Cadere

Despacho

 

- Dime una cosa, ¿por qué desde que he llegado aqui todo el mundo se me queda mirando?

Ante esto él levantó la cabeza de golpe. Había estado concentrado en unos papeles que tenía en la mesa de su despacho. Después de enseñarme todo nos dirigimos a su despacho. 

Se podía notar el contraste entre su despacho y el de Henry. El de Henry estaba impoluto, todo en su sitio mientras que el suyo no. Seguía ordenado pero se notaba su uso. Su mesa estaba llena de papeles y plumas.

Después de preguntarle por Henry descubrí que él no trabajaba desde el despacho de normal, sino que iba y venía. Por ello, su mesa estaba tan ordenada.

Una vez acabó con el tour nos quedamos los dos en su despacho. Mientras él seguía trabajando yo me dediqué a mirar su estantería. Había cogido el gusto de Alice y su marido por los libros.

Estaba sentada en una de las sillas del escritorio, leyendo uno de los libros de derecho penal cuándo se me ocurrió.

Podía preguntar en ese momento lo que me estaba rondando por la cabeza. Diego era el único que conocía que no se lo iba a callar. Alice ya había intentado cortar a la gente dos veces y no quería esperar más.

- ¿Te ha mirado mucha gente? - preguntó lentamente, estaba pensando que responder.

- ¿Desde que he salido de la casa? - asintió - Toda persona que me cruzara con más de 15 años.

- Sabes, la gente se va a acostumbrar a ti. Cuando llegues aquí un tiempo y sepan que estas viviendo te dejaran de mirar.

Otro que intentaba no responderme.

- Te he preguntado a ti porque pensaba que me lo dirías. Si hubiera querido esa respuesta se la habría pedido a Alice. 

Ante eso puso mala cara.

- ¿Te ha pasado algo con ella?

- Nop, me cae muy bien, es muy buena gente. Pero ya ha intentado dos veces que no me entere. 

Se me quedó un rato mirando. Podía ver en sus ojos como pensaba si decírmelo o no. Debió decidirse porqué suspiró y empezó a hablar.

- Aquí hay poca gente de fuera, ¿sabes? Cada cinco años viene alguna persona pero poca gente con ese color de pelo. Las mujeres así destacan.

Me miraba como si lo estuviera entendiendo pero yo no entendía nada.

- No nos dió tiempo a preparar tu coartada, apareces aquí de golpe con ropa prestada de Alice. Además, hay algunas personas que dicen que te vieron con ropa extraña mientras te llevaba a la casa cerca de una zona cuestionable. 

Movía sus cejas, como si no quisiera decirlo pero esperaba que lo pillara. 

Podíamos jugar un poco.

- ¿Por qué no quieres decírmelo? Estás dando demasiadas vueltas. 

- Vamos Roja, es un lugar cuestionable, ¿qué puede ser?

Roja. 

Otra vez.

Pues definitivamente vamos a jugar un poco.

- En esta época hasta un clásico bar para mí es cuestionable. Creo que necesito más detalles.

Intenté hacerme la loca mientras sonreía de forma inocente. 

Eso le hizo levantarse de la silla y dirigirse hacía mí. Me miraba con una sonrisilla que intentaba disimular. Se había dado cuenta de que estaba jugando.

Mierda.

Se acercó lentamente y se apoyó en los reposabrazos de mi silla. 

Mierda.

Seguía echándose hacia adelante hasta que habló casi directamente en mi oreja.

- Sabes que no eres tan buena actriz como te crees, ¿no?- su voz me puso los pelos de punta. Estaba hablando en susurros, tan grave que su pecho retumbaba.

Me puse nerviosa. Me habían pillado.

- Ups. - No salió mas que un susurro de entre mis labios. Si no hubiera estado tan cerca él no lo hubiera oído. 

Me moví un poco en la silla, inquieta. Mi respiración estaba acelerándose y mi cabeza intentaba concentrarse en cualquier cosa menos en él. Me vino su olor. Me recordaba a algo pero no sabía a qué. Era como una mezcla de jabón y algo más. 

- Sí, ups. Sabes, hay veces que me olvido de lo directos que sois allí. En este sitio intentamos decir estas cosas más suaves pero como lo querías directo aquí vamos.

Podía escuchar la sonrisa en su voz. Había vuelto la sonrisa sarcástica. Sabía que estaba nerviosa.

- Se piensan que hemos recogido a una chica de la calle. Como tu aspecto aquí se considera exótico y que te encontramos en una zona de trabajos no muy agraciados. Pues imagina lo que dicen de tu anterior trabajo.

Era lo que me esperaba. De verdad. Pero no pude evitar sentirme herida. Dolía que pensaran que eras una señorita de compañía.

- Pero no te preocupes, en poco tiempo descubrirán que eso no es así - dijo incorporándose y separándose de mí. -Eres demasiado fierecilla para ese trabajo. Tendrías que ser más dócil.

Me miraba con las cejas levantadas, esperando mi respuesta. 

- Sí, lo tengo claro. Te gusta molestarme.

Ante eso se rió. 

- Es gracioso provocar a los nuevos. Tengo que admitir que está vez me he pasado un poco pero eres de las pocas que o no ha caído o ha sabido responder. Siéntete orgullosa.

Síp, me voy a sentir orgullosa cuando siempre que me mira me pone de los nervios.

Yupi.

- Entonces todo el mundo me trata de puta y a mí solo me toca aguantarme. Increíble.

- Siempre puedes dejarte ver y hablar con la gente. Es lo que vas a hacer con Alice. Deja que la gente te conozca. Eres más agradable que la mayoría cuándo no les pagan.

- ¿Experiencia propia?

- Demasiadas conversaciones que no quería escuchar.

- ¿Amigos o de casualidad?

- ¿Si te digo amigos pensaras diferente de mí, Roja? Pero no, acompañantes oportunos fueron. - Había vuelto la sonrisita. 

Pero no me lo creí.

- Buenos amigos tienes, eh.

- Cuando lleves aquí un tiempo comprenderás que amigos hay pocos pero te tienes que saber relacionar con algunas personas. Aunque no quieras ni verlos.- Después de esto sonrió - Algún día te los presentaré, así por lo menos compartimos la desgracia juntos.



#689 en Ciencia ficción
#10111 en Novela romántica

En el texto hay: drama, amor, cienciaficion

Editado: 07.07.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.