se lavaron un poco con agua tibia del hervidor, con lo que quedó Piotr preparó café para los dos.

— Muchas gracias, es usted muy amable — al tomar el café el chofer escuchó el estómago del otro, que se avergonzó, seguramente no había comido hacía tiempo pensó Piotr.

— No tengo hambre ¿Quieres este sándwich? Sino lo tiraré por la ventana, no tengo hambre.

— Démelo, gracias — más que comérselo, el muchacho se lo devoró.

Siguió la mañana, tranquila, de nuevo el jovencito tiritaba de frio porque le había devuelto la frazada al camionero. En ese momento el hombre estacionó el vehículo en la berma de nuevo.

— ¿Pasa algo? ¿Se pinchó un neumático? — miró nervioso al camionero que se veía algo molesto.

"Tal vez lo hice enojar por algo y me echara fuera, tendré que caminar mucho, todavía no se ve la ciudad — pensó el muchacho".

El chofer se metió en el camastro que estaba atrás, sacó una chaqueta y se la pasó.

— La iba a botar, la lave y se descoloro, si la quieres es tuya.

— Gracias — se la puso inmediatamente, le quedó algo grande, pero no le importo, se acomodó las mangas — me queda perfecta — le sonrió agradecido.

Luego todo fue silencio hasta que llegaron a una cuidad.

— Hasta aquí voy, tengo que ir a descargar la mercadería para ver donde me van a mandar ahora.

— ¿Me permitiría ayudarle en la entrega? — ofreció solicito el jovencito.

— ¿Cuánto quieres?

— Nada, usted me trajo, y me regaló esto, soy yo quien le debo.



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En el texto hay: amnesia, dragon ball, confusin

Editado: 23.08.2021

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