Cada Segundo Cuenta

CAPÍTULO CINCO

Capítulo cinco.

JOSH.

Qué aburrido.

Cada vez más mis ojos amenazaban con cerrarse, di una mirada rápida a todo el salón y descubrí que no era el único que estaba así. Froté mis ojos para despabilar el sueño pero fue inútil.

Aún faltaba una clase para ir a casa y mis ojos ya están por cerrarse de lo aburrido que se me estaba haciendo esta clase. No tengo nada en contra de los maestros pero siendo sincero, esta es la materia que más odio.

—¿Alguien tiene alguna pregunta? — Habla el profesor y sin pensarlo dos veces levanto mi mano — Rodríguez, dígame.

—¿Puedo ir al baño?

Vi que el hombre con algunas arrugas y canas en su cabello suspirar ante mi pregunta, pero accedió a que me retirara del aula y eso fue exactamente lo que deseaba hacer desde hace veinte minutos. Tomé mis pertenencias y salí del salón bajo la mirada de todos.

Ser el chico nuevo realmente te pone a la vista de los demás, eres un completo extraño para todos ellos. Las constantes miradas de aprobación o desaprobación sobre mi presencia, son muy incómodas.

Cosas como esas son las consecuencias del manejo sobre mí que tienen mis padres. Aún me pregunto cómo fue que llegaron a un acuerdo con lo excelente que se llevan. Nótese el sarcasmo.

Me inventaré cualquier excusa al guardía que está en la puerta del instituto cuidando como un estúpido perro guardián.

No seas grosero, Joshua. Ya hasta puedo escuchar la voz de mi madre, regañándome.

Esta escuela es algo grande, no tanta como mi antiguo instituto pero tampoco es que está mal. Aún estoy conociendo todos los pasillos y rincones que tiene este lugar, he de admitir que cuando mi madre me trajo aquí para conocer esta preparatoria no presté mucha atención.

Pero igual no me afecta porque así puedo encontrar lugares remotamente escondidos para cuando quiera estar pasar el rato, yo solo.

Paso justo al lado de los baños, cuando uno de ellos se abre. Miro cuál y es el de las mujeres. De ella empiezan a salir dos chicas la cual una sale de espaldas y choca conmigo, todo su cuerpo se pone rígido, está nerviosa.

Se da la vuelta mostrándome su identidad y sería una sorpresa encontrarme con alguien diferente, pero es ella. Cada vez que me cruzo con esos ojos azules, llaman mi atención, muy aparte de que sea mi color favorito, los suyos siempre tienen ese brillo en particular. Ella abre los ojos en sorpresa y retrocede un paso atrás, me observa y se fija que llevo la mochila en el hombro. No me sorprende que arrugue sus cejas. Está confundida y eso me hace sonreír, se ve como un cachorrito con la cabeza ladeada y en lugar de tener los ojos como los del gato con botas, los de ella están entrecerrados.

—Hola, bonita.

Aquello la hace voltear los ojos y girarse hacia su amiga quién no aparta la mirada de mí. Cuando la veo me doy cuenta de que, aparte de ser muy bonita, se nota que estaba llorando, por lo rojo que tiene los ojos y la nariz. Esto es raro.

—¿Estás lista? — Pregunta la castaña, la chica a su lado deja de mirarme para posar sus ojos sobre su amiga y asentir — muy bien, entonces vámonos.

Eso me hace jadear de la incredulidad, ignorarme tan descaradamente es su fuerte y no dejaré las cosas tan a la ligera.

Eso sí que no.

—Creo que es de muy mala educación no devolver el saludo a alguien quien lo hizo de una manera amable — levanto un poco la voz —. Ser grosero con alguien de esa manera se ve feo, ¿no es así, Alicia?

Eso la detiene generando una sonrisa en mi rostro. No te esperabas eso, ¿verdad?.

Su amiga voltea a mirarme y después le susurra algo en el oído.

Volviéndome osado avanzo hacia ellas, remuevo un poco mi cabello con mi mano y paso mi mochila a mi hombro izquierdo porque ya lo siento algo pesado. Estando ya algo cerca, Alicia se voltea y si las miradas mataran ya estaría bajo tierra.

Me intriga mucho saber qué es lo que le molesta de mí, cada que la tengo frente veo que se vuelve algo... agresiva, en mi contra y no negaré que me divierte mucho hacerla enojar, cree que se ve amenazante pero es todo lo contrario.

—Hola, yo soy Lizeth pero me puedes llamar Liz y ¿tú eres...?

Miro hacia la chica rubia que se acaba de presentar y le regalo una sonrisa. Su actitud ahora es refrescante y alegre, todo lo contrario a como estaba minutos atrás. Ya que me dio entrada a una posible conversación, la aprovecharé tan solo para retar a Alicia la cual me da una mirada fulminante que me motivan a entrar en el juego.

—Josh —hablo.

Liz sonríe y antes de que responda algo, su amiga —para nada feliz— la interrumpe.

—Bueno, ya se presentaron ahora, — Alicia ojea a su amiga — vámonos.

—¿Qué te pasa, Licy?

¿Licy? Eso sí que es algo interesante...

—No me pasa nada, vámonos — dice de una manera demandante.

Me pregunto por qué tiene tanta prisa en irse, aún falta para la siguiente clase. Pero puedo imaginar que todo se debe a mí.

—Bueno, Josh, ¿nos puedes ayudar con algo? — pregunta, Liz.

Los ojos de la castaña se abren y le da un codazo a la rubia —para nada indiscreto— haciendo que ésta la mirase confundida.

¿Te gusta huir de mí no es así, bonita?

—Por supuesto, ¿en qué puedo ayudarlas? — me ofrezco. Iré en contra de lo que la chica de ojos azules, planea hacer.

—No necesitamos tu ayuda, así que muchas gracias.

Esa actitud molesta otra vez.

—Cálmate, Alicia — su amiga le toca el hombro y la gira hacia ella —. Así llegaremos más rápido, además... no perdemos nada en intentarlo y él aceptó en ayudarnos.

Observo la situación con mucho detalle y diversión. No tengo idea que es lo que quieren de mí y para ser honesto, no suelo ser tan gentil con las personas pero aquella chica de ojos azules, que no deja de morder su labio inferior para decidir si recibir ayuda mía o no, me hace bajar la guardia tan solo un poco. Para ver cuál será su reacción.




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