Las campanas de la catedral resonaban por las calles de España, la unión al fin se había concretado.
La joven castaña vestía un hermoso vestido blanco, jamás dudo mientras caminaba por el camino de pétalos hasta el altar.
Y el hombre de ojos grises portaba un elegante traje azul, por su parte tan solo tenía ojos y oídos para su esposa.
Ambas familias montaron sus vehículos en dirección al salón de recepción, allí celebrarían hasta el amanecer y después de esa vela una nueva historia llena de amor y respeto crecería entre los recién casados.