“Quiero explotar en la espuma de tus olas y
deshacerme a pedazos hasta convertirme en la arena de tu piel”.
Me preguntan que por qué amo el café. La razón, bueno es un conjunto de recuerdos enlazados a mi niñez. Otra porque, sencillo, nací amándolo por su olor, que es una mezcla entre lluvia, carbón y chocolate.
Ver a mis padres tomándolo cada mañana y tarde me hizoverlo como una tradición, pero no cualquier tradición, si no de ese tipo que cuando toca los últimos rayos del sol y estos destellan en el cristal de las ventanas, te dan la sensación de quedarte ahí por siempre. Por eso desde niña bebo café, cuando soy feliz e incluso las
veces que la amargura sale a flote y lo disfruto. Siendo mi bebida favorita, mi antidepresivo esencial, creí que nada podía superarlo o cambiar su sabor, hasta que llegaste tú.
Desde entonces, al beberlo me sabe a ti, en la tristeza e infinito éxtasis. Si me preguntan que porqué amo el café, la respuesta es clara por los recuerdos, las tradiciones, percepciones, pero sobre todo, porque me hace pensar en ti.