Parte 3 “Preámbulo de muerte”
El rostro de Aiden se tornó lentamente en un peligroso tono rojizo mientras su respiración se agitaba, mirando a los dos cuerpos finados a los pies de aquella que el comandante de la armada, si es que todavía se le podía llamar así, había dado el nombre de Celam.
— No me interesa — El murmuro de Aiden suena débil, contenido, y pronto sus ojos están colmados de lágrimas pero yo sé que no es ni cercano a un llanto de furia e impotencia. Estaba a mitad de una pataleta —. No me interesa lo que hagan con ellos, pero yo no voy a morir. No puedo morir
— Si que puedes, pero claro está que también se pueden formular acuerdos. — Los ojos de todos, hombres y mujeres, fueron hacia la espalda de Celam quien se dio una pausa antes de volver a tomar la palabra —. Daremos muerte en primer lugar a tus compañeros y, entonces, podrás elegir a una de nosotras para enfrentarte, si ganas, serás el único aeroquinético de la generación negra vivo en Bleedom.
La codicia destelló en los ojos de Aiden mientras Caelestia fruncía el ceño. Era extraño pero en aquel momento una muy ligera curva, un amago de sonrisa, apareció en mi rostro, jamás le había podido ver hacer ese gesto hasta ese momento.
— Celam, no creo que ello sea ortodoxo.
— No lo es, Caelestia, pero creo que Lita merece algo mejor que el cumplimiento de la misión, ¿No es así? Merece ser vengada.
Caelestia solo asintió con la cabeza mientras Celam regresaba a paso ligero a donde había estado antes de darle muerte a la pelinegra, como si nada hubiera pasado y sin esperar la respuesta de Aiden, aunque el estado petrificado de él reflejaba cual era su decisión. Debí darle más que solo un golpe cuando tuve la oportunidad, era un error haber apostado que el peliplata haría algo por convicción general y no solo su habitual ambición.
Los ojos de las tres albinas volvieron a clavarse en nosotros de forma pesada, dando otro paso al frente, dejando en claro que se tomaban muy a pecho la forma correcta de hacer las cosas y que incluso nuestra muerte sería una ceremonia. Otro paso más, podía sentir el aire calentarse y casi asfixiarme y no estaba seguro si era un efecto de percepción o era la primera ofensiva de Caelestia. Ahí es cuando aparece la segunda interrupción.
— ¡Si vas a matarme hazlo de una maldita vez! — La voz de Seth rompió el silencio de la noche, haciéndonos girar hacia el chico que aún yacía de rodillas y con los ojos cristalizados en gruesos lagrimones —. Venga, Laetita, siempre supe que me matarías de todas formas. — Los ojos aguamarina de la peliblanca no podían mostrarse más contrariados en aquel momento.
— Es mi deber, Seth, no el placer de un oficio.
— ¡Mentirosa! No existe una sola orden que deba ejecutarse por deber, si no es tu real convicción nada puede obligarte a hacerlo. Tu libre albedrio es el don más grande que la diosa luna pudo brindarte, ¡Son tus palabras, no las mías! — La albina dio un par de pasos más hacia el chico, con los ojos bien abiertos y boqueando sin saber que decir.
— Encárgate tú de ella también, te lo pido como un último favor. — Por fin las lágrimas manan de los ojos de Seth sin que la voz le falle —. No quiero que sufra, tú sabes cuánto le he protegido estos años, cuanto le hemos cuidado. Sé que quien pudo escucharte por un amor egoísta he sido yo, y no me arrepiento. — Seth sorbe por la nariz antes de volver a hablar, dejando que la voz se le ahogue conforme avanza en la frase, bajo la mirada atónita de todos
— No podía pensar en un bien común cuando existía la posibilidad de perderla. La diosa luna puede juzgarme como desee pero yo defendí lo que significaba el mundo para mí. Ella es mi mundo.
Las manos temblorosas de Seth se movieron para tomar una de las de la chica quien también tenía los ojos cristalizados a aquellas alturas. El chico lleva la palma de la chica a apoyarse en su frente, sin cubrirle los ojos. Viéndole en todo momento sin que los senderos acuosos le dejen de descender por las mejillas.
— Fuiste mi mejor amiga, Laetita. Hubiera querido que tuviéramos más tiempo.
El sollozo por parte de la albina fue sonoro antes de que ella también termine de rodillas delante de Seth, sujetándole en un fuerte abrazo, dejando que sus lágrimas se perdieran contra el atuendo raido del chico.
— No puedo hacerlo, no puedo matarlo. Lo siento madre voy a fallar la misión. — Seth termina de devolverle el abrazo y aquella escena aprieta un nudo en mi garganta, haciéndome comprender demasiadas cosas al mismo tiempo.
Seth se había mantenido cerca de Aiden por una razón, probablemente por consejo de aquella a quien llamaba Laetita. Había hecho equipo conmigo tras notar mi conducta sospechosa todo el tiempo, tratando de encontrar el momento justo para atraparme hablando con Caelestia, evidenciar que yo también poseía un ente invisible como él. Su mirada clavada en los pilares mientras daba el discurso a la albina también había develado el porqué se había esforzado en aquella lucha: Quien amaba era una aeroquinética,
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Editado: 14.01.2019