Trato de aguantar pero cada vez es más fuerte.
Según lo que me dijeron las enfermeras cuando llegaron, es que el bebé se adelantó y está por nacer.
Por la parte de emergencias entramos y me llevan a otra parte.
Cuando ya estamos adentro una doctora atiende el parto.
No puedo saber si hay alguien que conozca, todos están vestidos iguales con su característico uniforme de enfermeros.
La presión es más fuerte pero no sé por qué no puedo mantenerme bien. Sólo escucho voces lejanas...
—Se nos va...
—Safira... Safira...
—Hagamos esto rápido...
Antes de que quede sumida en la oscuridad, escucho el llanto de mi bebé.
—Alejandra...
Stéfano:
Cuando despierto, veo que estoy en una pequeña habitación. Luego caí en cuenta en que estoy en un hospital.
Me siguen haciendo estudios el resto de los días.
Vela viene a visitarme a diario, me mantiene poco informado sobre lo que sucede en la mansión. Eso me frustra, pero no tiene la culpa de no saber mucho sobre esto.
Es horrible. Aún no puedo sentir mi cuerpo y lo único que tengo en mente es un nombre. Safira.
¿Cómo estará ella?, ¿cómo llevará este último tiempo de embarazo?
Debo admitir que fui un completo idiota al dejarla. En este momento tendría que estar apoyándola, pero no, mi orgullo siempre me gana.
Cuando regrese le diré todo. No quiero volver a dejarla. No quiero perderla por nada en el mundo. Quiero de vuelta a mi pequeña, a la que todo le entregué y ella también lo hizo. Ella es mía, sin importar los prejuicios.
Pasa una semana y el médico me dice que ya puedo irme. Estoy muy bien y eso me hace sentir mucho mejor.
Guardo todo lo que tengo en un bolso. Estoy por salir pero se escuchan gritar por afuera. Salgo para ver, parece que llevan a alguien con urgencia. Miro otra vez y la reconozco. ¡SAFIRA!
Los sigo hasta que me detienen.
—No puede pasar hasta que termine el parto —me aleja la enfermera de las puertas donde se la llevaron.
Al rato llega Vela, Sebastián, Sergio, su hermana y... José.
Nos quedamos todos a la espera. Sergio se va con su hermana.
José se me acerca y me mira nervioso como yo lo hago y como todos lo hacen.
Nos miramos entre los tres. Es muy raro. Nosotros reunidos nuevamente. Sebastián, José y yo.
Recuerdos del pasado aparecen pero yo trato de eliminarlos, ya que no me gusta revivir esos tiempos. Eran tiempos difíciles.
Todo queda en silencio. Todos a la espera.
Hasta que se escucha el llanto.
Mi Safira... ya nació su niña.
Las miradas de todos se relajan.
Esperamos a que salga el médico o que pase algo.
Después de un largo rato, sacan a Safira, y en una incubadora a su niña.
Vemos que Vela va a hablar con el médico.
Sebastián se va. José y yo nos vamos en la parte donde dejan a todos los bebés recién nacidos.
—Ahí está —señala a una bebé que está inquieta, vestida toda de rosa con lunares púrpuras.
—Es muy bonita.
—Igual a su madre.
—Exacto. Igualita a su madre.
—¿Qué sucedió con Safira? —pregunto una vez que llega Vela, sigo inquieto por no saber su estado.
—Está inconciente. No aguantó en el momento del parto.
—Rogué para que me dejaran entrar pero no —gruño frustrado.
—Ella ya venía con problemas. Y hoy se le complicó la cosa.
Nos quedamos un tiempo más y nos dirigimos hacia la habitación donde está ella.
Unas horas después, despierta.
Vela entra primero.
José y yo nos quedamos hablando de temas triviales. Ha pasado tiempo de que no nos volvimos a ver, por lo tanto nos ponemos al día.
Luego entra José.
—¿Cómo está?
—Bien. Sólo ha pedido que nosotros la veamos, nadie más.
—Entiendo.
Escuchamos a un bebé llorar. Miramos a una mujer baja, morena, va con su pareja y su bebé. Los observo por un rato imaginandome así con Safira.
—Ya puedes entrar —toca mi hombro y me mira serio.
—Si.
—No la estreses mucho. Aún no está bien.
Entro en silencio y la observo.
Se ve muy rara, como perdida.
—Hola.
Me mira y sonríe de lado. —Ya estás mejor.
—Sí. Felicidades —tomo su mano dando un pequeño apretón en ella.
—Gracias. Lástima que... —sus ojos se cristalizan y su mirada se vuelve a perder—, no pude verla...
—La verás... —justo entra una enfermera y trae a su niña—. Qué te dije.
Admiro este momento de ella, su rostro se ilumina y sonríe sin parar... pero se borra su sonrisa.
—Un momento... esta no es mi hija —me acerco y confirmo.
Los ojos de su hija son marrones, esta bebé son verdes, y no tiene la misma ropa.
—Es cierto... —miro la enfermera que está mirándonos con sorpresa—, esta no es su hija.
—¿Dónde está mi bebé?, ¿DÓNDE? —le entrega el bebé a la enfermera y sale rápido.
—Tranquila. Se habrán equivocado.
—¿DÓNDE ESTÁ? —empieza a llorar y la ira crece en mí.
—La encontraremos, tranquila —la abrazo fuerte y ella corresponde el abrazo—. Cueste lo que cueste... va a aparecer...
Juro que lo pagará muy caro quién se la llevó.
***
Hoolaa a todoss!!!. ¿Cómo están?, yo un poco cansada y melancólica porque esta es la segunda vez que termino este libro. Lo comencé a escribir como en marzo del año pasado en wattpad y aquí volviendo a subirla... un año después...
Si se preguntan si este es el fin, pues le doy la noticia de que no, este no es el fin. Este es el inicio de un pasado por resolver. La siguiente parte de este libro, pronto se empecerá a publicar y habrá más sorpresas. Así que los que quieran seguir con esta aventura, pues se los agradeceré mucho.
Muchas gracias por los que siguieron leyendo hasta el final y espero que la sigan para las próximas acontinuaciones. Esto es una saga y espero les guste.
Los dejos y muchas gracias a todos.
¡¡¡Nos vemos!!!
M.C.
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Editado: 31.03.2024