La base enemiga se podía divisar desde donde nos dejó la cámara de teletransporte, el calor que había ese día era casi insoportable; o a lo mejor la tensión me dio por sudar y ponerme un poco nervioso.
–¡Desenvainen sus armas! –grité de improvisto para hacer reaccionar a mis compañeros de viaje (a partir de ahora los nombraré subordinados).
–¡Yo no veo ningún enemigo a la vista! –protestó Barter Ríos.
–¡Pues los verás enseguida! –le dije a modo de respuesta.
Las hojas de los árboles circundantes se empezaron a mover de manera extraña y agitada, más de cinco guerreros aparecieron como del vacío y nos propusieron una danza de espadas.
–¡Nos rodean! –exclamó Anastasia luego de ver que venían más y más enemigos.
Estela de Varentral utilizó su magia para conjurar unas esferas carmesíes que devoraron a varios de nuestros adversarios. Yo puse a prueba mis habilidades marciales y casi salgo herido de no ser por la ayuda de Bernamir Nirando.
–Gracias–le dije en el único instante que tuvimos para volver a reagruparnos.
Barter Ríos estaba eufórico, mató a dos contrincantes lanzando poderosos tajes diagonales, por su barba corría la sangre de los hombres que había asesinado. De repente llegó un sujeto al cual yo había visto el día anterior.
–¿Pero que tenemos aquí? ¿Un grupito de penosos rebeldes? –las carcajadas del Pianista eran agudas y molestas.
–En nuestro anterior encuentro te escapaste, Pianista, espero que hoy no tengas tanta prisa–esta vez los que rieron fueron mis subordinados.
–Te puse una pequeña prueba, y por lo visto la superaste con creces… me fascina tu valentía, Octavio, pero no llegarás muy lejos…–la cara del Pianista se tornó tan seria que parecía un monstruo.
Los enemigos se abalanzaban hacia nosotros como las olas del mar embisten contra los arrecifes, Anastasia mostró inesperadamente su arco al cielo y un nutrido grupo de flechas impactaron a nuestros atacantes más lejanos. Bernamir se transformó en gigante y comenzó a escachar a los guerreros del Rey Demonio…
–¡Esto se está poniendo interesante! Tendré que intervenir–dijo el Pianista que se encontraba flotando en el aire.
Cuando Zapcoligo lanzó su primer ataque me vi obligado a activar mi poder; Inflamación. Las llamas que se desprendieron de mi espada deshicieron sin muchas dificultades sus ondas de viento.
–¡Déjame a mi este tipo! –bramó Barter Ríos.
Sin que me diera tiempo a darle una respuesta, el caballero que servía a mis órdenes dio un super salto de atleta olímpico y rozó con la espada al Pianista.
–¡Vaya, vaya! ¿Así que quieres pelea? –dijo Erlhuvinio al darse cuenta de que unas gotitas de sangre manaban de una herida en su rostro.
Barter aterrizó sin dificultades y se subió el visor de su armadura.
–Será un honor partirte los huesos, ser–dijo el caballero antes de volver a saltar a las alturas.
El Pianista esta vez no bajó la guardia y mandó a volar lejos a Barter Ríos con uno de sus poderes de viento.
–No eres rival para mí–dijo luego de ver como el caballero se alejaba más y más hacia el horizonte.
Bernamir agarró de improviso al Pianista con su mano de gigante y lo reventó sin preámbulo de ningún tipo.
–Estela, ¿tienes alguna magia para hacer regresar a Barter Ríos? –le pregunté a la hechicera de cabellos dorados.