Cadere

Inicios




No me dejó investigar más sobre el tema. Cada vez que lo quería sacar se hacía el sordo y me quedaba yo sola lanzando teorías al aire.

Había intentado hablar con Alice sobre ello pero tampoco había dado resultado. El único comentario que había dicho me había creado más dudas que soluciones. Me hubiera gustado tener la historia entera.

No obstante, no se volvió a ir. Tenía que ser verdad lo de que se había despejado la agenda porqué nos pasamos los siguientes dos días ordenando los papeles y hablando. De vez en cuando aparecía uno de sus clientes y se tenía que ir pero siempre volvía.

- Entonces, dime. Si has acabado de torturarme con lo de las hermanas de Ron, ¿qué hay de ti? 

Esa tarde estábamos un poco más relajados. Quedaba solo una caja y habíamos acordado descansar una vez estuviera ordenada.

Me giré desconcertada, arqueando las cejas.

- ¿Alguna historia graciosa que pueda saber? - se tiró hacia delante, invitándome a hablar.

- ¿Historias graciosas? Claro. ¿Que quiera que sepas? Pocas.

- Me lo esperaba pero venga, va. 

Me quedé pensando. Tenía que tener alguna historia inofensiva o, por lo menos, más inofensiva que todas las demás.

- Vale, a ver como has podido ver estos días el equilibrio no es lo mío. 

- No me digas, no lo sabía.

Más de una vez había tenido que sujetarme durante estos días como aquel día en la calle.

- Pues hará unos años estaba jugando con una niña pequeña de mi calle. Me habían pagado para que la cuidara unas horas. Iba persiguiéndola corriendo detrás de ella cuando me resbalé y me caí.

Me quedé mirándolo sintiendo como mi cara iba cogiendo color.

- ¿Ya está? ¿Esa es toda la historia? No me lo creo.

- No todo es gracioso en esta vida.

- ¿Entonces por qué pareces un tomate, Roja? No digo que no sea verdad pero falta algo.

Suspiré.

- Puede que estuviera pasando cerca de un árbol y puede que me tuvieran que poner dos puntos por el golpe que me di contra él. - Estaba prácticamente susurrando.

- ¿Cómo no te he oído?- Sí que me había oído. Puse mala cara. - Repítelo un poco más alto, va. 

Se estaba acercando cada vez más y me miraba directamente a los ojos, suplicante. Dudé un poco pero se lo repetí. Eso fue suficiente para que se echará  a reír. 

Juraría que me pasé 5 minutos organizando papeles yo sola hasta que  pudo tranquilizarse.

- Dime que habías visto el árbol. - Todavía seguía sacudiéndose e intentando igualar la respiración.

- Había visto el árbol.

Ninguno de los dos se lo creyó.

Tardamos más de lo previsto pero conseguimos ordenar todos los papeles. Una vez hecho, decidimos dejarnos unos días de descanso.

Durante ese tiempo volví a salir con Alice a hacer las tareas y a leer en el banco del parque. Cuando era entre descansos podía apreciarlo sin morirme del aburrimiento.

Al inicio de la semana siguiente nos reunimos otra vez en el despacho de Henry.

- Tenemos archivos desde el siglo 17. ¿Cómo quieres empezar?

Desde que nos habíamos juntado para organizar las cajas Diego me había dejado tomar el mando. Sabía que él tenía más experiencia en este tipo de cosas pero en este caso él me ayudaba a mí y había decidido hacerse a un lado. Se lo agradecía mucho.

- Creo que lo mejor será empezar por el principio. Después de todo, el final lo tienes delante. - Lo miré con una sonrisa un poco triste. 

Se me quedó mirando un poco antes de responder.

- Pues empezamos con el archivo de 1603. 

De los papeles de ese siglo no pudimos sacar mucho. La mayoría de ellos habían perdido mucha de su tinta y eran ilegibles. Lo poco que pudimos entender fue lo siguiente.

Todo empezó con la aparición de indigentes. Llegaban a la ciudad con ropas extrañas y con un papel en el bolsillo que ponía su nombre. Nadie podía comunicarse con ellos, no se entendían.

Había informes de la policía informando del crecimiento de la población de la calle, así como de los robos que ocasionaron.

Después de esos primeros años se perdió un poco la pista y durante unos años no existieron más registros. No fue hasta 1680 que se hizo cargo el abuelo de Alice. 

A partir de ese año teníamos todos los registros posibles. Desde reconocimientos médicos y registros policiales hasta la recopilación de todas las listas posibles. 

A medida que iban apareciendo las notas las separamos para poder estudiarlas más tarde y miramos los demás papeles.

Todas aquellas personas que aparecían con la lista en su bolsillo eran recogidas por la policía que, posteriormente, notificaba al abuelo de Alice, Lois. 

Este había reunido las historias de los que habían venido y todas tenían una cosa en común: su aspecto físico no era como ellos lo recordaban.

Habían desaparecido de sus casas de noche y después de sentir un calor inolvidable habían despertado en un sitio que no conocían. Algunos de ellos habían seguido años en el pueblo mientras que otros se habían mudado. Lo preocupante era que algunos habían vuelto a desaparecer.  Los escritos decían como Lois intentaba mantenerse en contacto con ellos pero algunos no volvían. 

Diego y yo estábamos haciendo un archivo con todos los viajeros y recogiendo su vida. Desde que Lois había empezado su trabajo hasta 1730, que había pasado al padre de Alice, habían vuelto a desaparecer un gran porcentaje de las personas que habían viajado.

- Oye, mira esto.¿Pensamos en coincidencia o hay algo detrás? - Después de tantas horas con los papeles mi cabeza ya no sabía que pensar. Me costaba concentrarme.

Diego estaba delante de mí con el pelo deshecho. Se había quitado hasta el chaleco y estaba tirado en el suelo con un montón de papeles alrededor. Era lo más cercano que lo había visto vestir a nuestro tiempo. Con la camisa y el pantalón del traje daba la sensación de que iba o venía de un almuerzo, algo arreglado pero sin llegar a usar corbata, y si antes ya era atractivo ese toque descuidado y de estar por casa solo consiguió superarlo. 



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En el texto hay: drama, amor, cienciaficion

Editado: 07.07.2024

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