Buenas Tardes
Actualmente las personas son cada vez más incapaces de responder sobre su autodefinición y sus planes a futuro, y es que está comprobado que casi el 96% de ellos, no se interesan en conocerse a sí mismo, viven vidas tratando de agradar a los demás fingiendo algo que no son con tal de encajar en un grupo de extraños.
Las típicas personas que tratan de encajar en un grupo en el cual su punto de vista importará menos cada vez que se una alguien más llamativo que ellos, son los verdaderos masoquistas de la sociedad que cada vez están dispuestos a arrastrarse por el suelo por otros a los que nos les importa su integridad.
No me quejo de que las personas quieran pertenecer a un grupo donde ellos sientan que encajen, pero resulta desagradable ver el cinismo que ponen para defender la arrogancia de los que creen que son sus amigos.
Pensaba todo esto mientras me preparaba mi típico desayuno, huevos fritos y jugo, la luz del día entraba por las ventanas y me dejaban en claro de que si no me apresuraba probablemente llegue tarde.
Terminé mi desayuno lo más rápido posible y estaba listo para ir a la escuela, aunque un poco tarde, abrí la puerta y para mi mala suerte me topé con tres cajas.
"Sin duda llegare tarde." -Me dije a mi mismo con indiferencia-
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Eran poco más de las once cuando termine por ordenar las cajas en mi casa, tomó más tiempo de lo que pensé, a cuanto a lo que había en las cajas, eran ingredientes, sopas instantáneas y dinero que mi padre enviaba cada mes para que pueda mantenerme en pie.
De todas maneras, era tarde como para ir a clases así que hice un esfuerzo para llevar mi trasero al sofá para ver películas. Mi corto descanso se vio interrumpido por un mensaje de mi amigo Takeshi diciendo:
"¿No piensas venir?"
"son poco más de las once, un día sin Akira es lo mismo que un día con Akira."
"vamos no seas tan negativo."
"no soy negativo, solo soy realista."
"pero, sabes que hoy tocaba evaluaciones, ¿verdad?"
"..."
Ese mensaje fue suficiente para hacerme levantar del cómodo sofá en el que estaba para agarrar mis cosas y arrastrarme hasta el salón de clases, después de todo no podía faltar un día de evaluación.
¿Dije día de evaluación? No, al parecer fui timado por Takeshi.
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Un chico de mi edad, 16 años, de estatura corriente, sus ojos parecieran iluminar cada rincón que percibe, si te lo toparas por la calle aparentaría ser una persona callada y tranquila pero la verdad es que ante cualquier situación siempre tiene algo que decir al respecto, es uno de los más inteligentes de la clase, aunque lo que más destaca de él es su falta de control por las chicas con lentes, contando la semana pasada, sumarian cinco las veces que se "enamoro" de una chica con gafas. Ese es Takeshi, la persona a la que estoy a punto de regañar.
"¡Takeeshiii!" -Dije con un tono enojado-
"¿A-Akira?"
"Si tienes una buena razón para haberme traído aquí mintiéndome será mejor que la digas antes de que..."
"E-Está bien, te lo diré." -Dijo Takeshi como si pareciese ver al mismísimo demonio-
Al parecer, el tutor había nombrado a Takeshi el Representante del aula y le dijo que buscara a un ayudante en las próximas tres horas o el mismo asignaría a uno al azar, "si serás idiota Takeshi."
Después de pedirme disculpas a todo pulmón como si buscara la salvación de su alma, termine por aceptar ser su ayudante.
Tan pronto como acepte su proposición, Takeshi fue corriendo a comentarle al tutor a cargo de nuestra clase que ya había encontrado al ayudante 'perfecto'. Las clases continuaron como siempre, poco a poco el sol cada vez iba subiendo un poco más hasta colocarse encima de todos, el profesor de turno dictaba la clase, Takeshi estaba atento como siempre, y yo estaba mirando al techo del salón como de costumbre, después de todo, este tema ya me lo sabía de memoria, me lo enseño mi madre, ella fue profesora de matemáticas, las enseñanzas que me inculco desde pequeño son el más grande recuerdo que tengo de ella ahora.
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Las clases terminaron y yo me dirigía a casa acompañado de mi amigo Takeshi.
"Muchas gracias por haber aceptado ser el ayudante del representante del aula." -Dijo Takeshi con gran ovación-
"¿Piensas seguir agradeciéndomelo?, ya te dije que está bien, además, referirte a ti mismo como el Representante del salón en verdad me enferma."
"Tan gracioso como siempre, Akira."
El rostro de Takeshi se iluminaba cada vez más.
"Después de todo, no fue tan malo venir a clases ¿verdad?"
"No lo sé." -Expresé de manera vaga-
"Aunque haya o no haya venido, no notaria la diferencia, salvo por el tema de las clases."
Takeshi respondió sin dudar: "Akira, tú y Azami son las únicas personas a la que puedo llamar amigos y aunque los demás no lo noten, yo si me preocuparía si mi amigo no viniera a la escuela y no estaría tranquilo hasta saber qué es lo que le pasa, ¿Entendido?"
"pero sabes, no tienes que..."
"Dije, ¿Entendido?"
"Bien." -Dije con gran asombro ante la actitud de Takeshi-
Sé que Takeshi no tiene la culpa de como soy ahora, desde los cuatro años Azami, Takeshi y yo fuimos amigos inseparables, salíamos a jugar todas las tardes, no había ni un día en el que no me divirtiera con ellos, pero desde que murió mi madre, deje de pasar tiempo con ellos, mi padre, el que me abandono a los tres años de edad me había llevado lejos de la casa donde había pasado toda mi infancia, el nunca se detuvo a jugar ni una vez conmigo y la señora que, para él, había remplazado a mi madre, solo me trataba mal, debido a la muerte de mi madre pensaba en que el relacionarse con los demás era una pérdida de tiempo, ¿Qué sentido tiene relacionarse con alguien al que perderás en algún momento?, crecí rodeado de esa idea y abrazado de la soledad, hasta que tuve el valor de decirle a mi padre que no quería vivir ahí, con tal de deshacerse de mi, me alquilo un lugar en donde estar y me manda cajas con lo necesario cada mes.