Mefi y Mey estaban dentro de un departamento, sentados encima de un sofá viendo la tele. Estaba transmitiendo el noticiero, donde informaban sobre alguna rebelión o guerra que ocurrió en algún lejano país.
Mey evitó responder a la pregunta de Mefi. Lo único que hizo fue apagar el televisor, levantarse del sofá, ponerse una campera de cuero y dirigirse hacia la puerta que la llevaba fuera del departamento.
Y así, los dos extranjeros empezaron a recorrer la ciudad.
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Lucero encontró, entre sus cosas, una foto familiar en la que ella tenía seis años y se fue con sus padres a la estancia de una tía. Entonces, le vino en la memoria que, por la noche, se había despertado para ir al baño. Para eso, debía salir del dormitorio, cruzar el corredor que se encontraba afuera y entrar en el pequeño baño que se encontraba por detrás de la cabaña.
Durante el camino, entre los matorrales, le pareció ver algo que brillaba. Como toda niña curiosa, fue a ver lo que era y se encontró con una persona extraña. No era nadie que trabajara en la estancia, ni ninguna otra persona que había visto en su vida. Esa persona emitía un brillo propio, casi parecido a la luz de la luna. Estaba vestido de blanco y sus cabellos eran largos y de color verde.
El "ángel" la miró y le sonrió. Luego, le cantó una extraña canción, con palabras que Lucero nunca antes había escuchado. Y, sin embargo, le gustó. Sintió que era trasladada a otro mundo, donde podía volar y disfrutar de una eterna felicidad. Poco a poco, la canción la sumió en un profundo sueño y, cuando la canción terminó, se quedó dormida completamente.
Al despertar, se encontró en su cama y descubrió, con mucho pesar, que había mojado la cama.
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Kienya y Sharman lograron localizar a Uryan, solo que se llevaron la desagradable sorpresa de que Mijail lo encerró en su nave.
Uryan, al verlas, les explicó su situación y les preguntó si podían ayudarlo a liberarse.
Kienya y Sharman asumieron con la cabeza. Sharman se puso por delante y Kienya por detrás de la nave. ambas, al mismo tiempo, palparon la superficie y sintieron una gran descarga que dañaba sus partes materiales. Pero no se quejaron. Se concentraron en revertir ese choque energético y lograr una mínima apertura donde Uryan podría proyectarse al "mundo material".
Cuando lo lograron, Uryan se concentró, pensó en Solestelar y se proyectó al mundo donde residía. Cuando llegó, otra vez era de noche y se encontraba entre unas plantas largas, verdes y muy sólidas.
Frente a él, se encontraba Solestelar. Estaba despierta y lo miraba, sorprendida, como si nunca hubiese visto a alguien como él. Uryan, entonces, le advirtió del peligro en que se encontraba y ella también le dijo algo, en un idioma que no pudo identificar. Solo pudo entender una palabra: "ángel"
Solestelar se desmayó. No sabía si fue por las palabras de Uryan o por la impresión que le daba ver a un "incorpóreo". Uryan vio que un "material" se acercaba, por lo que decidió desaparecer para que no se asustara de su presencia.
Cuando regresó a su mundo, otra vez se encontró dentro de la nave de Mijail. Kienya y Sharman se habían desmayado. Se encontraban completamente lastimadas: sus partes materiales no soportaron la potente energía de la nave de Mijail.
Uryan también sintió que había gastado muchas energías al proyectarse. Por lo tanto, poco a poco perdió el conocimiento y, lo último que vio, fue que Mijail se manifestaba y se acercaba a él.
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Cintia y Manuel volvieron a encontrarse en el parque. Ambos se volvieron muy buenos amigos y Manuel, incluso, ya sabía ejecutar bastante bien la flauta gracias a la paciencia de Cintia.
En esos momentos, Manuel le comentaba a Cintia sobre lo nuevo que aprendió durante la semana. Cintia solo lo escuchaba y sonreía, recordándose que también había pasado por lo mismo en el primer grado.
Mefi y Mey también llegaron a la plaza y se sentaron en un banco. Cintia los miró de lejos y sintió que ya los conocía. Por lo tanto, se acercó para verlos mejor. Manuel la imitó.
Mefi y Mey se percataron de la presencia de los niños y los miraron fijamente. Enseguida, Manuel sintió un extraño miedo y se ocultó detrás de Cintia. Ella no se movió. Siguió ahí, mirándolos desafiante a esos extraños que no eran tan extraños del todo.
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reencarnación, seres de otros mundos, reencarnaciones y amistad
Editado: 19.11.2022