Esta es una grabación recuperada desde el espacio durante una excursión a las afueras de la galaxia 12C en el año 2389.
He permanecido a la deriva durante años, sobreviviendo con los alimentos procesados en la bodega inferior. La nave está completamente deshabitada, pues soy el último de la tripulación.
Desde la compuerta trasera oigo ruidos constantes, algunos intensos y puntuales, otros menores pero más duraderos.
Ellos quieren entrar, quieren abordar.
Antes que lo hagan, antes de caer en sus manos y que experimenten conmigo hasta que mi cuerpo me lo permita, grabaré lo que vivimos a bordo de la Mark 218, la última tripulación que se ha enviado al espacio desde mi planeta.
Esta es mi historia: el capitán Royce Bullest.
Hace aproximadamente 10 años, salimos desde nuestro planeta al espacio exterior en un intento desesperado debido a la invasión de unos seres que todo lo destruían y que habían llegado a nuestras tierras.
Recuerdo que aparecieron lanzando rayos y misiles desde el cielo destruyendo todas las grandes estructuras, incluyendo nuestras centrales energéticas, nuestras reservas de agua y alimentos y también los criaderos de animales que teníamos.
Todo lo necesario para que subsistiéramos había sido arrasado por sus armas.
Fue todo tan repentino.
Jamás habíamos tenido contacto con ellos, jamás habíamos enviado o recibido alguna señal. Simplemente aparecieron un atardecer durante el año 2187 y atacaron.
Malditos…
Nuestro planeta era, en comparación con los que hasta ese entonces conocíamos, muy pequeño. El diámetro no era de más de 7 kilómetros, y su estructura era principalmente de rocas y tierras fértiles. La mitad de la superficie estaba cubierta de agua, la otra de una gran masa terrestre en la cual se desarrollaba la vida de la única ciudad: Puerston.
Vivíamos preocupados de la tecnología y el desarrollo espacial, pues poco a poco el continente en el que nos encontrábamos se iba sumergiendo en el mar, y en un máximo de 1.000 años, según lo que decían los expertos, todo estaría cubierto completamente de agua.
Sería el fin.
Es por esta razón que nuestros recursos y esfuerzos estaban volcados hacia el espacio. Debíamos encontrar la forma de salir de allí, y poder establecernos en otro lugar.
La Mark 218 no fue sino el resultado de múltiples prototipos de naves que desarrollamos mediante una avanzada ingeniería de fase 8.
Para entender las fases de esta rama es necesario pensar en una simple escalera ascendente.
Construir una silla, por ejemplo, requiere una fase 1 de ingeniería que sería el primer peldaño, un aparato electrónico simple una fase 2, o el segundo peldaño, un aparato electrónico moderado como una televisión requiere una fase 3, un aparato electrónico complejo como un reactor necesita una fase 4, y bueno, así sucesivamente, hasta que se llega a la fase 8, que es necesaria para poder diseñar, desarrollar y perfeccionar una nave que permita albergar vida durante años y poder desplazarse a velocidades más allá de la luz, que es el estándar o patrón universal.
El camino había sido arduo, pero lo habíamos conseguido. La Mark 218 se encontraba lista.
Pero antes de que pudiéramos probar el despegue y demás funcionalidades, comenzó el ataque.
Creo que las armas de los seres provenientes del exterior no atacaron nuestra única nave porque se encontraba aún desactivada y apagada, por lo que no emitía pulsos de energía. Por ello posiblemente no encontraron que fuera una amenaza ni un dispositivo de defensa.
En fin. La ciudad completa fue arrasada. Destruida.
Casi la totalidad de la población murió por el asedio o porque después se dedicaron a enviar naves a la superficie con tripulantes a terminar el trabajo.
Esos horrendos seres…
Pero fuimos 7 personas las que nos encontrábamos afinando detalles del Mark 218 y que recibimos la angustiante y difícil orden de abandonar el planeta utilizando la nave y poder establecernos en otro lugar, alejado de donde nos encontrábamos.
Abordamos de inmediato, encendimos nuestra más grande creación mientras veíamos arder todo lo que nos rodeaba y morir a nuestras familias y amigos, y despegamos mientras todos nos sumíamos en la angustia y la tristeza.
A través de los paneles traslúcidos veíamos como Puerston quedaba envuelto en llamas.
La nave funcionó sin ningún tipo de problemas, y rápidamente escapamos de nuestro antiguo hogar, quedando en el radar un lejano y difuso punto azul titilante que pronto desaparecería para siempre de nuestra vista.
Mientras estuvimos en el espacio, aquellos que nos invadieron continuaron persiguiéndonos.
Una nave de grandes dimensiones aparecía cada cierto tiempo en nuestros programas de localización y volvía a desaparecer. Era un problema constante.
Nosotros no teníamos la menor idea de adónde nos dirigíamos, pues jamás habíamos planeado escapar tan apresuradamente y esa tarea aún no había sido resuelta.
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Editado: 06.01.2023