Lissandra
Me encontraba recostada sobre mi cama, miraba en dirección a la ventana, una rara, pero bella mañana que te llena de energía. De aquellas que extraña vez puedes vivir al despertar.
Una total tranquilidad se sentía con la frescura de la mañana. Un delicado aroma se deslizaba desde mi puerta, un inconfundible y delicioso aroma a café comenzaba a apoderarse de toda la habitación.
6:00 de la mañana, ya estoy bastante acostumbrada a dormir tan poco, es verdad que entre menos duermo más llena de energía me siento. Extraño, pero tal vez mi cuerpo se ha acostumbrado.
Tuve un sueño, Alex estaba en el, no recuerdo con exactitud todo lo que pasó, pero puedo asegurar que era una continuación de la noche. Algo que en la realidad terminó, pero en los sueños continuó.
Alex está causando estragos en mí. Tantos estragos que ahora he soñado con él...
No sé que estoy pensando. No quiero que la historia se repita como con David, no podría soportarlo. Es solo que hay algo en él que me hace sentir tranquila, segura, confiada en que es un buen hombre.
¿Debería intentarlo una vez más? ¿Estoy empezando a enamorarme de él? ¿Sentirá lo mismo que yo siento? Peor aún ¿Estaré confundiendo todo lo que sucedió anoche?... Qué complicado, ni siquiera sé que significó ese momento para él.
Desbloqueo mi celular para escribirle a Alex, estoy segura de que aún no se levanta de cama. Estoy en un dilema, no sé si llamarle o dejarle un mensaje, creo que enviarle mensaje será la elección, aunque pensándolo bien, me gustaría hacer la llamada. No, no, no, no. Que tonterías estoy diciendo, le parecerá demasiado extraño y muy atrevido de mi parte, no quiero parecer desesperada. Un mensaje es más conservador, si, el mensaje es lo mejor.
Una vez escribí el mensaje adecuado, me apresuré a bajar a la cocina, ese delicioso aroma me indicaba que mi madre había preparado el rico café de todas las mañanas.
-¡Buenos días a todos!. -salude a mi madre y padre, quienes estaban en la cocina.
-Bueno días mi amor... -contesta extrañada mi madre
-Buena días hija... ¿Ahora por qué tan de buenas?. -mi padre me miraba sobre sus lentes
-Por nada, solo es una mañana tan bella que me pone tan de buenas. -respuesta rápida y acertada
-Bueno... Eso es verdad, es una bella mañana. -miraba a mi madre
-Lo sé, me recuerda a una bella mañana en que conocí a tu padre, fue un amor a primera vista. -suspira y sonríe. -El estaba ahí, tan guapo, iluminado por el sol de la mañana, tan...
-Tan indeciso si comprar churros de chocolate o de cajeta. -nos reímos a carcajadas
-Desde el primer momento supe que tu padre no podía vivir sin sus churros. Ahora debía esforzarme más por el amor de tu padre. -lanza una mirada provocativa a mi padre.
-Y tu madre no logró ganar. Los churros y tu madre se tuvieron que conformar con compartir mi amor. -todos reimos una vez más
-Bueno, es una historia que deberán contarme un día. Por ahora debo apresurarme, el restaurante no se abrirá solo.
-Esta bien hija, pero antes... ¿Por qué llegaste tan tarde del restaurante?. -Mantengo y trago despacio el bocado.
-Ahh... este... Le expliqué a Alex todo lo que debía hacer antes de cerrar el restaurante, es un poco lento y bobo, así que me tomo más tiempo de lo esperado. Pero todo bien, parece que comprendió perfectamente todo lo que le enseñé. -mis padres cruzan miradas con algo de dudas.
-Esta bien hija. Solo deberías de dejar de referirte de esa manera a Alex, es un buen chico que merece mi total respeto. Conozco perfectamente a su familia y sé que son gente de respeto. Les estoy totalmente agradecido. -Apenada, por mis palabras, me disculpo con mi padre.
-Lo siento papá, no lo haré más. -asiente orgullosa mi madre. -Pero... quiero saber más sobre la relación que tienen con la familia de Alex, solo es mera curiosidad
-Tan curiosa mi Lissa, con más tiempo te lo platicaremos. Por ahora debes apurarte "El restaurante no se abre solo" . -dice de forma burlona.
Subo con prisa las escaleras, colocó sobre la cama una blusa blanca, unas medias negras y una falda negra.
La música no puede faltar en un baño matutino, "Nada" de Zoé (mi banda favorita) retumba por las paredes. Un poco de jabón por aquí y otro poco por allá, el agua hace su magia.
Ya lista y maquillada salgo en busca de mi precioso auto, un flamante y lujoso Mustang. Cómo lo amo, en verdad, como lo amo. Mis padres me lo regalaron en mi graduación de la preparatoria, y me pidieron cuidarlo y usarlo con responsabilidad. Cosa que hago con toda la felicidad de mundo.