—Sí, yo soy Chris Johnson— le dije al extraño que me apuntaba con un arma.
—¡Suba ahora y no pregunte nada más!— me contestó el extraño y me tapó la cabeza.
No sé a donde voy, o a donde me están llevando, pero tengo mucho miedo y no le avisé a nadie.
Al pasar unos minutos, me tiraron en medio de una carretera desolada, y estaba un señor con la cara tapado con un pañuelo y unos lentes...
—¿No pensabas pagarme? ¡Ahora sabes que yo no me ando con juegos, niño estúpido!— me gritó el segundo señor a quien no reconocí pero el sí me conocía a mi.
—No sé quien es usted, señor. No lo conozco.— dije un poco asustado mientras intentaba reconocer el lugar a donde me habían llevado.
—Tú sí me conoces pero no te diré quien soy. ¡Yo debí ser el heredero de tu empresa!— gritó, —Yo fui quien hizo crecer las ventas y gracias a mi, tú vives en la comodidad— dijo mientras sacaba una pistola para intentar dispararme. —No sé porque mierda tu padre te dejó a cargo a ti, cuando él y yo sabíamos que yo era quien debía mandar ahí— siguió hablando cuando quitó el seguro a la pistola para dispararme. —Ahora sin ti en el camino, yo seré el único dueño de su fortuna— gritó y apretó el gatillo pero vió que no tenía balas dentro y salí corriendo.
Corrí algunos minutos, pero estaba en medio de la nada. Después me desmayé y desperté en mi cama.
"¿Qué había pasado? ¿Fue real el intento de asesinato? Para mí fue tan real..." Pensaba cuando mi madre entró y me dijo que me había desmayado en medio de mi celebración.
—¿Entonces, todo fue un sueño? Pfff que alivio. Ahora no tengo enemigos...— o eso creía, pues al parecer un trabajador de mi difunto padre estaba molesto porque yo no sabía administrar mi empresa.
—Madre, ya que no piensas apoyarme con mis sueños de ser deportista... Voy a ver como va quedando mi oficina. No tardaré mucho— le dije mientras me levantaba y alistaba para ir a las oficinas.
—Muy bien hijo, me alegra que ya te estás incorporando a tu nueva vida y dejaste de lado tus sueños tontos de se deportista. Te quiero mucho, hijo.— dijo mi madre cuando me abrazaba para despedirme.
Bajé las escaleras y tome un sándwich del refrigerador. Agarré las llaves de mi auto y me dirigí para llegar a las oficinas.
Al llegar, me sentí extraño, mi mente se volvió a llenar de recuerdos desagradables.
Recordé el porque me había separado de mi padre y rápidamente abandoné el lugar. Tenía traumas sin superar y entré en pánico. Salí casi corriendo hasta llegar a mi auto nuevamente y manejé a toda velocidad para llegar a mi casa aunque me estaba costando respirar. Entonces, comencé a llorar y tuve más recuerdos vagos de la antigua presencia de mi difunto padre.
No pude evitarlo y manejé a toda velocidad, tenía tres patrullas detrás de mi y casi chocaba.
Volví a desmayarme... Ahora desperté en el hospital esposado a la cama.
—¿Qué pasó, madre? ¿Por qué estoy esposado?— le pregunté recién despertando.
—¡Eso también lo quiero saber yo! Según solo ibas a ver tu nueva oficina y terminaste chocando con un poste de luz. ¿Fuiste a tomar con tus amigos, cierto?— me preguntó muy molesta mientras las enfermeras intentaban calmarla.
—Madre, no lo sé. Solo recuerdo que tenía miedo y quise regresar a la casa, después manejé con exceso de velocidad y vi todo negro... De ahí solo sé que desperté aquí esposado a la cama— contesté un poco confundido.
No sabía lo que pasaba, no recordaba nada antes del accidente...
—Madre, sigo creyendo que no podré administrar bien la empresa familiar. ¿De verdad, nadie puede hacerse cargo?— le pregunté a mi mamá.
—No hijo, tu padre te dejó a cargo a ti y a nadie más. Eres en quien confiaba.— me respondió mi madre.
—¿En quién confiaba? ¿O a quien tocaba?— le dije en voz baja.
—Disculpa, ¿Qué dijiste, Chris?— me preguntó molesta.
—Nada madre. No he dicho nada y está bien, me tendré que hacer cargo de la empresa sí o sí.— le dije mientras cerraba los ojos para tomar una siesta.
Cuando desperté, me enteré que mi madre pagó la fianza y me habían dejado libre.
Suspiré, llegaron los médicos y me dijeron que solo estaría esa noche en revisión para asegurarse de que ya estuviera completamente bien. Le marqué a mi madre y ella solo me dijo:
—Te vienes con cuidado hijo, nada de lo que veas es real...— y me colgó.
Eso me dejó con demasiadas dudas y preguntas.
"¿Nada de lo que veo es real?", ¿A qué se querrá referir al decirme eso, justo ahora que necesito de su apoyo? Intenté no darle tantas vueltas al asunto y al ver que me quedaba otra noche, comencé a platicar con otro joven internado.
—Hola, ¿Qué te pasó a ti? ¿Cuál fue tu problema?— le pregunté al otro chico.
—Un gusto, soy Martin y solo me trajeron por un desmayo. No fue la gran cosa y mi familia me trajo para ver qué tenía. Probablemente... Tengo cáncer.— contestó el jóven.
—¿¡Cáncer!? Si que es algo delicado amigo, esperemos te recuperes y logres vencer al cáncer— contesté mirando al doctor. —¿Qué ocurre, doc? ¿Por qué me mira de esa forma?— pregunté.
—No sé como decirlo pero... ¿Con quién estabas hablando, Chris?— me preguntó el doctor.
—Ah, con Martín. El chico que tiene cáncer— respondí.
—Pasa que... No hay nadie más en esta sala, solo tú y yo. Estuviste hablando solo— me contestó el médico con un tono de voz un poco asustado.
—¿Qué? ¿No había nadie?—. Me asusté y trate de dormir inmediatamente.
A la mañana siguiente, volví a ver a Martin, el chico que nunca había existido, y me hice la idea de que no era real.
Me dieron de alta y regrese a mi casa, con un sinfín de dudas en mi cabeza.
Decidí marcarle a mi novia, pero no contestó hasta la 5° llamada.
—¿Amor? ¿Estás bien? ¿Por qué no contestabas?— pregunté preocupado.
—Estoy bien, cariño. No te preocupes. Solo un poco ocupada así que te marco después— me colgó y apagó su celular.
Editado: 17.07.2023