Cambiar por Ti

Capítulo 9

No se siente bien. Maté a una persona. ¿En qué estuve pensando? En salvarme ¿Pero haciendo eso?

Una semana y no puedo olvidar lo que hice. Una semana y les dije mi decisión. Una semana en la que llevo pensando todo lo que ha pasado y no encuentro sentido.

Pensar y decirlo es muy diferente. Más en este caso.
Desde que les dije que quería ser mafiosa mucho ha cambiado en este lugar. Voy a pertenecer a un nuevo mundo. Uno en el que cambiará mi vida, en la que me convertiré en una nueva Yo.

Esta semana todo siguió normal. Los entrenamientos con Stéfano y José, las cenas y algunas reuniones también. Pero lo que no siguió igual, es el ambiente. No se si lo interpretaba tenso el ambiente o en realidad es así. 

En la hora del entrenamiento descargaba todo mi enojo, furia, lo que tenía dentro. Me han regañado por no prestar atención en algunas partes. Pero siento que mi mente no está, el lado razonable se fue, desapareció.

Tiro nuevamente el arma y me siento en un rincón de la sala de entrenamientos.

No puedo seguir. No puedo.

—Safira, tranquila —se acerca José y Stéfano.

—No puedo, no puedo seguir chicos —suspiro frustrada apoyando la frente en mis rodillas.

—No digas eso. Sí puedes —contesta algo burlesco José. 

—No puedo olvidar, en todos los momentos vuelvo a recordar lo mismo —no quiero verlos y sentir más vergüenza delante de ellos.

—Creo que es momento de decirte —lo miro un poco y sonríe compasivo—. Seguro nos verás en algunos momentos indiferentes contigo, pero queremos que sepas que nosotros no somos así, en estos momentos por ejemplo. 

—¿Cómo? —despacio levanto la cabeza mirándolos extrañada. 

—¿Es que tienes un problema de audición o qué? —miro mal a Stéfano y lo empujo un poco.

—El que tiene problema de audición eres tu, Stéfano. Cuando te dicen NO, de inmediato para vos es SÍ —entrecierra los ojos y abre la boca listo para contestarme, pero lo cortan.

—Chicos está bien, basta. Mi trabajo es entrenarlos no ver sus discusiones de niñatos.

—Habló —decimos los dos a la vez.

—El punto Safira es que seremos diferentes con los demás, pero no con vos —tiene razón, a pesar de los juegos que hacemos, siempre conservamos nuestro lado personal. Me levanto y los abrazo—. Bueno, bueno. 

—No saben lo importante que es para mí saber en que pueda confiar en alguien. 

—Siempre Safira —me harán llorar, si no fuera porque José se alejó rápido.

—Vamos otra vez, Stéfano es tu turno —le indica lo que tiene que hacer y regresa a donde estoy.

—Perdón, ahora voy.

Se inclina y me susurra al oído.—Si quieres seguir, vuelve a intentarlo sino, no sigas en algo que no te esfuerzas por conseguir —me guiña un ojo alejándose. 

Me quedo pensando sobre lo que dijo. Tiene razón, no puedo seguir como estoy. Debo aceptar mi cambio, me ha dejado en mucho que pensar. Tal vez no tiene que ver mucho, pero me es de gran ayuda.

Me concentro nuevamente y practico más mis punterías. De a poco voy mejorando, pero me falta mucho aún.

Al terminar, me acompaña Stéfano a mi habitación. Luego de cinco horas de entrenamiento por fin nos dirigimos a descansar ahora.

—Sabes que puedo venir sola Stéfano. Ya sé casi todo este lugar. 

—Pero aún puedes perderte y creo que eres capaz —miro a otro lado inocente y piso su pie—. ¡Hey!

—¡Ay lo siento! No vi por dónde iba —camino más rápido. 

—Ja ja, claro Safira.

—¡Es enserio! ¿No crees en mí? —finjo estar dolida y que una lágrima sale, paro de golpe—. Bueno ya llegamos, gracias por acompañarme ya puedes irte.

Sonríe de lado negando. Ya no es como antes, de frío, ahora es... diferente. Y aún así con cualquiera de sus dos facetas, me encanta.

—¿Así que la señorita me corre? —da un paso adelante.

—Ves que te dije, si tienes problemas de audición.

—Mejor entra. Nos vemos en la cena.

Entro riendo. Mi humor ya cambió y es algo que hace que me sienta mejor.

Mucho silencio y se siente la tensión en la hora de la cena.
Los que estamos, y siempre son: Stéfano, José, Clear, el señor Lombardi y yo. Los tres nos miramos tratando de saber qué es lo que pasa.

Y como si adivinaran, responden nuestras dudas.

—Bueno, como ya saben, muy pronto habrá otra gala, en la que esta será diferente —habla el Señor con su tono firme.

—¿Diferente en qué? —miramos curiosos y atentos al señor Lombardi.

—Ustedes saben de que Safira dijo que quería pertenecer aquí —asienten y abren mucho los ojos—. Lo que piensan chicos, es cierto.

—¿No es muy joven? —mis ánimos se caen cuando dice eso José.

Si soy joven, ¿y qué?

—Concuerdo —asiente también Stéfano. 

—Estaré para ayudarla y acompañarla en todo momento, corrijo, estaremos.

Creo que me estoy perdiendo de algo en la conversación. No me distraje, se los juro. Pero siento que hay algo que no han nombrado y es lo que están haciendo que entre en muchas dudas y preguntas. Como siempre.

Miro toda la mesa y mi mirada se detiene en la mano de Clear. Tiene un hermoso anillo en su dedo anular y parece... no, ¿puede ser?

—¿Cuándo se casarán?

Uhh aquí parece que alguien metió la pata. No mentira... pero parece.

Todos hacen silencio y los chicos miran la mano de Clear y confirman lo que dije. Están comprometidos, que hermoso, al final se aceptaron. Le dije a ella, ¿y qué pasó?, pues eso.

Se sonroja y mira al señor Lombardi en busca de ayuda, pero lo gracioso es que él también hace lo mismo—. Eh... sí Safira. Nos casaremos.

Esta actitud si es muy de niña pero —aplaudo emocionada y sonrío como boba— no lo puedo creer.

—En poco tiempo —dejo de aplaudir y todos los miramos sorprendidos.

—¿Tan pronto? —recupera su postura Stéfano y su mirada es burlesca, el señor lo mira mal y vuelve a estar sereno—. Lo siento.

—¡Qué bueno! —sonrío más. 

—Felicidades  —dice José pero parece aturdido.

—Gracias. 

—Bueno, a dormir todos. José debo hablar contigo un momento.

Subimos las escaleras y nos dirigimos a nuestras habitaciones.
 




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