BRAELYN TOLEDO
Sevilla, España
Me despierto temprano en la mañana, el sol apenas se asoma por la ventana, pintando de tonos dorados la habitación.
Mi corazón late con una mezcla de emoción y ansiedad, continuo con la travesía de organizar mi boda, un evento que he soñado desde que era una niña.
Me levanto de la cama y me dirijo al baño, el agua caliente de la ducha me envuelve relajando mis músculos tensos. Mientras me seco observo mi reflejo en el espejo, la piel suave y los labios rosados parecen brillar con anticipación, me imagino caminado hacia el altar, vestida de blanco, con mi prometido esperándome al final del pasillo.
Después de vestirme, desciendo las escaleras de la casa, el aroma del café recién hecho flota en el aire, mi madre se encuentra en la cocina preparando el desayuno, la mesa está adornada con flores frescas y velas, tomo asiento luego de saludar a Julia, bebo un sorbo del café sintiendo la calidez en el pecho, madre me sonrie compartiendo de alguna manera la emoción por el día que se avecina.
Al salir de casa el sol brilla intensamente, iluminando las calles empedradas, me dirijo hacia la tienda de novias que tiene la abuela de Angelina, al final llegue a la conclusión de que ninguna marca podría alcanzar mis aspiraciones y la única confeccionista que lo haría sería la señora Gloria.
Al entrar me encuentro rodeada de encajes, sedas y tul, los vestidos cuelgan como obras de arte en las perchas, la mismísima diseñadora me atiende acompañándome a probar uno tras otro vestido, me imagino como se verá cuando diga, si acepto, cada vestido evoca una emoción diferente, el primero es romántico, el segundo elegante, el tercero atrevido y así sucesivamente hasta que finalmente encuentro el indicado.
Un diseño clásico con detalles de encaje y una cola larga.
Después de la tienda, visito la iglesia donde me casare, la luz se filtra a través de los vitrales, creando un mosaico de colores en el suelo de piedra.
Me siento en uno de los bancos, cerrado los ojos, puedo sentir la presencia de algo más grande que yo misma. Luego de un rato me reúno con el encargado terminando de indicar los últimos detalles para el gran día, a pesar de recorrer toda la ciudad por fin logre encontrar el lugar indicado para caminar al altar.
Por ultimo me acerco al restaurante donde se celebrará la recepción, las mesas están dispuestas con manteles blancos y centro de mesa de rosas, el chef me presenta el menú final, entradas, plato principal y postres, lo que hace que imagine a mis seres queridos riendo y brincando en este mismo espacio.
Una vez termino con todo son casi las cuatro de la tarde, mi estómago rugue quejándose por la falta de alimento que he ingerido el día de hoy, a penas y comí el desayuno, tenía tanta prisa en terminar que solo me concentre en la planeación.
Tentada por el hambre decidí visitar una de mis cafeterías favoritas, apenas me subí al auto mi teléfono empezó a timbrar, revolví el interior de mi bolso hasta encontrar el aparato, el nombre de mi amiga parecía y no dude en contestar.
-Bueno.
-Braelyn necesito que vengas –hablo con la voz entre cortada
Su tono me alerto en sobremanera.
- ¿Qué paso, estas bien?
-Estoy en casa y – se detuvo por un momento en el que escuche un golpe sordo –Renzo está en la puerta muy alterado, le eh enviado una demanda para la custodia de Priscila y aparecer se lo tomo mal.
No necesitaba escuchar más porque con su voz ahoga, los sollozos de una niña y el alboroto de gritos y golpes me basto con prender el auto y acelerar hasta el fondo.
Angelina me había comentado su decisión de pelear por la custodia total de Priscilla, era lo más sensato viendo por el bien de la niña pues su progenitor no le traía nada más que malos tratos.
No estaba tan lejos del apartamento del apartamento, así que en menos de quince minutos ya estaba frente a la portería, atravesé la entrada como alma que lleva el diablo y tomé el ascensor presionando seguidamente el botón del décimo piso.
Mis manos cosquilleaban y cuando las puertas de metal se abrieron salí corriendo por el extenso pasillo, al final de este se encontraba el apartamento de Angelina donde la puerta estaba medio abierta causándome un sin sabor, el grito de una niña hizo que me apresurara a entrar.
La escena ante mis ojos causo que mi sangre hirviera, en el suelo estaba Angelina con una línea de sangre recorriendo su mentón, delante de ella estaba el malnacido de Renzo dispuesto a darle otro golpe.
No lo pensé dos veces y me lance encima de Renzo, lo tome del cabello jaloneándolo hacia atrás, el idiota perdió el equilibrio y ambos caímos al suelo, me revolví con fuerza para quitarme su peso de encima, el llanto de Priscilla solo incremento mi rabia, me puse de pie y seguidamente le lance una patada al rostro de Renzo.
- ¡Muy macho pegándole a una mujer!
Por el rabillo del ojo vi como Angelina gateaba hasta su hija, la abrazo cubriéndola con su cuerpo.
Yo seguía dándole patadas al disque hombre en el suelo, sus quejidos eran una dosis de satisfacción para mí, me detuve luego de unas seis patadas, me acerque rápidamente a ambas mujeres.
Angelina levanto el rostro y apreté mis dientes con fuerza al ver su labio partido, tenía un leve rojizo cerca de su pómulo, pasé a ver a la niña, estaba envuelta en un ovillo mientras que sus bellos ojos lagrimeaban como una cascada sin fin.
- ¡No sabes quién soy! –grito Renzo a mis espaldas
Me gire dispuesta a darle otra paliza, pero Angelina me agarro de mi muñeca deteniéndome, igualmente no me dispuse a bajar la mirada.
-Vengo de una familia a todo terreno y tú piensas que me vas a asustar con tus palabras –rio sin gracia –Maldito idiota.
- ¡Igualada, hija de puta, metida! –siguió gritando a todo pulmón