Había sido una excelente historia para comenzar la noche, mezclando el género del misterio, el suspenso y el vampirismo, que tanto gusta hoy en día. Mi hermana quedó fascinada, casi recordando un popular personaje de esa misma especie que cautivó a tantas adolescentes con su historia de amor.
Me disculpé con todos para ponerme de pie y dirigirme a orinar a un costado, siempre bajo la atenta y protectora mirada de mi padre.
Me aparté varios metros, hasta que sentí un olor rancio que me llegó de pronto como una cachetada, tan intenso y notable que me obligó a comenzar a respirar por mi boca.
Al terminar, volví junto al grupo para sentarme nuevamente en el mismo lugar, y recibir el tibio fulgor de la fogata.
Con una rama removí las brasas para reavivarlas y me quedé unos segundos mirando las llamas, imaginando su danza constante, fluida y mortal. Aquellas flamas traicioneras, que todo devoraban, que todo aniquilaban…
De pronto me vi envuelto en ellas, calcinándome, limpiando mi alma y mis pecados, convirtiéndome en parte de ellas y a través de su calor envolver a todos aquellos que se resistieran a su poder.
La imagen de la cabeza del perro vino de pronto a mi cabeza y un leve susurro diciéndome “sigue el rastro…” que se oía en la parte más profunda de mi mente, queriendo salir para nunca más ser apartada de mi consciencia por mi fuerza de voluntad.
-Bueno, -la voz repentina de mi padre interrumpió mis pensamientos -creo que es mi turno, esta breve e interesante historia se llama:
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Editado: 06.01.2023