Cai Becher

Capítulo 8

Quédate conmigo

Alice Wood

Tras la cena, Becher y yo volvemos a la habitación. Yo me encuentro preocupada porque no quiero dormir con él y no sé si puedo librarme.

—Becher— lo llamo al entrar en la habitación, él se gira hacia mí— ¿Hay habitaciones libres?

Suspira, siendo consciente de lo que quiero decir.

—Sí que las hay— me lo quedo mirando sin decir nada y él vuelve a suspirar—. Duerme tú aquí, yo me iré...

—No es necesario, dime donde hay una y yo iré. Ésta es tu habitación— parece convencerse y me acompaña al pasillo para señalarme la puerta que está justo al lado de la suya.

—No me gusta que me molesten, por eso las habitaciones cercanas a la mía no las usa nadie— explica y yo asiento—. Descansa y... trata de no verme como tu enemigo. No quiero casarme para maltratar a mi esposa, eso puedes tenerlo claro.

—Buenas noches, Becher.

—Hasta mañana, ganchita.

Me encierro en la habitación sin decir nada más y me acerco despacio a la cama sin mirar la habitación, de todas formas, siquiera había encendido la luz. En cuanto palpo la cama con las rodillas, me quito los zapatos y me dejo caer, rodando hasta meterme bajo las sábanas.

Y es en el momento que me hago una bola para poder pensar en los sucesos del día, que me doy cuenta, por el olor, que no me he duchado tras hacer ejercicio.

Siempre igual, Alice. Siempre igual, es que eres una cochina.

¿Me levanto y voy a por mi ropa que está en la habitación de Becher o me duermo apestando a sudor?

Cuando me quiero dar cuenta estoy en la puerta de Becher llamando con los nudillos. Nadie contesta y me planteo irme cuando se me ocurre pegar la oreja a la puerta y escucho el agua de la ducha caer.

Entras, coges tu ropa y sales.

Abro la puerta despacio para no hacer ruido y observo la habitación, buscando mis cosas con la mirada. Las encuentro en una esquina de la habitación y me acerco sigilosa para ver mi rosa sobre la caja.

Abro la mochila y busco una muda cómoda pero el agua de la ducha deja de oírse y me asusto.

Me encontrará aquí y yo no sabré qué cara poner. Busco las cosas con más rapidez, cada vez más nerviosa hasta que las encuentro y me levanto al mismo tiempo que la puerta se escucha tras de mí. Me giro despacio y me lo encuentro de espaldas a mí. Únicamente una toalla negra cubriéndolo, enrollada a sus caderas, cayendo despreocupadamente hasta casi sus rodillas.

Con otra toalla del mismo color se frota la cabeza, sacando el exceso de agua del mismo.

No me ha visto... bien, puedo salir de aquí sin que me vea...

Retrocedo chocándome con la pared y resbalándome por estar descalza. Caigo sentada soltando un grito ahogado al ver que deja caer la toalla que lo ocultaba. Él se gira y lo que no debería ver se hace visible. Demasiado visible.

Me tapo los ojos con las manos sintiendo mis mejillas arder con intensidad.

—Lo siento. Lo siento. Lo siento— me disculpo una y otra vez.

Él no dice nada y yo me temo que se haya enfadado.

—¿Estás... tapado?

Suspira como si mi pregunta fuera estúpida.

—No... ya está.

Me destapo los ojos y lo veo en boxers.

—Es-estaba cogiendo mi ropa porque...

—No hace falta que me des explicaciones, te he dicho que esta es tu habitación también pero tú has preferido irte ¿Querías ducharte?— asiento y él señala el baño de la habitación— Preferiría que lo hicieses en este baño, después puedes irte a la otra habitación si quieres, o también puedes quedarte aquí, conmigo— lo dice esperanzado pero disimulándolo.

Decido entrar en el baño sosteniendo mi ropa con fuerza entre mis manos. Me estoy planteando quedarme con él a dormir y no sé cómo tomarme eso.

Una vez dentro del baño, cierro la puerta y me apoyo contra ella.

El hecho de que esté bien dotado solo me cabrea más y me da inseguridad ¿Por qué tiene que ser perfecto físicamente? ¿Y se supone que en algún momento me verá sin ropa?

Confío en que no abra la puerta en cuanto veo que no hay pestillo y dejo la ropa sobre la encimera del lavabo para comenzar a desnudarme con timidez.

Me miro al espejo, algo empañado porque Becher se acaba de duchar. Mi cuerpo no es bonito y lo sé. Lo sabía antes de que él me lo dijese una y otra vez mientras abusaba de mí.

Me acerco a la ducha y maldigo.

Mi neceser está fuera.

Me acerco a la puerta cogiendo una tolla para cubrirme y la entreabro para sacar la cabeza.

—Becher— lo llamo tímidamente, él eleva la mirada de unos papeles que está revisando en su escritorio.

—¿Qué ocurre?

—Me... ¿Me puedes dar mi neceser, por favor?

Sonríe un poco mientras se acerca a mis cosas y toma mi neceser para acercarse a mí y tendérmelo.

—No te pido y te impongo que salgas en toalla pero solo quiero decirte que no deberías avergonzarte de tu cuerpo. Solo te he visto cubierta con ropa pero es suficiente para saber que es bonito— me pellizca la nariz y yo sonrío sin poder evitarlo—. Quédate conmigo esta noche, por favor.

Abro la boca para quejarme pero sigue hablando:

—No voy a ponerte una mano encima sin que me des permiso. Solo dormir, por favor.

Lo miro por un momento antes de encerrarme en el baño sin contestar. Debo pensar mientras me ducho y es lo que hago mientras me enjabono, me enjuago, me vuelvo a enjabonar, me peino y demás.

Salgo de la ducha oliendo a limpio y me pongo desodorante después de enrollarme una toalla en la cabeza. Me visto y me decido antes de quitarme la toalla que envolvía mi cabello y salgo del baño para encontrarlo en la cama con un libro electrónico en las manos, por lo que camino hasta su escritorio y me siento en la silla. Busco un folio y cojo un bolígrafo antes de comenzar a rellenar la lista. Becher no me dice nada pero siento su mirada sobre mí. Al acabar, dejo la lista en el centro de la mesa y me levanto para caminar hacia el lado vacío de la cama y meterme bajo las sábanas.



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En el texto hay: secuestro, sufrimiento, mafia

Editado: 14.11.2022

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