Sam y yo vamos por la mitad de la serie, son diez episodios y estamos comenzando el sexto.
Ayer pudimos ver dos así que hoy intentaremos de nuevo ver otro más mientras él toma descansos cortos. Víctor no se molestó ayer por la tarde cuando entró y nos encontró viendo la pantalla de mi computadora durante la hora de trabajo para Sam, en realidad no preguntó si queríamos café helado.
En casa Víctor me dijo que estaba feliz de verme pasar tiempo con chicos de mi edad de nuevo, yo le respondí que no volvería a quitarle el tiempo a Sam mientras estaba en horario de trabajo. Víctor negó y aseguró que no le molestaba y que Sam ya adelantó más de lo necesario.
— ¿Qué harás mañana? —le pregunto a Sam mientras le ayudo a engrapar unas hojas.
Se encoje de hombros. —Mañana es mi día libre así que, alimentar a mis gatos, ayudar a mamá y dormir.
Él me pasa otras tres hojas para engrapar. — ¿Quieres venir a mi casa? Podemos terminar de ver la serie —él no me contesta rápido así que asumo que no quiere—, o podríamos terminar de verla la otra semana.
Sam niega. —No, lo siento, si quiero Marie pero… ¿En serio me estas invitando?
Sonrío confundida. —Em, sí. ¿Qué tiene de malo?
Se encoje de hombros. —Yo no… nunca me han invitado a, bueno, lo que pasa es que como sabes yo no tenía amigos y no he tenido amigos y es por eso que yo no, nunca he ido a casa de nadie y mamá, se alegrará mucho.
Termino de engrapar y dejo las hojas sobre su escritorio. —Creo que yo tampoco he tenido amigos nunca —admito—, mi vida fuera de Pearl era totalmente diferente, bueno, lo es.
— ¿Por qué? —me pregunta girando su silla para verme.
Me siento en el suelo con las piernas cruzadas. —Porque en mi escuela nadie me habla, ¿sabes? No es como en tu caso pero… no les agrado, no sé.
— ¿Nadie te habla? —me pregunta bajando su rostro para verme mejor.
—Bueno si me hablan —le explico—, pero es como si me ignoraran y me excluyeran de todo, nunca soy invitada a nada y termino comiendo en la biblioteca. Hace años decidí que aquí en Pearl sería diferente, sería una persona más alegre, extrovertida y que le gusta salir a fiestas. Alguien con amigas y que disfruta la vida.
Sam asiente. —Pero puedes ser quien tú quieras, Marie. Aquí, allá, donde sea que estés. Es tu vida.
Me encojo de hombros. —Aun si soy la Marie de Pearl o la Marie de siempre, nada funciona —estiro mis piernas y siento el frio del piso de mármol contra mi piel pues llevo unos shorts por encima de las rodillas—, pensé que aquí podía ser la persona que siempre he querido ser pero mira lo que pasó, lo que hice —besar a dos chicos no es nada bueno—, lo que perdí.
Sam niega. —Marie, no te des por vencida contigo —me pide—, te prometo que todo mejora.
Sam tiene experiencia en experiencias dolorosas. —Gracias por escucharme, Sam. Ojala hubieran más personas como tú en el mundo, si no te hubiera conocido mi verano hubiera sido completamente aburrido.
Él resopla. —Tampoco es que yo sea la persona más divertida del mundo.
—Tienes buenos gustos para las series —le recuerdo—, y no sé, te dije que besé a alguien que no era el chico con quien salía y no me juzgaste.
Sam recuesta su rostro sobre el escritorio y me ve. —Tu tampoco me has hecho sentir mal por lo que te he contado, no me ves como un perdedor.
—No eres un perdedor —respondo—, eres fuerte y has vivido muchas cosas duras pero aun así sabes cómo sonreírle a la vida, yo me quejo por problemas pequeños.
Sam niega. —Ningún problema es pequeño, Marie. Si te causa dolor, es igual de importante que cualquier otro.
No decimos nada por un par de segundos y solo nos observamos a los ojos. Con Sam no me siento como con Ren o con John, en realidad no considero a Sam para nada romántico, solo estoy agradecida que ahora es parte de mi vida.
He estado huyendo de mi realidad desde que me enteré sobre todo lo de Ren y de mis antiguas amigas, he estado desviando llamadas y apagando el teléfono, he estado leyendo libros en lugar de asistir a fiestas ruidosas. Me encerré en este lugar y he evitado ver los ojos de las personas que me han lastimado y de las que yo también estoy lastimando con mi ausencia.
Pero aquí está Sam conmigo, escuchándome y haciéndome sentir mejor. Sam me cuenta de su vida y yo de la mía, me habla de su familia sobre protectora y yo de mi familia extendida. Me habló sobre las cosas horribles que le hacían en la escuela y me escuchó cuando le relaté lo que me sucedió en la fiesta.
No entiendo porque lo hice, porque le hablé sobre todo eso. No entiendo porque él no tiene miedo de contarme cosas muy personales si apenas nos conocemos. No entiendo porque he pensado que él y yo nos habíamos conocido antes.
Supongo que tanto él como yo necesitábamos ser escuchados. Sam me dijo que uno de sus grandes sueños es ayudar a las personas, en especial a los jóvenes, que se sienten perdidos y solos a superar los retos de la vida. Yo le he contado sobre la relación rota con mi padre y como Juliette es más cercana que mi propio padre biológico.
Todo eso en tan pocos días. ¿Por qué? ¿Cómo?
Siempre pensé que las almas gemelas eran las personas que terminaban en el altar, con un vestido blanco y palomas blancas por los aires. Pensaba que las almas gemelas se juraban amor eterno y se ocupaban de cuidarse el resto de sus días juntos. Tal vez estaba equivocada.
Tal vez las almas gemelas no tienen nada que ver con el romance, tal vez son esas personas que están destinadas a aparecer en tu vida para impulsarte a tu mejor versión, así como tú con ellas. Tal vez ya conocías a esa persona en otras vidas, en vidas anteriores, y siempre terminan al lado de la otra pero no necesariamente en una relación romántica.
Solo a tu lado.
O tal vez solo estoy romantizando mi vida de nuevo.
—Creo que estoy romantizando todo otra vez —le digo.
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Editado: 04.01.2024