Cambiando por amor.

Capítulo 13.

Los días habían pasado y Robert junto a los demás voluntarios habían estado ya en 3 lugares diferentes, muchos creerían que iban muy de prisa pero el propósito era llevar suministros a los lugares más afectados, lamentablemente el itinerario no les permitía quedarse. Fueron a refugios que acogían a personas que se habían quedado sin nada, les brindaron comida, productos de aseo personal, prendas de vestir y calzado, suministros médicos, entre otras cosas. A los más afectados les prestaban también cierta ayuda médica pero no podían permanecer mucho tiempo allí ya que así lo demandaban las políticas de la fundación y debían partir hacia otro lugar.

Todo aquello había sido muy satisfactorio para Robert. Se sentía pleno, estaba haciendo lo que más le gustaba, ayudar.

Había conocido gente maravillosa, tanto voluntarios como personas a las que habían ayudado. De todos aquellos que conocía se llevaba un poquito, un poquito de su amor, de su humildad, de su fuerza.

Robert había conocido a una mujer, era la líder del grupo de voluntarios. Helen era una mujer de aproximadamente 40 años, qué tal y como sucedía con todos lo que lo conocían, se había encariñado con Rob. Tanto que en sólo pocos días había logrado conocerlo lo suficiente para saber que estaba un poco triste pero claro, no había que olvidar que Helen era madre también y las madres tienen un sexto sentido.

Cuando Helen lo cuestionó, el se desahogó con ella. Le contó sobre sus difuntos padres, le contó sobre sus maravillosa familia adoptiva y sobre esos 4 seres tan increíbles, sus abuelos maternos y paternos. Le contó sobre sus estudios, su trabajo, le habló sobre Emily y por último, le habló de ella y su respuesta se repetía una y otra vez en su mente.

*****

-Cariño, se que quizá te sorprenda lo que te voy a decir pero, no la juzgues tan duramente. A veces las personas cometemos errores y necesitamos que nos pasen ciertas cosas, que la vida nos golpee, para que entremos en razón. No defiendo su comportamiento pero tampoco puedo condenarla.

Yo no fui la mejor persona del mundo, soy hija única, cuando mi madre se embarazó y supo que eran mellizos salto de felicidad, pensó que quizá tendría suerte y tendría uno de cada sexo. Así que cumpliría su deseo de tener una niña y mi padre de tener a ese niño que tanto anhelaba. Una noche mi madre se puso mal y el la llevo al hospital, mi madre estaba en labor de parto pero habían complicaciones y uno de los bebés murió. No se que le dolió mas a mi padre, si saber que había muerto su tan anhelado varón mientras que yo seguía con vida o el hecho de saber que debido al problema que presentó mi madre, no podría volver a concebir.

Mi padre no culpó a mi madre pero si me culpó a mi. Yo no era lo que él esperaba y nunca me dio amor o se me acercó demasiado. Con el tiempo mi madre no aguantó y se divorció de él pero el dolor ya estaba ahí, el rencor hacia mi padre por no poder amarme ya estaba ahí y crecí pensando que los hombres no valían la pena y comparaba a todos con el. Cuando conocí a mi esposo, no lo traté bien, fui muy indiferente y muy orgullosa para admitir que me había enamorado pero el fue paciente, espero pero no lo hizo de brazos cruzados, me demostró que el era diferente y que podía hacerme feliz, me demostró que el no era mi padre y poco a poco fui cediendo.

-¿Esto es en serio? -Rob estaba sumamente asombrado.- No te imagino así, te ves tan, tan... no lo se, eres una excelente persona, es difícil de creer que pensaras de esa manera.

-Créeme, lo hacía. Por esto te aconsejo que no la juzgues pero también te aconsejo que pienses bien si quieres seguir siendo el chico bueno, el chico que es amado por todos pero el mismo chico que no sabe decir que no y arriesga su corazón sin garantía alguna. Debemos ser buenas personas Rob pero tampoco debemos permitir que los demás se aprovechen de nuestro exceso de bondad. -Dicho esto, Helen se levantó y se fue.

*****

Liz, por su parte, también está aprendiendo mucho durante su viaje. 
Junto a Milena y Marcus había salido a pasear y a conocer el primer país donde estarían, Tanzania. Allí conoció el Serengeti y junto a sus amigos se divirtió como nunca viendo a los animales, el segundo país en donde estuvieron fue Uganda, allí disfrutaron del Parque nacional de las cataratas Murchison, estar allí fue una experiencia mágica y hermosa, se permitió disfrutar y reflexionar sobre su vida, sobre cuál sería el siguiente paso. El último país que visitaron durante su travesía fue Burundi, uno de los países mas pobres de Africa, uno de los países mas pobres del mundo. Su viaje constaba de 30 días, habían estado 1 semana en cada uno de los países anteriores, pero en Burundi querían permanecer más tiempo. Querían conocer el lugar, ayudar a cuántas personas pudieran, habían organizado todo para que con su llegada coincidiera la llegada de la comida y productos de todo tipo para las personas del lugar, incluidos juguetes para los niños.

La profesión de Liz nunca fue más importante como en el momento en que se presentaron ante ella un montón de niños desnutridos y llenos de curiosidad e ilusión. Liz nunca entendió tanto a una persona como lo hacía en ese momento, entendió el calor que sobrecogía el corazón de Rob cuando ayudaba a alguien que sabía que lo necesitaba y creció en ella, admiración por el.



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En el texto hay: amargura, cambio, amor

Editado: 25.09.2018

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