Parte 3 “La última marcha”
No percibía la presencia de Caelestia, pero sabía que en aquel momento podría confundirme fácilmente dado el agudo zumbido que presagiaba una migraña que tomaría fuerza a la par del avance del día. El aire soplaba suavemente, trayéndome la imagen lejana de las copas rosadas allá donde los cerezos se levantaban, donde la batalla se había dado y donde mi juicio se nubló, probablemente de por vida.
—Les enterramos por ahí. — La voz femenina me hace girar la vista sobre mi hombro, encontrándome con las facciones conocidas y el cabello rubio haciendo ondas con el aire.
— Es un buen lugar. — Respondo en un áspero murmuro mientras Farah se acerca hasta quedar a mi mismo nivel, viendo hacia las estética copas de los árboles.
— Te debo una disculpa. Me he mantenido al margen de la batalla cuando debí estar en ella.
— Cada uno sigue motivaciones diferentes, la tuyas dictaron que era lo correcto.
— Pero no lo fue. Me necesitaban y yo no respondí, debí estar para el escuadrón. Debí estar contigo. — Mi ceño se frunce ligeramente mientras giro la vista hacia la chica, atrayendo también su mirada hacia mí, notando la parte alta de sus mejillas teñidas de un carmín muy suave.
— ¿Sucede algo? — Al parecer mi desentendimiento de la situación frustran a la rubia quien termina resoplando mientras se mueve para plantarse delante mío, levantando las manos para poder tomar mi rostro entre ellas.
— En verdad eres un torpe, como todos. Hay algo que quiero decirte hace tiempo, pero no conseguía encontraba el momento adecuado. Me gustas, Archangel.
El silencio se extiende entre ambos mientras mi expresión se relaja un poco, sin acabar de salir de aquella sorpresa. Si bien la conducta de la chica reflejaba cierto interés en mi, su idolatría hacia Aiden siempre nos condujo a todos a pensar que su atracción enfilaba hacia “el elegido”. Por no mencionar que aquel era un pésimo momento para una confesión amorosa.
— ¿No dirás nada? — Los labios de Farah hacen un pequeño puchero mientras yo parpadeo varias veces, intentando encontrar los términos correctos.
— Me halaga que pienses, sientas, algo así por mí. — Solo la mitad de mi frase ya hacía sonreír radiante a la rubia quien sujetó mi rostro con más fuerza —. Pero no creo que pueda pensar en romance de manera correcta en este momento. — Para mi sorpresa lo que aquello ocasiona en al rostro de la chica es una sonrisa.
— Supuse que dirías algo así, definitivamente suena como el Archangel que me gusta. No me interesa si crees que tienes tiempo o no, yo sacrificaré todo para poder estar contigo, haré mi mejor esfuerzo para que correspondas a lo que siento. Nadie más puede merecer estos sentimientos, tiene que ser alguien con la capacidad de ser líder, que esté por sobre todo y que sea merecedor del respeto de todos. Tienes que ser tú.
El halago termina por la mitad de la frase pero al parecer Farah no nota el cambio en mis facciones, más interesada en las palabras que decía casi como si las hubiera practicado, cosa que no dudaría ni un segundo. Entre toda la frase, entre aquella confesión había saltado algo importante, lo que antes no había podido notar dada mi desatención a lo que los demás pudieran sentir o percibir de mi persona.
Farah había estado cerca, había procurado de mí y ahora se declaraba, todo ello en situaciones clave con un factor a notar: Siempre lo hacía cuando yo resaltaba. Siempre que hacía algo soberbiamente bien o estúpidamente correcto ella era la primera en reclamar mi atención y mi falta de pericia le dio lo que quería. El resto del tiempo, cuando mi perfil era bajo, sus ojos se centraban en el alto pedestal sobre el que se había encaramado Aiden, idolatrándolo por motivos que francamente no me interesaban.
— No, creo que no tengo que ser yo — Mi palabras crisparon de inmediato a la rubia quien boqueo en busca de palabras, pero yo fui más rápido —. Temo decirte que no gustas de mi, Farah, y probablemente tampoco gustes de Aiden como todo el mundo lo piensa. Lo que te atrae es el protagonismo, el título de “Héroe” — Mis manos suben para tomar las muñecas de ella, bajando su agarre de mi rostro mientras sus ojos perdían la suavidad para mirarme con ofensa.
— ¿Cómo puedes saber lo que siento, Archangel?
— Porque lo veo, y sobre todo lo noto. Disfrutas de la atención, del drama. Desconozco tus motivos pero tu propósito al enlistarte en el arte de la guerra era estar cerca de Aiden después de haber visto el espectáculo que montó en la plaza durante la selección, ¿No es así? — Ella da un paso hacia atrás, con el rostro cargado de reclamo, casi odio.
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Editado: 14.01.2019