Cambiando por amor.

Capítulo 3.

El día siguiente, Rob se despertó temprano, se dio una ducha, se vistió y caminó por unos 5 minutos hasta casa de sus padres, si, vivía bastante cerca de ellos, pero era normal dado que era muy apegado a sus padres, así como también lo eran sus hermanos, quienes al igual que el vivían cerca.

Llegó, abrió la puerta con su llave, fue directo a la cocina y saludo a los allí presentes. La consentidora Margarita estaba preparando el desayuno, la conocía de toda la vida y la amaba con locura, en la barra de desayuno se encontraban sus padres, Benjamín y Madeleine Scott, se sentó junto a su padre luego de saludar y de inmediato una taza de café caliente aterrizó frente a él.

- ¿Cómo estas mi pequeño Rob? –Fue la pregunta de Margarita.

-Estoy bien nana. Hoy tengo que ir al trabajo a presentarme ante mi jefe, ayer sucedió algo y he recibido una llamada suya.

- ¿Qué ha sucedido hijo? –Pregunto Madeleine un poco angustiada, su hijo nunca tenía problemas.

-No es nada ma, es que ayer un obrero se accidentó durante sus horas de trabajo, nos llamaron, fuimos allí a auxiliarlo y trasladarlo al hospital. Sabes que si no tengo nada que hacer o mi turno ha terminado me quedo a esperar noticias de los pacientes que más me preocupan, el caso es que mientras esperaba salió una doctora, preguntaba o más bien gritaba que quien era la persona que había ayudado a aquel hombre. Yo por supuesto me levanté y ella me gritó, insultó y cuestionó mis métodos, además, me dijo que llamaría a mi jefe para ponerlo al tanto. Yo estoy seguro de haber seguido los protocolos al pie de la letra, pero de igual forma debo presentarme y explicarle el incidente al jefe Jones.

Tanto sus padres como su nana se quedaron en silencio y no hicieron más que asentir. Decidieron de inmediato que aquella doctora no les caía bien, estaban seguros del accionar de Rob, pero más allá de eso, no consideraban que gritarle delante de todos era la mejor forma de resolver el problema, sin conocerla se dieron cuenta de que la mujer en cuestión era grosera y maleducada.

*****

Rob se presentó ante su jefe, explico la situación y salió del despacho tal y como había llegado, en completa tranquilidad. Aunque ahora poseía una nueva información, la doctora Elizabeth Baker era una persona problemática, no era la primera vez que se daban incidentes parecidos con personal tanto del hospital como fuera de él. Era buena en su trabajo, pero en las relaciones personales era un asco y tenía suerte de que su familia la soportara.

Rob se dirigía a la salida cuando escuchó a Emily, su compañera de trabajo, hablar en voz baja, se notaba bastante preocupada y parecía estar siendo participe de una discusión.

Emily era una joven trigueña, tenía ascendencia latina, era vivaz y todos la querían y la respetaban. Estaba en pareja con un joven llamado Adam, con el cual se casaría pronto, esperaba que no fuera el con quien discutía y aunque no era propio de él, de hecho, le parecía de mal gusto, se acercó a ver que podía escuchar de la discusión. No logró entender que sucedía, Emily había colgado y había derramado un par de lágrimas, al darse la vuelta y verlo allí ella lo abrazo y lloró.

Al cabo de un momento y estando más tranquila, Emily le explico a Rob el problema. Se casaría, lo haría en su día libre pero no tenía tiempo para su luna de miel. Había discutido con Adam al respecto, él quería que ella tomara sus vacaciones luego de la boda, sin embargo, ella quería seguir con la tradición de siempre, pedirla en las fechas en que se celebrara aquella magnifica reunión familiar, no todos los días la familia se reunía y habían adoptado la costumbre de celebrar aquel evento con el propósito de poder compartir todos, aunque fuera una vez por año. Aquello por supuesto le impedía disfrutar de su luna de miel.

Rob lo pensó, no mucho a decir verdad y luego las siguientes palabras salieron de su boca:

-Yo cubriré tus turnos. Durante este mes y gracias a la licencia médica de Johnson, tu estarás cubriendo los turnos de la tarde. Bueno, yo hare mis turnos y luego hare los tuyos.

Emily no podía creerlo, así como tampoco podía aceptar tal ofrecimiento.

-No, no lo harás Rob. Yo veré como me las arreglo para que todo me resulte bien pero no puedo cargarte con tanto trabajo, menos uno que no te pertenece.

-Nena, no te preocupes. Sabes que esto me gusta, además, solo será una semana. Yo ya he disfrutado bastante, he viajado más de lo que me gustaría y es justo que tu disfrutes de tu luna de miel y que empieces el matrimonio con buen pie. Sé que tu harías lo mismo por mí. Así que ahora ve y llama a ese loco prometido tuyo y dale la buena noticia. –a Emily se le ilumino la mirada, lo abrazo lo más fuerte que pudo, lo beso en la mejilla y salió disparada a llamar a su chico.

Ese era Robert Scott, alguien que siempre estaba dispuesto a ayudar y su recompensa más grande era la sonrisa de aquellos a los que quería.



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En el texto hay: amargura, cambio, amor

Editado: 25.09.2018

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