Capítulo 18

Tras los nacionales, sobre las 21:00 más o menos, me encontraba bajando al Gran Salón para asistir a la fiesta que se celebraría tras los nacionales. Tras ganar, Hannah y las demás me abrazaron, diciéndome que me lo merecía. Después nos habíamos ido directamente a las habitaciones para poder ducharnos y prepararnos para la fiesta.

Ahora, vestida con unos vaqueros y una camisa verde de manga larga, estaba a punto de entrar en el Gran Salón. La música estaba altísima (se escuchaba desde fuera). Entonces, entré.

Dios, cuánta gente. Todos los bailarines iban con vaqueros. En cuanto vi a mis compañeras del estudio, fui hacia donde ellas. Se encontraban en una esquina, bailando y bebiendo algún refresco.

—Maddie —me saludaron todas con una sonrisa.

—Hola —las saludé yo.

Empecé a bailar al ritmo de la música; nada de pasos complicados o rutinas. Mientras lo hacíamos, charlábamos de cualquier cosa. Había finalizado de hacer una voltereta (me motivé, debo decirlo) cuando, de pronto, alguien dijo:

—Lady Madison, ¿podríamos hablar un momento?

Me giré, y allí estaban los reyes. Todas ejecutamos una reverencia a modo de saludo. Notaba las miradas de mis compañeras sobre mí.

—Sí, por supuesto —les respondí con una sonrisa.

Ellos hicieron un gesto para que les siguiera, cosa que hice. Ellos me guiaron hasta salir de la sala. Me pregunté de qué querrían hablar. Por su tono de voz, debía ser urgente. Llegamos al pasillo, y me guiaron hacia unos sillones que se encontraban en una esquina. ¿Pero cuántos sillones hay en el palacio?

—¿Pasa algo? —les pregunté mientras me sentaba en uno de ellos, al igual que ellos.

—Nada grave —empezó a decir el rey—. Queríamos hablar sobre los nacionales.

¿Así que era eso? Observé sus rostros, no parecían enfadados. Eso ayudó a que me mantuviera algo relajada.

—¿Ha pasado algo con los nacionales? —les pregunté preocupada.

—Pues la verdad… —empezó a decir el rey—. Has estado increíble en los nacionales.

Me los quedé mirando asombrada.

—Cuando te vimos vestida de princesa, fue… magnífico —dijo la reina con una sonrisa—. Has sido muy elegante, muy delicada. —Me ruboricé ante aquello—. Y el segundo ha sido… extraño.

Sonreí ante aquello.

—¿Extraño? —pregunté.

—La verdad, no nos esperábamos que salieras vestida así, que interpretaras a una loca —dijo el rey.

Volví a sonreír pensando en que Eric sí sabía que haría de loca.

—Eric sí sabía que simularía ser una loca.

—¿Él sabía eso? —preguntó el rey Maxon, asombrado.

—¿Me estás diciendo que se lo dijiste a él? —me preguntó la reina America a su vez.

—Se lo mencioné una vez.

—El caso es —dijo el rey recuperando el hilo de la conversación— que tu actuación nos ha dejado estupefactos, a todos, incluidas las chicas de la Selección. Más de una te miraron con envidia; más de una te miraron con admiración.

Sonreí ante aquello. No me había fijado en eso. Estaba tan concentrada en mis bailes que todo a mi alrededor se esfumó sin dejar rastro.

—Y tu familia —dijo la reina— te miraba con orgullo y admiración.

—Muchos de ellos vieron mis primeros ensayos, obre todo los pequeños. No quería que se asustaran en los nacionales —dije sonriendo, evocando aquel día.

—¿Y qué pasó? —quiso saber la reina.

—Lo que me esperaba. Los más pequeños se asustaron tanto que esa noche tenían miedo de acostarse, así que esa noche durmieron conmigo. Los mayores, por otro lado, alucinaron; no salían de su asombro. Y ahora, casi un mes después, tras muchas horas de ensayo, no me extraña que me miraran así.

—Bueno, queríamos que supieras que estamos muy orgullosos de tu trabajo. Se nota que eres muy trabajadora. —La reina me miró con una mientras me lo decía—; no todos quedan primeros en una competencia así.

.   .   .

Volvimos a entrar en el Gran Salón. Todo seguía igual salvo… ¿Qué hacía un grupo enorme de bailarines apelotonados en un círculo? En cuanto supe la respuesta, deseé que no fuera cierta. “Por favor, que son sea una batalla de baile”, deseé para mis adentros.