BRAELYN TOLEDO
Sevilla, España
La cabeza me dolía horrores, maldición quien diría que planear una boda era un calvario, jamás pensé que escoger el sabor del ponqué fuera tan molesto, mi paladar no soportaba otro sabor, estaba a nada de vomitar y la señora que nos atendía no dejaba de traer y traer tortas.
¡Pero es que cuantos sabores existen!
Mi madre era la más feliz de las tres, devoraba cada torta que le ponían delante, Mara miraba con extrañez la rebanada rosada con blanco, no había puesto atención sobre cuál era su sabor, pero de cierta manera se veía viscosa y rara.
-Mhhh –tarareo mi madre –Prueba este querido, esta delicioso.
-Mama por el amor de dios, si pruebo un pastel más te juro que me vomito aquí mismo.
La señora a mi lado hiso una mueca ante mi comentario.
- ¿Qué opina el novio? Tiene algún gusto en específico o…
-Mama solo escoge uno y larguémonos de aquí –rogué ignorando a la señora
Mis oídos estaban a nada de sangrar por tanta palabrería de esta vieja repostera, su repostería era una de las más famosas de la ciudad, pero mi estómago no daba para más.
Fueron largos minutos de espera hasta que mi mama se decidió en dejar dos pasteles, le dije que tomaría la decisión final con mi prometido aspirando a que eso nos permitiera irnos.
Al salir del local me puse mis lentes de sol, el cielo despejado y el fuerte calor anunciaban un día soleado y por supuesto que la sed no tardó en llegar, con tanto dulce me urgía beber así fuera agua del grifo.
Habían pasado unas semanas desde que se concretó mi compromiso con Dexter Acevedo, habían congeniado bien, cada que nos reuníamos el ambiente no era incómodo y podíamos formar una conversación agradable.
Los días pasaron entre probarme vestidos, buscar salones, visitar iglesias, escoger la decoración, ver las invitaciones, el banquete, la música, los aperitivos, mejor dicho, mi vida parecía un carrusel.
Xiomara y Julia estaban sumidas en una conversación a la cual no prestaba atención, mi cabeza estaba llena de cosas que aún me faltaban hacer para organizar mi boda, mi distracción fue tanto que no note por donde caminaba y choque con una persona.
-Disculpe, estaba distraída –hable de prisa
-No hay problema.
Inmediatamente reconozco la voz que me hace enderezarme.
Que alguien me agarre porque me les voy.
Lentamente eleve mi mirada recorriendo el cuerpo del hombre frente a mí, traía una camisa café claro de mangas largas que, hacia relucir sus músculos, cuando llegue a su rostro sentí un leve mareo atravesarme.
-Benicio –susurre
-Braelyn –suavizo su voz y me regalo una sonrisa encantadora
En el pasado aquel gesto habría provocado un corto circuito en mi sistema, ahora no más me recalca el buen gusto que tengo.
Benicio Morales, mi ex novio si se podría decir, nuestra relación no duro más de unos siete meses antes de que él se fuera del país, yo le había prometido que lo esperaría, en mi tonta película el parecía el amor de mi vida, el hombre de mis sueños, quien sería mi esposo.
-No has cambiado nada –me repaso de arriba abajo –Sigues igual de hermosa.
-Gracias, si nos disculpas tenemos cosas que hacer.
Lo rodeé y agarre del brazo a mi madre y cuñada obligándolas a caminar, cuando giramos en una esquina y me sentí segura de que ya no me veía, me detuve para tomar aire.
- ¿Qué fue eso?
-Era Benicio –dije sin poder creerlo
-Lo reconocimos hija.
-Sí, ¿A qué se debe tu huía?
Mire a los ojos a mi cuñada sin pronunciar palabra, de pronto mi madre soltó una exclamación llevándose su mano a los labios.
-No me digas que aún sigue enamorada de él.
Abrí los ojos con horror.
- ¡Pero que tonterías dices mama! Jamás estuve enamorada de él, era más el encanto de tu primer como decirlo…
- ¿Amor? –cuestiono Mara
-Sí, algo así, estoy segura que jamás me llegue a enamorar –afirme
-Ufff, por poco me da un paro cardiaco.
-Mama deja de pensar esas cosas, ¡Estoy comprometida! Me encuentro a gusto con Dexter y jamás pasaría por mi cabeza alguna reconciliación con Benicio u otro hombre.
Cuando estaba en el colegio tuve uno que otro novio, luego en la universidad conocí a Benicio y fue mi pareja más formal, en ese tiempo estaba encantada con el hombre, cuando él se fue del país la burbuja estallo y el cuento se había terminado. Incluso podría decir que fue un gusto del momento, esas etapas donde te encaprichas con alguien y cuando lo tienes empiezas a aburrirte, al principio de la relación todo parecía maravilloso como si fuéramos almas gemelas, con el pasar del tiempo se volvió monótona la convivencia, bueno eso sentí de mi parte, el final del capítulo con Benicio fue cuando nos graduamos y cada uno siguió su camino.
Digamos que era como un reflejo mio, lo veía, lo quería, lo obtenía y lo dejaba.
Mi mayor red flag es que no me gustaban los niños buenos, Benicio era uno de ellos. Me gustaban los hombre celosos y posesivos, lascivos, sarcásticos, reales, que no tuvieran ningún filtro.
Como Dexter.
El caso era que no hubo ni habría oportunidad con Benicio, ni en un millón de años, fue el momento caramelo junto con los sueños rosas, pero ya que se convirtiera en una realidad era muy lejano.
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Caminaba con confianza por el extenso corredor, algunas personas me saludaban y otras tan solo se me quedaban viendo, por el rabillo del ojo vi a Tomas en su oficina aparecer discutiendo con la secretaria de Dexter, Elena creo que se llamaba.
Pensando en que tengo todo el derecho para ingresar sin avisar termino de aproximarme a la puerta y antes de girar la manija me detengo al escuchar la voz de una mujer.