Cambios de rumbo.

El bar.

Es tarde así que me apuro a subir al bus que me llevará a mi nuevo trabajo, he llamado ayer domingo para quedar con el dueño sobre ello y me a dicho que podía ir hoy. Pero se me hizo tarde porque al abrir la puerta el perro salió y perdí más de diez minutos llamándolo. 
Mi mal primer día, no era la forma que tenía pensado empezar pero se a dado y que se va a hacer, luego encontraré la manera de remediar esto. 
Al llegar toco la puerta y sale un hombre mayor, sé su nombre: Daniel, porque ayer hablamos. 
¿Debes ser, Ivan? Pasa, pasa. - Dice. 
Sí. Buenos días. 
Buenos días. 
Nos dirigimos por un pasillo que hay detrás de la barra a un cuarto con una mesa y dos sillas; las paredes están llenas de fotos a blanco y negro. Del hombre que tengo en frente mucho más joven y con cabello. 
Bien, el trabajo es sencillo, vienen los clientes, les preguntas que van a tomar y vas a ello; luego cobras y es todo. Sencillo, ¿No? - Dice sonriendo. 
Sí. Entiendo todo. 
Minutos más tarde llega una mujer de unos cuarenta años, Daniel me la presenta, su nombre es Raquel y parece amable.
Luego me dirijo a la barra y espero a los clientes. 
El primero en entrar a eso de las nueve y media es un hombre. Es demasiado temprano para beber, pienso. Pero él pide un whisky doble y lo termina de un trago, cuando va por el quinto empieza: 
Esto es la tercera guerra mundial - dice el hombre sentado a mi lado en el bar, es un tipo de unos treinta y tantos. 
¿Perdón? 
Me mira y lo piensa un momento antes de soltar: sí, decía que esto es la puta tercera guerra mundial, una guerra con muertos vueltos números y con desinformacion, lavan las mentes de los jóvenes y les crean enemigos imaginarios; ¿No ves las noticias acaso?
Sí, por las noches enciendo la televisión, - digo. 
¿No te has dado cuenta de la mierda que hay afuera?
Hay tantas cosas ahí afuera. Es un mundo es salvaje, ciertamente. 
No, no entiendes. Hay jóvenes con eslóganes que no son suyos, que fueron hechos para destruir - me mira y se dibuja una media sonrisa en los labios, luego continua: para destruir la sociedad, hombre. 
Ves a todos esos maricones por allí, dando clases de moral y de respeto, como si el respeto se debiera exigir. ¿Qué piensas? - Interroga muy serio. 
Que es un mundo jodido, es cierto. Pero no creo que haya tal guerra. - Respondo. 
Pues no te has fijado. Esa gente es muy buena en jodernos, infiltrados en la sociedad y destruyendola, haciendo parecer que son salvadores cuando son los saqueadores mentirosos y vividores del pueblo, los mismos que en Berlín construyeron el muro para que la gente no se vaya de ese infierno que crearon, hoy nos hablan de moral y de como debemos comportarnos, que decir y que hacer. 
Hay un poco de verdad en eso. - Respondo. 
No, no hay verdad, la verdad es huidiza, la verdad nadie la tiene sólo fingen tenerla para meterte sus ideales y establecerse en el poder, luego empieza el exterminio. Nos engañan con una supuesta verdad, debes juzgar todo y buscar información que sea confiable, no la que te venden en el noticiero ni en los periódicos que han sido infestados por esa propaganda y también lee un poco de historia, hijo. - Dice levantandose para pagar, luego se dirige a la puerta y sale.

No sé quién es este hombre, ni de donde a salido, pero me a dejado pensando en lo que me dijo.

Luego ingresa una mujer joven, muy desesperada y pide una copa de lo que sea, al levantar el vaso noto que le tiembla el pulso. 
¿Pasa algo? - Pregunto. 
Sí, pasan muchas cosas. 
Tranquila, todo pasa. 
Eso me han dicho pero no es tan sencillo cuando la persona en la que más se cree nos falla. 
¿Mal de amores? 
Mal de amores y traición de la persona menos esperada. 
Luego continúa: el hombre en el que confiaba me engañó con mi hermana, y eso es inconcebible. - Me ha dejado los pelos de punta, no puedo creer que eso pase. - Los encontré en mi casa hace media hora, regrese porque había olvidado unas cosas del trabajo y me llevé tremenda sorpresa.

Luego empieza a llorar. Y yo no sé que hacer.

La mujer se calma, luego de cinco copas y ya ebria me dice que le pida un taxi, irá a un hotel a descansar un poco, luego verá. Me da su tarjeta, su nombre es Nicol y es abogada. 
Te llamaré para saber como vas. - Le digo cuando la he ayudado a subir al auto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.