Cada Verano Sin Ti

16: Está sucediendo

 

Las personas suelen romantizar a la luna y al sol, colocándolos mayormente en la literatura como amantes destinados al fracaso, como una historia de amor sin un final feliz pues sus condiciones son irreversibles y jamás estarán en el mismo lugar, al mismo tiempo. Siempre destinados a no estar juntos pero gracias a mi padre, he crecido imaginándolos más como rivales.

Papá solía decirme que la luna no es la esposa prohibida del sol, es su enemiga pues ella siempre ha querido ser del lado oscuro pero gracias a la existencia del sol, nunca lo ha logrado completamente, solo parcialmente. Que el sol tenía una gran enemistad con quien presumía lo que era suyo, su iluminación.

Papá me contó esta historia luego de preguntarle porque la luna tenía luz y él me explicó que la luna no producía luz, solo reflejaba la del sol y prosiguió citando algun poema sobre el supuesto amor que había entre estas dos figuras del universo, solo para explicarme su teoría de como en realidad, se odiaban.

Además, según él, la luna no necesariamente tenía que ser femenina, podía ser un objeto masculino y eso solo tensaría la relación entre “la luna” y el sol. Quizás este tipo de relatos suenan demasiado fuertes para una niña pequeña que creía en cuentos de hadas y princesas pero a mí me encantaban, me gustaba imaginarme a la luna y al sol luchando cuando todo se oscurecía en el planeta. Antes no sabía que una parte de la tierra siempre va a estar iluminada.  

Papá solía contarme estas cosas cuando era pequeña, cuando me trataba de diferente manera y me protegía con más afecto. Papá me hablaba de la enemistad entre el sol y la luna, de cómo en realidad íbamos a nacer en mercurio y de que las estrellas en realidad eran seres vivos que flotaban en el espacio con linternas gigantes.

Papá dejó de contarme esas historias hace varios años pero jamás las olvidé, las memoricé pues cada vez que podía, le preguntaba lo mismo solo para recibir la misma respuesta absurdamente entretenida.

He crecido y ahora comprendo que ni el sol ni la luna sienten nada por ellos, que solo existen sin un corazón o sin una historia de rivalidad pero estando presente en este lugar, con dos personas que evidentemente se desagradan, personifican a la perfección ese relato de mi padre.

Ahora que veo a Ren y a John enfurecidos el uno con el otro, comprendo que, si la historia fuera real, eso se vería de esta forma. Si la luna y el sol tuvieran rostros, ojos y cejas que se fruncen con fuerza, se parecerían a estos dos chicos.

Para mí, Ren es el sol. Brillante, cálido e imposible de ignorarlo. John es la luna, con una parte oculta, igualmente bella pero diferente. Solo diferente. Tal vez papá no se equivocaba, tal vez la luna y el sol si eran enemigos desde el comienzo de todo y ahora, sus representaciones de carne y hueso están a punto de comenzar una pelea.

—John —llamo de nuevo y le tomo del brazo—, ¿Estas bien?

Me preocupa que esto haya sido un error y suceda algo muy malo. Él finalmente retira la mirada de Ren y me mira. —Marie… lo siento pero no debería estar aquí.

Tiene razón, lo mejor es que se vaya. No quiero correrlo de mi casa pero el ambiente cambió desde que estos dos cruzaron miradas y no las apartaron por varios segundos.

Mamá dice con voz de locutora: —La comida está lista —aplaude—, Fantasy, John, vengan por favor.

Ahora no hay forma de escapar para John, quien se ve preocupado y molesto. Victor va adentro y trae una silla extra, colocándola a mi lado. ¿Es enserio que voy a sentarme en medio de Ren y de John? Eso es como estar justo al medio de una guerra mundial.  

El señor Kethon ayuda a mamá a servir todo y yo no hago nada más que quedarme quieta en mi asiento. Estoy pensando muchas cosas a la vez, estoy considerando la opción de retirarme de aquí con uno de ellos pero si me voy con John no sería buena idea y si lo hago con Ren, presiento que John se molestará conmigo. Sé que no tiene derecho pero no quiero que eso suceda.

Supongo que no puedo agradar a todos.

John tiene la mirada en la comida, evitando el contacto visual con los demás. Yo me muevo incomoda en mi asiento, deseando estar en otro lugar, quizás en la playa. Ojala pudiera estar corriendo libremente sobre la arena caliente que estar quemándome con la tensión de estos dos.

—Entonces, John —mamá habla—, ¿Cómo conociste a mi hija? —pregunta sonriendo.

Seguramente mamá no recuerda que le hable de John y la fiesta, de Peter y de los demás chicos. No la culpo, las historias adolescentes de su hija no son tan interesantes como para memorizarlas todas.

John parece agradecido que mamá se haya dirigido a él. —Ah bueno, tenemos amigos en común y nos conocimos gracias a ellos —explica sin mayor profundidad en la historia.

Mamá sonríe. —Asombroso, ¿también con Ren? —su tono de voz es alegre pero el rostro de la mayoría de las personas aquí, no lo es.

Por un momento pensé que mamá sabría algo sobre la enemistad entre los Kethon y John, ella ha vivido aquí por más tiempo y convive con el señor Kethon más seguido, a decir por la manera en que él también estaba viendo a John puedo deducir que él sabe algo, pero mamá no tiene idea.

John abre los ojos y está buscando una buena respuesta, yo aclaro mi garganta y respondo en su lugar: —Ren está ocupado cuando hemos salido.

Ella asiente. —Comprendo, Ren es un buen chico, tan trabajador —afirma ella con una gran sonrisa.

Mamá dice esto pues en su mente, ella ya me emparejó con Ren pero fuera de la mente de mi madre, está sucediendo algo aquí, con mucha tensión y ella no logra darse cuenta.

—Sí que lo es —responde el señor Kethon un tanto serio.

Estoy segura que John resopló por su nariz. Desde que él vino, los chicos Kethon han estado muy callados, se ven incomodos y yo solo quisiera que alguien me explicara que ha sucedido entre todos. Mis dudas solo se acumulan con cada minuto que paso en esta mesa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.