No me iba a acostumbrar nunca a ver a todos los hombres, todos los días en traje. Pero menos me iba a acostumbrar a ver a hombres como Diego con ellos.
Antes de salir pasamos por el armario para recoger los abrigos y allí estaba él, con su sombrero y su abrigo oscuro y sus ojos azules que deslumbraban.
Me hubiera gustado verlo también más casual pero me tendría que acostumbrar a esto. No estaba nada mal.
- Entonces, ¿por fin me vas a presentar a esos amigos tuyos?
- Dejaremos tu sufrimiento para otro día, no quiero que salgas corriendo y te vuelvas a perder.
Eso me hizo reír.
Aquí estamos otra vez.
- ¿Algún día me dejaras pasar que me perdiera? Quiero decir llevas más de un mes así.
- Mmmm, creo que no - se quedó parado pensando por un momento- o por lo menos no mientras no hagas otra cosa.
Me estaba llevando por algunas calles que todavía no había visto. Había puesto la mano en mi cintura y me guiaba con cuidado, como si fuera a perderme.
Cuando pasamos por una zona más ruidosa se acercó un poco más.
- Entonces dime, ¿qué piensas de Fothram? Ya llevas aquí un tiempo, cuéntame que has visto.
- Y yo que pensaba que no te importaba. Llevo unas semanas sin verte el pelo. ¿Qué has estado haciendo?
- Eso de responder una pregunta con otra. - Se rió desde un principio. - Vamos a hacer un trato: primero tu luego yo y seguimos con los preguntas. Uno cada vez.
Pues ahora vamos a jugar a las 20 preguntas.
- Respóndeme, ¿qué piensas de Fothram?
Mierda.
Mientras hablaba pisé mal una de los adoquines del suelo con los tacones y me resbalé. Antes de que pudiera caerme Diego me cogió de la cintura y me enderezó pero el susto tardó en irse. A lo largo de mi vida me había dado muchos golpes y los del suelo de piedra eran de los peores. No quería imaginarme una herida en este sitio.
- ¿Estás bien? ¿Te has hecho algo en el tobillo? - llevaba una cara de preocupación.
Estaba a punto de agacharse para mirarme el tobillo cuando lo paré.
- Tranquilo, todo está perfecto. Mira. - Me di la vuelta a la pata coja para que viera que era verdad.
- ¿Puedes hacer eso y no andar bien por el suelo, Roja? - soltó una risa de incredulidad.
- Todavía tengo problemas con esta trampa mortal - señalé los tacones. - No acostumbraba a llevar muchos de ellos y ahora cada vez que me desconcentraba me tropezaba.
- ¿Y no será porque eres un poco torpe?
No, no era por eso. Para nada.
- ¿Alguna vez te han dicho que esas cosas no se le dicen a una dama?- evité la pregunta, no quería darle ese gusto.
- Si tuviéramos aquí una dama - dirigió la mirada al resto de la calle como buscándola.
- ¡Oye! - le di un golpe en el brazo.
- Vale, vale. Eres una dama - me tranquilizó riéndose - pero no me negarás que eres un poco torpe.
Seguí mirando y caminando hacia delante. No iba a responderle.
- ¿Me vas a dejar así? Pues venga, respóndeme a lo de antes, ¿qué piensas de Fothram?
Se le daba bien insistir la verdad. Pero todavía tenía una opción para evitarlo.
- ¿Qué tal si nos sentamos antes en un sitio? No queremos repetir lo de antes.
- Touché.
Tardamos un poco en llegar al sitio y mientras serpenteábamos por las calles mantuvo su mano en mi espalda.
Se paró delante de la fachada de un restaurante llamado Bite Bliss. La entrada estaba formada por una puerta de madera y todo el lateral estaba lleno de ventanas. Desde fuera se podía apreciar como las mesas eran pequeñas cabinas y estaban todas iluminadas por una pequeña lámpara.
Una vez dentro el calor y el ruido nos rodeó. Era un restaurante animado, la gente estaba hablando, pero no dejaba de dar una sensación familiar. No era de los típicos de solo negocio.
Diego se acercó a la barra y saludó al hombre que había detrás de ella. No pude oír de que hablaron pero enseguida nos dieron una mesa un poco alejada de los demás, un poco más reservada.
Era más pequeña que las otras y en vez de en una cabina nos habían puesto en sillas. Antes de que pudiera hacer algo Diego se adelantó para coger mi chaqueta y retirarme la silla.
Caballeroso hasta el fin de los tiempos.
Una vez los dos nos pusimos en nuestro sitio llegó el camarero. Era un chico joven y lo primero que hizo fue dirigirse a Diego con una sonrisa.
- Bienvenidos a Bite Biss. Señor Smith, nos alegramos de tenerlo de vuelta y veo que tiene nueva compañía.
Supongo que es cliente habitual.
- He estado un poco liado estos días pero tranquilo que me veréis más seguido - le respondió con una sonrisa antes de girarse a mirarme.- Te presento a Ada. Está pasando unos días en casa de Alice y he pensado que le vendría bien pasear un poco.
- Señorita sepa que cualquier amiga de Diego y Alice es bienvenida aquí siempre que quiera. Diganme, ¿necesitan tiempo para pensar la bebida y la comida?
Antes de que pudiera decir nada respondió Diego.
- Pon dos de lo de siempre y agua de beber. Gracias.
- Enseguida traigo su comida.
Mientras se iba el camarero me giré a mirar a Diego.
- ¿Sabes que no me gusta que respondan por mí?
- Guarda las garras, fierecilla. Te va a gustar lo que he pedido y si no te puedes enfadar conmigo.
Eso me hizo poner los ojos en blanco.
- Pero dime, teníamos una conversación a medias. ¿Qué piensas del pueblo?
Me quedé pensando unos momentos.
- Sí que es verdad que el pueblo es bonito y es divertido pasear y descubrir sitios. Pero una vez has estado un tiempo se hace aburrido y al no tener nada que hacer, pues imagina.
Me encogí de hombros mientras respondía.
- Pero ahora tienes las cajas. Te podrás entretener un rato. Eso está mejor,¿ no?
- Nop, me niego. Teníamos un trato. Ahora te toca, ¿Qué has estado haciendo?