—Cierra la boca, Will, se te va a meter una mosca —se burló mi padre, la cerré al instante.
Parecía que de nuevo el universo jugaba en mi contra.
Universo: 3 Will: 0
Deprimente.
Seguía escuchando su voz, tan cerca de mí. Creí que quizá había notado mi presencia, pero mantenía su vista más que nada en el público de arriba, al igual que lo hizo Jonathan.
Elías, sí que eres una caja de sorpresas.
Relamí mis labios, acomodó sus lentes y ese movimiento me pareció terriblemente sexy.
Mierda, las hormonas.
Nunca me dieron frutos, ¿por qué ahora?
Como siempre, el universo me dio en la mierda.
Su voz no se escuchaba como normalmente lo hacía cuando hablaba conmigo, era como...si estuviera en una película, y yo fuera el más fan.
Me dieron ganas de vomitar, ¿por qué tenía que estudiar en San Lorenzo? De todas las escuelas, ¿por qué San Lorenzo?
Hubiera aceptado todo, hasta que viviera debajo de un puente. Pero no, estudiaba en la escuela de niños mimados y estúpidos.
Pero él no era mimado o estúpido, era todo lo contrario.
Era amable, divertido y...humilde.
Bajo la mirada a los asientos de abajo, pero no lograba que me mirara. No pasaba su mirada de sol por mi lugar, y me frustraba, yo quería que me viera.
Ni siquiera estaba poniendo atención a su discurso, sólo en él...bien, eso sonó superficial. No soy superficial.
Simplemente es que era atrayente, como una maldición en su cabello, su mirada, su cuerpo y sus manos.
A la mierda, sí.
Quiero besarlo, no sería la primera que besaba un chico. Pero si la primera que besaría a un chico que en verdad me gustara. Como dije; se veía terriblemente sexy, más de lo normal, mucho más de lo norma...
No me di cuenta cuando su discurso había terminado hasta que se dio la vuelta y salió.
Mi corazón latía fuertemente en mi pecho, en mi estómago, en mis manos.
—Ya vengo papá —le avisé, y sin esperar su respuesta me levanté de mi silla, en busca de Elías.
Que debía estar atrás del telón, con Jess y Jonathan.
En mi prisa choque con una chica, tirando todos los papeles que tenía en sus manos.
—Mierda, lo lamento... —me agaché para ayudarla a recoger sus cosas.
—No te preocupes, los accidentes pasan —dijo, cuando levanté la vista me topé con ese cabello pelirrojo, esos ojos verdes y pecas.
Maldita sea, es hermosa.
—De igual forma, lo lamento... ¿Madison, cierto?
Sonrió y asintió.
— ¿No deberías estar en el público?
Tragué con fuerza.
—Sí, pero...estaba buscando a alguien.
Hizo un molino con la boca.
—Bueno, lo lamento pero no puedo dejar que andes merodeando por ahí.
—Pero yo...
—Ya vamos a anunciar al ganador de oratoria, por favor, vuelve a tu asiento —me comenzó a guiar de nuevo al público, y no se fue hasta que volví a mi lugar, el chico que había presentado a ambos de mis amigos estaba de vuelta en el escenario.
Que aguafiestas.
—Bueno, el jurado ha hablado, y por petición del hijo de nuestra adorada directora, el ganador es... —todos comenzaron a murmurar — ¡El joven Jonathan!
Papá se levantó de su asiento, aplaudiendo y gritando, al igual que todos los que venían de parte de San Francisco, haciendo el más grande borlote de los borlotes, yo también, por supuesto.
Sabía que ganaría...espera, ¿acababa de decir que Elías prácticamente les ordenó que Jonathan fuera el ganador?
¿Qué mierda?
Jonathan no necesitaba la lástima de San Lorenzo. Hubiera ganado de igual forma, y si no, era porque habían hecho trampa.
Maldito San Lorenzo.
Pero aparte, yo ya no podía estar aquí, sabiendo que Elías siempre había estado a mí alrededor, respirando mí mismo aire, en la escuela de alado que siempre había insultado.
Qué habíamos estado tan cerca, y nunca habíamos cruzado ni una sola palabra entes de que yo aceptara el turno de noche.
Bendito turno de noche.
Me levanté otra vez de mi lugar, papá me miraba, podía sentirlo, no me dejaba seguir mi camino.
—Voy al baño —dije, volteándome para darle la cara, levantó su ceja, pero después se rio.
—No tardes mucho, ya van a anunciar a Jessica.
Asentí repetidas veces.
—Voy y vuelvo, lo juro —y corrí detrás del telón.
Me detuve de golpe, casi caía hacia delate, pero me supe balancear bien.
Ambos chicos estaban saliendo del telón, riendo como si de solo eso se trataran sus vidas.
La realidad cayó sobre mí como un balde de agua fría.
Maddi...Madison...
Por poquito olvidaba que ese chico estaba muy bueno como para estar soltero, por otro poquito me olvidaba que yo no estaba soltero.
No pasó mucho de que salieron del telón cuando un grupo de chicas bastante grande se les acerco, rodeando a Elías.
Llenándolo de elogios, y de que él debía haber ganado, el sólo sonreía con amabilidad, y eso hacía que las chicas casi casi se hincaran a besar sus pies.
Encanto de Elías.
Maddi rodó levemente los ojos, con una sonrisa curvada, y después paró los agradecimientos de Elías, y les dijo a las chicas que volvieran a sus asientos. La entiendo, debía ser molesto que siempre todas estuvieran tras tu novio.
Maddi se rio de algo que Elías dijo, y entonces volvieron a caminar.
Parecía estúpido parado ahí, mirándolos.
Así que caminé hacia ellos.
—Hola —le dije, específicamente a Elías, cuando estuve frente a ellos.
Noté como todo su cuerpo se tensó, al igual que el mío.
Todo su rostro se puso rojo de repente, y sentí que mi cara se calentaba también.
—Hola... —me sonrió un poquito —, ¿qué haces aquí? —me miró de arriba abajo, no con mala intención, sino que analizándome.
—Soy de San Francisco —mis palabras hicieron que entonara los ojos, y mirara rápidamente a la chica junto a él, quién ya lo estaba mirando con recriminación.
— ¿Ahora te enredas con alguien de San francisco?, ¿Qué sigue?, ¿la tercera guerra mundial?