Camino a la realeza

Capítulo 37

Unos golpes en la puerta me hicieron salir de mi trance. Como estaba sola, me levanté del sofá y, limpiándome el rostro con el dorso de la mano, fui a abrir la puerta. Quien había llamado era Eric, quien me miraba con preocupación.

—Maddie, ¿te encuentras bien?

—Sí, ¿por? —le pregunté dejándole pasar.

—Lo digo porque estás llorando —respondió él, sentándose en el sofá que estaba colocado en uno de los lados de la habitación y quitándome una lágrima del rostro.

Volví a romper a llorar. No lo pude evitar; me dolía demasiado como para poder controlarme. 

—Maddie, ¿qué te pasa? —me preguntó, acercándome a él para envolverme entre sus brazos.

—Na… nada —dije entre sollozos. No sabía si contárselo o no. Todavía no lo había asimilado siquiera.

—Madison —dijo Eric acariciando mi mejilla con ternura—, confía en mí. 

—Bu… bueno —dije con apenas voz audible. Me aclaré la garganta y lo intenté de nuevo—. El sábado por la noche, tras la cena, me dirigía a mi habitación cuando escuché… —Me trabé y contuve un sollozo—… escuché… escuché…

—Escuchaste… —me ayudó Eric.

—Escuché cómo Marlee le decía a Carter que… que yo… yo era su hija —solté.

Eric me miró desconcertado. Pero luego, tras un rato de silencio en el que no paré de llorar ni un segundo, volvió a abrazarme con fuerza. Enterré la cabeza en su pecho mientras él me acariciaba con dulzura el cabello, susurrando palabras tranquilizadoras.

—Es que ellos me abandonaron. No puedo… no puedo… —decía entre sollozos.

—Maddie, tranquilízate —me pidió Eric.

—¡Nunca le pidas a una chica que acaba de descubrir quiénes son sus padres biológicos que se tranquilice, Eric! —grité enojada y golpeándole el pecho con las manos.

—Eso es, amor, descárgate —me dijo él, volviendo a acariciarme el cabello con suavidad.

—Lo siento —sollocé, parando de golpearle—. Me duele mucho —susurré.

Eric me besó la frente y después se separó de mí para mirarme a los ojos.

—Maddie, debes entenderles.

—¿Que debo entenderles? —casi grité. Luego solté una carcajada sarcástica—. No sé si recordarás que ellos se deshicieron de mí nada más nacer.

—Maddie, estás muy equivocada al pensar eso. Tus padres… —Calló al ver mi mirada de advertencia—… Marlee y Carter no te abandonaron. A ellos les robaron la hija nada más nacer. ¡Fuiste robada al nacer! ¿Lo entiendes?

¿Que yo había sido robada al nacer? Ja. Había que estar muy loco para creer eso.

—Si eso fuera verdad, ¿por qué Kara y Álvaro me encontraron en las puertas del Moonlight siendo yo una recién nacida? —inquirí yo—. ¿No se supone que me hubiesen dejado con unos padres adoptivos en vez de en un orfanato?

—Eso no lo sé, pero seguramente Marlee y Carter lo sepan. ¿Por qué no les preguntas a ellos?

—Todavía no estoy preparada para hablar con ellos.

—Prométeme que hablarás con ellos —me pidió él mirándome a los ojos.

—No sé…

—¡Madison! 

—Está bien. Hablaré con ellos en cuanto se me pase la impresión —le prometí.

No podía creer que fuese robada al nacer. ¿Quién en su sano juicio haría una cosa así? ¿Y por qué razón me llevaron a un orfanato y no con unos padres adoptivos? ¿Por qué me pasaba a mí y no a otro?

Estaba harta. Estaba cansada de llorar. Era hora de obtener respuestas, aunque tuviese que hablar con Marlee y Carter… mis padres. Todavía no me acostumbraba a la idea.

.   .   .

El lunes por la mañana intenté volver a mi rutina.

Había decidido que hoy sin falta hablaría con Marlee y Carter. También había decidido que hoy me pasaría la mayor parte del día bailando; había perdido un día de ensayos y eso era imperdonable.



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En el texto hay: fanfic, romance, la seleccion

Editado: 01.11.2018

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