Cada día un poco más

Capítulo 1

(Hailee)

El sol estaba golpeando directamente a mi cara, obligándome a abrir mis ojos. ¿Por qué había puesto la cama en esta posición? O, mejor dicho, ¿por qué aun no compro cortinas? Suspirando, busco mi celular bajo la almohada y, cuando lo encuentro, miro la hora. 8: 23. Me levanto lentamente y tomó mis cosas para ir a la ducha, la cual, afortunadamente, no estaba ocupada. De seguro porque mis compañeras de departamento salieron anoche y llegaron muy tarde como para despertarse temprano, así que, lo más probable es que todo el lugar este en silencio hasta el mediodía.

Al salir del baño, me vestí rápidamente, porque ya se me estaba haciendo tarde para el trabajo. El uniforme, para mi alivio, era algo realmente simple: una blusa azul con el logo de la cafetería en el lado del corazón, una falda negra que llegaba sobre la rodilla y unos zapatos del mismo color bajos. A pesar de que aun estábamos en verano, corría un suave viento frio, por lo que me coloqué un chaleco largo y tomé mis cosas para salir. Mientras esperaba el ascensor, saqué mi celular, viendo algunas publicaciones de farándula que me salían en la barra de notificaciones. Ni si quiera sé por qué me aparecen. Uno de ellos me llamó la atención: "Bluish Stroke causando furor en su gira"

Realmente debo buscar una manera de sacar estas cosas de mi teléfono.

La cafetería Anís era una de las más recurrentes de la ciudad, debido a lo cerca que esta de las tres universidades, por lo que, en cuanto el semestre iniciaba, se llenaba el lugar. Al llegar, vi a Roger, uno de mis compañeros, abriendo el local, mientras tarareaba una canción que no reconocí. 

— Buenos días, Hailee — saludó cuando llegué a su lado, dándome un beso en la mejilla, para luego abrir la puerta y entrar —. ¿No se supone que hoy entra otra chica? — pasamos a el lugar de los casilleros y yo dejé mi cartera en el mío.

— Según Carmen, sí. — até mi cabello, mientras él me observaba de una manera que sabía lo que me pediría —. No. No. Olvídalo, Roger. Yo no quiero entrenarla — hice un puchero —. Yo me encargué del último chico que se fue a la semana siguiente. — me amarré el delantal negro en la cintura y salí para prender las máquinas de café.

— Pero tú me pediste encargarte de él. Técnicamente, ese era mi turno — se cruzó de brazos y yo lo miré con los ojos cerrados.

En ese momento, una chica rubia entró al lugar con una enorme sonrisa, llevándose la atención de ambos.

— Eh... hola — saludó con su mano —. Me llamó Lily Anderson y... hablé con la dueña... se-se supone que hoy entro a trabajar — miré de reojo a Roger, quien seguía observando a la chica con una sonrisa boba.

— Hola. — le devolví el saludo, acercándome a ella —. Mucho gusto. Mi nombre es Hailee y él es Roger. — señalé a mi compañero —. ¿Tienes experiencia con esto?

— No mucho, la verdad.

— No te preocupes. Roger te va a explicar cómo funciona todo ¿verdad? — me giré hacia él, sonriente y pareció darse cuenta de lo que pasaba.

— Claro. — la guie hasta él, quien, de inmediato comenzó con el típico recorrido del lugar y a explicarle cómo funcionaba todo.

Mientras tanto, yo me encargaba de bajar las sillas y ordenar todo, porque solo nos quedaban 5 minutos para abrir y que Carmen llegara. Cuando lo hizo, saludó y se fue a su despacho como de costumbre, pidiéndome que vigiláramos bien a la chica, porque nunca antes había trabajado en algo como esto.

Terminé de atender a un grupo de chicos que estaba en una de mis mesas y volví a la barra, donde Roger conversaba con Lily, porque, hoy, el lugar no estaba tan lleno. Ellos estaban hablando sobre algo de un pueblo junto al lago al que ella siempre va que no logré entender y otras cosas en las que tampoco me concentré porque me quedé mirando mi teléfono, leyendo otro artículo que me acababa de llegar: "Cameron Nélisse, vocalista de Bluish Stoke, ha sido visto borracho luego de una fiesta..."

— ¿Te gusta Bluish Stroke? — preguntó Lily al ver mi teléfono. Lo bloqueé y me encogí de hombros.

— No mucho, a decir verdad. — le enseñé el teléfono —. Es solo que... me llegan esas noticias y no sé cómo quitarlas.

— ¿Enserio? Yo te puedo ayudar — se ofreció con una gran sonrisa y yo le entregué me celular —. Una vez me pasó esto mismo y mi mejor amigo me enseñó a arreglarlo — apretó unas cuantas cosas y todas las noticias que no podía quitar de mi barra de notificaciones se eliminaron.

— Muchas gracias — le dije y ella sonrió. La puerta del local se abrió y las personas se sentaron en una de las mesas de ella, por lo que tomó su libreta y fue hacía allí con su gran sonrisa.

Mi turno terminó a las 3 de la tarde y, justo cuando me estaba por ir, Carmen me llamó a su oficina. Allí, ella estaba detrás de su escritorio, observándome con una gran sonrisa. Ella era una mujer de unos 50 años muy amable que tenía esta cafetería desde muy joven. Tenía el cabello negro, porque lo mantenía teñido, con un flequillo, sus ojos eran cafés y tenía las mejillas un tanto regordetas.

— ¿Cuándo entras a la escuela? — preguntó mientras yo me sentaba en una de las sillas.

— El lunes. 

— Tenemos que ver cómo será tu nuevo horario, cariño ¿Cómo quieres hacerlo?

— Los lunes y miércoles en la tarde y el resto de la semana en la mañana, si te parece bien — asintió sonriendo.

— Perfecto.

Seguimos un rato conversando sobre los horarios y la paga y, luego me fui. Me despedí de los chicos, cuyo horario terminaría más tarde y salí. Caminé rápidamente hacia mi departamento, porque 1) estaba muriendo de hambre y 2) hacía mucho calor.

Apenas abrí la puerta, me llegó olor a comida y mi estómago comenzó a gruñir. Llegué a la cocina, donde Julia estaba bailando al ritmo de una canción, mientras revolvía lo que estaba cocinando con una cuchara de palo. Llevaba un short, una de esas camisetas holgadas que tanto le gustaban y su cabello estaba amarrado en un desastroso moño, lo que significaba que acaba de levantarse. Miré hacia la sala, dándome cuenta de que no había rastro alguno de Tamara. Me di media vuelta y regresé a mi cuarto, para poder quitarme el odioso uniforme y cambiarlo por algo mucho más cómodo. Al salir, Julia seguía concentrada en la comida y en la música.



#8025 en Joven Adulto

En el texto hay: bandas, amor, ruptura amorosa

Editado: 14.06.2022

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