El gran día:
Terminamos de arreglar a Clear.
Se ve muy hermosa con su vestido blanco. No hay palabras para expresar, sólo una, maravillosa.
—¿Nerviosa? —pregunto mirándola con una sonrisa
—Sí. Y mucho —agita sus dedos mostrando su notable nerviosismo.
—Respira. Trata de tranquilizarte.
—Está bien... —inhala profundo... exhala de golpe—, no puedo.
Así no, obvio.
—Sino te calmas, no saldrás de aquí —voy a la puerta y la cierro con llave—. Tu decides...
Para qué dije eso.
Llevamos media hora... MEDIA HORA TRATANDO DE TRANQUILIZARLA.
—Clear, me cansaste. Saldrás y listo —doy vueltas en circulo cansada ya de su actitud.
—Dijiste...
—Dije que saldrías tranquila, fueras con tu prometido que dentro de un rato será tu esposo y estés feliz por todo. ¿Entendiste?
Se queda pensando por un momento, pero se levanta y me mira mal.
¡Ups!
Si, la traté de una forma nada correcta. Lo admito, —sonrío inocente.
Salgo rápido y doy la señal a Stéfano que está custudiando al final del pasillo. Cuando estamos en posición, escuchamos murmuros y una leve melodía acompañando el camino que hacemos los dos al entrar en la sala bien, bien, bien grande en donde será la ceremonia.
José ya está adelante, al lado del Señor Lombardi, claro. Los dos asienten cuando nos ven.
Lo que llama mi atención es la mirada fija del señor, es como si quisiera transmitirme algo, pero no sé. Su mirada se desvía cuando comienza a sonar la marcha nupcial.
Escucho el "ahh" de muchos. Si están impresionados por mí es porque me veo muy bonita... bueno, mejor dejo de mentir.
Te crecerá la nariz de mentirosa Safira.
Gracias conciencia... no quieres cooperar conmigo, ya entendí.
Él la mira fijo transmitiendo todo su amor. Es increíble como se quieren. Su rostro se ilumina más cuando llega al altar.
Empiezan la ceremonia, y yo creyendo que sería un rato y no, parece que duró horas. Ya casi me dormía.
Lo bueno hasta ahora es que va marchando bien las cosas.
Llega el momento más esperado. El "Sí, acepto".
Escucho sus palabras tan hermosas.
—Yo, Riccardo Lombardi, juro solemnemente amarte, respetarte...
Me derrito de amor por sus palabras.
¿Algún día llegará mi momento también?
Miro a Stéfano, y me quedo pensando en sus palabras del otro día.
"Sabes que no te dejaré... "
¿Y si él...?
—Yo, Clear Marini, prometo amarte, respetarte...
Siento algo frío en mi mano. Bajo la mirada y veo que Stéfano ha entrelazado su mano con la mía. Lo miro y él sonríe.
Cada día me enamoro más de él. Será poco tiempo el que llevamos juntos, pero a veces no te lo esperas y llega ese amor tan fuerte como el que siento por Stéfano. Y no estoy hablando de esos amores de que: "si, lo amo, es lindo", bla bla bla... Hablo del que es verdadero, es casi inexplicable lo que se siente, es muy fuerte.
Después de esperar tanto, por fin dice "Los declaro, marido y mujer"
Mmm....
—Ya pueden besarse de una vez por todas. Todos aquí esperan a que pase este momento. ¡Ya! —¡me quiero ir!
Me mira mal Clear, pero el señor Lombardi guiña un ojo y sonríe.
Él me entiende.
Escucho risas de los demás. Pero si es verdad lo que digo.
En la noche, la fiesta comienza con todos ya aquí, la música se corta y los reflectores alumbran la entrada llena de flores blancas y rosadas; donde se ven a los dos llegar. Nos levantamos para aplaudir y otros para acercarse y saludarlos.
—Aún me debes un beso, Safira —susurra en mi oído provocando un extraño y delicioso cosquilleo por mi cuerpo, mientras me agarra de la cintura apegándome a su costado.
Y sigue con el beso.
—¡Claro!, después del baile.
Ahora sí que todo está saliendo mucho mejor, es hermoso todo. Pero lo que más me fijo es en su ropa. ¡QUÉ HERMOSOS VESTIDOS! El que más me llamó la atención fue uno celeste oscuro, era muy simple el vestido, tenía un escote de corazón con brillo en los costados. Bonito, tal vez el color no le quedó bien a la chica morena, pero era bonito.
Una mano pasa por delante mío y reacciono.
—Ya, ¿terminaste de ver a todos?
—Si, es que... quería saber quienes eran los que están aquí.
—Claro —sabe de mi obsesión por los vestidos.
—Enserio —mentira.
Todos aplauden y vemos como los novios empiezan a bailar.
Después de un rato se separan y Clear baila con... ¿Stéfano? ¿En qué momento fue hacia allá? Estoy atenta, o eso creo. El Señor Lombardi me invita a que baile con él. Acepto y voy a la pista.
—Felicidades, señor —hablo antes de que comience la música.
—Gracias —empezamos a bailar apenas suena una nueva. Deja de mirarme y parece que vuelve a ver a Clear que está bailando detrás mío—. Quiero hacerte una pregunta.
—Diga —me mira burlón.
—Te he visto muy pegada a Stéfano. ¿Tienen alguna relación?
Le digo o no. ¿Y si me regaña?, o...
—Safira...
—Ehh... —bien, llegó el momento.
Toca mi hombro y le da un ligero apretón. —¿Me permite?
Él asiente depositando un beso en el dorso de mi mano dando por terminado su turno, aunque su mirada me indica que ya está algo enojado por haber sido interrumpido, para mí fue un alivio. Deja que se aleje para poder bailar conmigo.
—Me salvaste —digo algo agitada.
—¿Qué le diremos? —se ve igual de preocupado que yo.
—Pensé que Clear se lo había dicho —ahora están sentados en la mesa principal, el señor no deja de mirarme.
—No. Tendremos que decirle.
—Será difícil —entrecierra los ojos pero cambia de parecer cuando brinda con Clear.
—Sí, un poco.
Casi toda la noche duró la fiesta.
Miro la hora y son las tres y media de la madrugada.
Vuelven los novios a la fiesta pasando de largo, yendo afuera. Muchos salimos a verlos. Se suben al auto y se van.
—Buena suerte... —susurro cuando el auto se aleja.
—La tendrán —me abraza por atrás y apoya su barbilla en mi hombro derecho—, como nosotros en algún futuro la tendremos.
"En algún futuro..."
—¿Qué hacemos? Vamos a la mansión o nos quedamos. ¿Qué dices?
—¿Estás cansada?
—No. ¿Vos? —coloco mis manos sobre las de él, acariciandolas.
—Tampoco. Pero mañana hay cosas que hacer temprano.
Creí que nos darían un día más de descanso por esto.
—Entonces vamos —hago un puchero.
—Vamos —tira de mí llevándome.
Es muy raro llegar a la mansión y que esté todo en silencio.
Llego a mi habitación y me cambio. Cuando me acuesto, se siente raro. Me siento sola.
Decido ir a la habitación de Stéfano. Paro en frente de la puerta y recuerdo esa vez que vine.
Abre la puerta y sonríe.
—Sabía que vendrías —sonríe arrogante.
—¿Por?
—Seguro quieres estar conmigo.
—Acertaste.
—Antes de que pases me... —lo silencio besándolo—, pasa.
Escucho que cierra la puerta mientras me acomodo en la cama, él en vez de acostarse se coloca arriba mío.
—Stéfano... —no me deja seguir porque ya está basándome de nuevo.
—Disfruta, solo disfruta —abre mis piernas acomodándose mejor.
Otra noche movidita será. Si así lo quiere...
Sigo su juego, pero me tortura con sus caricias.
—Esta noche manejo yo —dice con su voz ronca que me prende más.
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Editado: 31.03.2024