CAPITULO 4 – Compromiso
Después de haber recogido todo nos dirigimos hacia la casa. Al llegar estaba nerviosa. Le dije a Sara que buscara a José, que era el mayordomo de la casa y que nos esperara en la sala y al retirarse se llevo mis cosas a mi habitación. Le indique a Juan en donde sentarse, pero él estaba observando los muebles de la estancia y vio alguno de mis cuadros.
- Este es tuyo, verdad.
- Si, pero como lo sabes. – Le dije sonriendo.
- Porque es hermosa, y tiene tu estilo.
Nos quedamos observando la pintura y le dije:
- Este es un paisaje de la casa de campo que tiene mi madre en Yorkshire. Es hermoso.
- Si, sin duda.
- Disculpe Lady Camila, en que puedo servirle. – dijo el sirviente con una reverencia.
- Ha, buenas tardes José, mi padre se encuentra.
- Si, mi Lady.
- José, le podría decir a Lord Robinson que el Teniente Juan Smith desea tener una audiencia con él.
- Como desee mi Lady.
- Ahora soy yo el nervioso. – dijo Juan mirándome a los ojos.
- Notaste que estaba nerviosa. – le dije sorprendida que lo notara, yo me había controlado lo mejor posible.
- Si, puedo notar tus nervios.
- No tienes que tener miedo, eres un hombre de valía y mi hermano es tu comandante y si no fueras de valía y respetable no te habría llevado a la fiesta, ni nos habría presentado y mucho menos dejar que me acompañaras para traerme a casa cuando el no quiso dejar su idilio con Lady Oxford.
- Pensé que no…
- Teniente Smith, Lord Robinson lo va a recibir, si me sigue lo llevare a su biblioteca. – dijo José interrumpiendo a Juan.
- En un momento nos vemos Camila. – le dijo Juan despidiéndose con un beso en la mano.
- Lady Camila su padre también quiere que usted esté presente en la audiencia.
Con un asentamiento de cabeza seguimos a José hasta la biblioteca de mi padre que nos estaba esperando.
- Buenas Tardes Lord Robinson. – dijo Juan con una reverencia.
- Buenas tardes Teniente Smith. Buenas tardes Camila.
- Buenas tardes padre.
- Y a que debemos esta audiencia Teniente Smith.
- Yo Lord Robinson… me gustaría pedir su permiso para cortejar Lady Camila.
- ¿Y qué le hace pensar que usted merece mi permiso? -Dijo mi padre levantando una ceja.
Yo al escuchar a mi padre me quede sorprendida, no esperaba esa pregunta de él. Quería gritar, protestar, hablar a favor de Juan, pero algo en mi interior me decía que no lo hiciera. Que era mejor que hablar Juan.
- Lord Robinson, yo estoy consciente de que no tengo riquezas, que soy de clase media y que sirvo con todo honra y orgullo a la corona de nuestro Rey. Pero sé que siempre la tratare a Lady Camila con el respeto y decoro que exige y merece su posición social y la resguardare como el mayor tesoro que pueda yo obtener del mundo. – En el rostro de Juan había serenidad.
Mi padre tomo un momento para hablar de nuevo. En su rostro se veía como estaba sopesando lo que había hablado Juan. Y que mi contestación iba a ser determinante.
- Camila, que dices tú respecto a la proposición que ha hecho el teniente.