Cai Becher

Capítulo 26

Una tarea sencilla

Alice Wood

Se me corta la respiración antes de levantarme con rapidez pero una mano— su mano— en mi hombro me hace sentarme y obedezco. Las manos de Cai tiemblan sobre la mesa a mi lado izquierdo pero la silla que está a mi lado derecho se aparta y él se sienta para acercarse a la mesa.

—Que aproveche y siento haber llegado tarde, no sabía que almorzabais tan temprano— cicatriz ríe a mi lado y mira a la señora, quien se encuentra congelada en su lugar—. Trae mi plato y mis cubiertos, por favor.

—¿Se-señor?— la señora pregunta.

—Obedece— susurra Cai.

La señora se marcha y yo siento un brazo sobre mis hombros. Me tenso.

—¿Cómo estás, princesa? Siento lo de tu madre— no hay rastro de humor en su voz cuando dice eso. Le da un apretón a mi hombro.

—Estoy... bien, supongo— murmuro.

—¿A qué has venido?— si Cai le teme, su voz no lo demuestra.

—He venido a comer y a hablar con Alice en privado de algo que no os concierne— la señora vuelve con el plato y los cubiertos de cicatriz y él se aparta comida para comenzar a comer como si nada. Me decido en mirarlo y descubro que tiene las manos llenas de sangre.

—Tienes...— mi voz sí demuestra el miedo que le tengo.

Sus ojos siguen los míos hasta sus manos y ríe antes de coger una servilleta y limpiarlas, pero obviamente la sangre sigue allí.

—He tenido que entrar por la fuerza, ya sabes— explica.

En esas que Helena entra por la puerta con expresión de arrepentimiento y la cabeza baja. No ve a cicatriz.

—Alice, lo siento. Soy una egoísta y tenemos que hablar— sigue sin levantar la cabeza y mi corazón comienza a latir desbocado cuando cicatriz sonríe y hace un ademán de levantarse.

Instantáneamente lo agarro de la muñeca, pero él hace un movimiento rápido con la misma y consigue agarrarme a mí. Cai se levanta con intención de atacarlo pero él, con un movimiento rápido, saca una pistola de su pantalón con su mano libre y apunta directo a la cabeza de Cai. Nos detenemos cuando la carga sin apartarla.

—Ojo demente— la voz de Helena lo hace sonreír.

—Hola, Helena. No esperaba verte por aquí ¿Sabes que aún me debes pasta?

—Esa deuda quedó saldada— la voz de Helena destila veneno.

Cicatriz ríe.

—Vaya, me siento usado.

Escucho un pequeño sonido como el de la tela rozando por la silla y cicatriz se pone serio.

—Como te atrevas a hacer eso, Dominic, mataré a tu muñequita ante tus ojos y después te mataré a ti— Boomer se queda estático con las manos sobre la mesa, despacio las saca y las pone sobre la mesa, sin nada agarrado.

—Qué cojones quieres— Cai gruñe.

—Ya lo he dicho ¿Tienes problemas de memoria o de audición?— rueda los ojos y es una acción rara teniendo en cuenta que uno de sus ojos es completamente rojo debido a la sangre que dejó el horrible corte que se quedó como cicatriz.

—Quieres hablar ¿No?— pregunto— Pues vayamos a hablar.

Él guarda el arma sin decir nada más y me suelta comenzando a caminar escaleras arriba. Lo sigo.

—¿Dónde está tu habitación?— lo miro un poco asustada pero señalo mi habitación y comienza a caminar hasta ella. Lo sigo.

Una vez dentro se dirige al escritorio de Cai y se sienta mirando los papeles que hay sobre la mesa.

—No mires esos papeles— suena a orden pero a él solo puedo hacerle peticiones.

—¿Por qué?

—Sois enemigos y esos son sus negocios, no es demasiado ético— sonríe antes de mirarme y señalar la puerta abierta.

—Cierra la puerta, por favor.

Con piernas temblorosas me acerco a la puerta y suspiro antes de cerrarla y enfrentarlo. Él saca su teléfono y coge un papel en blanco y un bolígrafo, sin levantarse del escritorio.

—¿Estás aquí por mi madre?— pregunto despacio.

—Así es, princesa. Ven, acércate— coge un banquito que hay bajo el escritorio y lo pone a su lado. Entonces me acerco y me siento. Sus manos siguen llenas de sangre pero ya se ha secado—. He visitado tu casa y tu madre no está, por lo que su muerte no está confirmada— mi corazón se encoge—, entonces he pasado a investigar sobre ti y tu madre, ambas parecéis bastante normales y parece que habéis vivido legalmente en todo momento. Aunque de tu padre no se sabe nada ¿Sabes tú algo?

—Mi madre me contó que un hombre la dejó embarazada y desapareció— respondo—. No lo conocí ni vi una foto suya.

—Comprendo— empieza a hacer una especie de mapa conceptual en el folio en blanco— ¿Qué edad tenía tu madre cuando se quedó embarazada?

—Se quedó embarazada con veinticuatro años, pero cuando yo nací tenía veinticinco.

—Y eso fue hace diecinueve años...— piensa un momento— yo era un crío en ese tiempo pero recuerdo que mi padre me decía que había veinteañeras en una discoteca que ya ha sido cerrada por la policía por prostitución ilegal y venta de drogas ¿Tienes una foto de tu madre de ese tiempo?

—Pues... en casa debe haber un álbum de fotos de cuando ella era joven.

—Lo buscaré— asiente—. También quería preguntarte si quieres conocer a tu padre cuando lo encuentre— me mira con sinceridad. De veras parece que va a respetar mi respuesta.

—Nunca lo he echado en falta así que no, me es irrelevante su existencia— asiente antes de mirar su teléfono.

—De acuerdo... ¿Tu madre ha tenido alguna relación?— ahora que lo pienso, no. Ella nunca ha estado con nadie, que yo sepa.

—Nunca vi a ningún hombre cerca de ella... no me habló nunca de nadie, tampoco. ¿Puedo preguntar cómo vas a encontrarlo?

—Esa discoteca tenía mala fama pero aun así las veinteañeras iban cada noche. Las mujeres podían entrar siempre y cuando el portero las dejara, normalmente por su aspecto, pero para los hombres era distinto. Los hombres tenían que ser socios del club y voy a encontrar una lista, voy a reducirla todo lo posible y voy a dar con tu padre. Será fácil— se encoge de hombros.



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En el texto hay: secuestro, sufrimiento, mafia

Editado: 14.11.2022

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