Cambiar por Ti

Capítulo 2

Safira:

Me miro al espejo una vez más. Y sonrío al ver una chica linda disfrutando de su adolescencia. Sí, eso soy. Linda, confiable, alegre y con una habilidad que muchos no la ocupan, pero para mí es especial.

Agarro mi teléfono y un poco de dinero.
Bajo las escaleras y paso por la sala donde están mis padres.

—Vuelvo más tarde, nos vemos —sólo me miran y vuelven a lo suyo.

Muy raro de ellos.

No me pusieron condiciones.

Tampoco me dijeron algo.

Pasa algo y lo sabré.

Salgo de la casa y me voy caminando hacia el parque en donde nos veríamos con mis amigos.

El día está hermoso, una pequeña brisa fresca de otoño corre que me eriza la piel a su paso, las hojas están empezando a teñirse, van del amarillo muy clarito al rojo oscuro. El paisaje es maravilloso, lo único que me gusta de esta estación es que no hace ni mucho calor ni mucho frío.

Cuando voy avanzando veo a mis amigos y me acerco a ellos. Todos me saludan pero Lucila, no me saluda, esquiva mi mirada. ¿Qué le pasa ahora?

—Me da gusto volver a verlos. 

—Nada de formalismos por favor, sabés que cuando nos juntamos es en realidad que nos escapamos de nuestras vidas y porque queremos disfrutar y vernos —el desesperante de mi amigo, Daniel, debe hacer un comentario como ese.

Si no fuera porque tenemos el mismo estilo de vida, lo ignoraría y me alejaría totalmente de él y del resto. Odio fingir con ellos.

—Pero ahora me vas a criticar por mi forma de saludar, ¿perdón? —lo fulmino con la mirada y el sólo sonríe de lado.

—Disculpa. Me había olvidado de la señorita recta —su sonrisita de sarcasmo me enerva.

—Y aquí vamos de nuevo —dice en un murmuro otro de mis amigos.

Ohh claro que sí.

—Que me vista y hable más formal que los demás, no significa que sí o sí soy recta, disciplinaria y todo lo que quieras llamarle a eso —sonrío lo más falsamente que puedo y me alejo de ellos ignorando sus comentarios tontos.

A veces desesperan.

—Lila, ¿pasa algo? —la rubia está sentada en una banca lejos de los demás

—No. Solo... solo estoy un poco distraída nada más. 

—Pero...

Su teléfono nos interrumpe. Lee concentrada el mensaje que le llegó y sale corriendo. Bien, sí, está muy mal.

La tarde la pasamos genial a pesar del mal entendido de hace rato. Contábamos chistes, jugábamos, hacíamos retos y por último nos íbamos a comer algo. Eso es importante.
Terminamos de comer y nos ponemos a hablar un rato antes de irnos.

Mi teléfono suena y es un mensaje de mi madre.

—¿Está todo bien? —la conversación que mantenían paró en seco.

—Si... me tengo que ir, tengo una cena esta noche. Los quiero.

En realidad no los quiero.

Saludo a cada uno y me voy al shopping. Mi madre dijo que comprara un vestido para esta noche. Suerte que traje dinero.

Ya llevo más de 20 minutos dando vueltas para ver algo lindo. No es que me preocupe mucho, pero debo verme bonita. En la vidriera veo uno que me convenció, entro y me atienden, le digo a la chica cuál es el que me interesa y la sigo hasta el probador que se ubicaba al final del lugar, era solitario esa parte.

Veo en el espejo como me queda. No es ajustado pero por la parte de arriba si. Tampoco es muy largo el vestido pasa un poco de mis rodillas.

Abro la cortina y no está la vendedora pero sí un chico de mi edad aproximadamente, está por entrar a un probador pero se detiene. Me mira de arriba a bajo y sonríe de lado negando.

—¿Qué miras tanto? 

—Perdón que diga esto, no te queda ese vestido turquesa —me mira pensativo y asiente—. Sé cual te servirá.

Antes de que pueda responderle se va y yo no sé si ignorarlo o esperarlo. Mis dudas se van cuando viene con uno que me quedo anonada al verlo.

—Lo veo en tus ojos, lo quieres, ten —me pasa el vestido y rápido me cambio.

Abro la cortina y se lo muestro —. ¿Ahora si?

—Da una vuelta.

Hago caso y sonríe, su sonrisa es encantadora. Se acerca hacia mi espalda para atar el fino cinto plateado que me rodea. Me agarra de la cintura y su aliento choca en la piel de la nuca. Nunca sentí esto. Un hormigueo me recorre el cuerpo, es como si su cercanía la conociera a la perfección y quisiera más de la suya, me hace cerrar los ojos inconscientemente.

¿Qué es esto lo que siento? ¿Qué hace?
  
Se aleja de mi y sonríe—. Excelente. 

Salgo de mi aturdimiento y lo miro nerviosa—. Gracias. Y espera —traigo un corbatín celeste que estaba al lado de los probadores—. Resalta tus ojos y te quedará bien.

—Si tu lo dices.

Vuelvo a entrar y lo miro con admiración el vestido. Es de color carmesí, mi favorito por cierto. Tiene escote de corazón, es largo hasta las rodillas, también tiene este cinto plateado con perlitas haciendo un gran contraste llamativo en la prenda. Totalmente es el indicado.

Quiero agradecerle al chico misterioso pero por arte de magia desapareció y no creo haber tardado tanto. Confundida por la situación, pago las cosas y me voy del lugar.

Cuando llego a mi casa, no hay nadie. De seguro deben estar preparándose y aún no terminan por lo que hago lo mismo, me maquillo un poco, rizo mi cabello castaño y me coloco uno que otro accesorio, por último el vestido y los zapatos de tacón negro.
Ya lista, me quedo sentada en la orilla de la ventana esperando a que me vengan a buscar, eso hacen mis padres una vez hay que irnos. Pasa el tiempo sin saber nada, me pone inquieta.

En el silencio de mi habitación, escucho murmullos que provienen de la entrada de la casa.

Decido salir de mi habitación.

No sabía que al salir de esa puerta... ya no sería la misma, no sería todo lo mismo.




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