Camino a la realeza

Capítulo 8

Me concentré en mi desayuno. Había más cosas que en el orfanato, aunque no me extrañaba. Con el dinero que tenían, podrían tener todo lo que quisieran y más.

Cogí unas tostadas y las unté con mantequilla y mermelada de mora (mi favorita). Actuaba con timidez. No estaba acostumbrada a estar en casas ajenas, y menos en un palacio. Le di un pequeño mordisco a una de las tostadas mientras observaba disimuladamente a la familia real.

La reina America hablaba animadamente con el príncipe Dylan, quien nos miraba de vez en cuando. El rey Maxon y su primogénito hablaban y reían sobre algo. Ambos tenían una sonrisa muy parecida, observé. Y los más pequeños (el príncipe Mateo y la princesa Nayra) nos observaban con detenimiento. Deberían estar pensando “¿Qué hacen ellas aquí?” o “¿Quiénes son estas extrañas?”. La experiencia con los niños me había enseñado a descifrar todas las miradas de ellos. Los pequeños, como cualquier niño a esa edad, eran una monada.

Tomé un pequeño sorbo de mi zumo de naranja. Al ser sábado, hoy tendríamos que ir a la Sala de las Mujeres, así que no podría ensayar. Mierda. ¿Cómo conseguiría ensayar si no tengo tiempo? ¡Qué frustrante!

Terminamos de desayunar y nos dispusimos a marcharnos, pero entonces en príncipe Eric dijo:

—Lady Madison —en cuanto dijo esto, todas las cabezas de las chicas giraron hacia él. ¿Lady Madison? No sabía si acabaría por acostumbrarme­—, ¿Podría esperarme fuera, por favor?

¿Me habría metido en algún lío y no me había dado cuenta?

—Por supuesto,  alteza —dije educadamente.

Salí del comedor y me quedé ahí, tal y como me había pedido el príncipe. Me preguntaba qué querría. A lo mejor me echaba. A lo mejor quería una cita conmigo (ni yo misma me lo creía).

Seguía preguntarme de qué querría hablar cuando la puerta se abrió. Para mi sorpresa, Eric no venía solo, sino que el rey también le acompañaba. “Vale, ¿qué narices está pasando aquí?”, pensé alarmada. No obstante, deje que mi expresión se mostrara calmara.

En cuanto salieron, hice una reverencia. Después me hicieron una seña para que les siguiera, y eso hice. Les seguí hasta llegar al despacho del rey (donde se suponía que teníamos prohibida la entrada). Entonces se hicieron a un lado, dejándome pasar a mí primero. Cuando entraron, me señalaron una silla, donde me senté. Ellos se quedaron de pie, en una posición relajada.

—Lady Madison, se preguntará por qué te hemos llamado, ¿verdad? —me preguntó el rey.

Asentí, con timidez.

—Mi hijo me ha contado que eres tú la chica que va ha competir en el nacional.

—Sí, soy yo.

—¿Eres buena? —preguntó Eric.

—Lo suficiente como para ir a los nacionales con buenas posibilidades —respondí con una sonrisa.

—¿Y te gusta? —insistió el rey.

“¿Qué es esto, un interrogatorio?”, pensé.

—Me apasiona bailar. Me es tan necesario como respirar, comer o dormir.

Después, se instaló un pequeño silencio. Me fijé en ellos. Se parecían mucho. A parte de haber heredado el cabello rubio de su padre, ambos tenían la misma nariz y el mismo físico, si bien a Eric le quedaba mejor.

—Supongo que necesitarás tiempo, espacio y ropa para poder ensayar, ¿no? Me refiero a que querrás ensayar y habrás pensado en que apenas tendrás tiempo. —Eric me miraba mientras lo decía.

—Si les soy sincera, tenía mucho miedo de que me obligarais a dejarlo. Como ya he dicho antes, no puedo vivir sin el baile. —Callé un momento, pensando. A decir verdad, el rey y el príncipe eran muy agradables. Me parecía increíble que ahora mismo estuviera hablando con ellos—. También temía que no pudiera participar en el nacional. Llevo mucho tiempo trabajando en ello.

—¿A sí? ¿Y cuánto tiempo? —El rey me sonrió cálidamente.

—Pues… Casi un mes.

—¿Llevas un mes practicando en mismo baile una y otra vez? —preguntó Eric, con asombro.

Solté una pequeña risita. Cuando me calmé, me expliqué:

—A decir verdad, tengo dos solos en el nacional. Pese a que les meto muchas horas, no siempre hago siempre lo mismo. A veces, practico otros bailes (de otras competencias o, simplemente, los que coreografío yo). Otras veces, me centro en ejercicios específicos y no bailo. Todo depende de la clase que tenga preparada Hannah Brown, mi profesora de baile.



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En el texto hay: fanfic, romance, la seleccion

Editado: 01.11.2018

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