Solestelar abrió los ojos. Estaba frente a un lago negro. Poco a poco, le vinieron los recuerdos en su mente. Y hasta se dio cuenta de que Uryan, Speranwa y Mijail lograron residir en el mundo donde ella renació como un ser material.
De las aguas del lago salió Balzú, tal como era en su vida de negativo. Se acercó a Solestelar y, sin apartar la mirada, le dijo:
Solestelar no tuvo la oportunidad de conocer a los seres negativos, pero gracias a su mamá del mundo material, conocía la historia de que los ángeles engendraron con los humanos en el pasado y que esos ángeles, en realidad, eran extraterrestres. A medida que iba creciendo en el mundo material, tomó esas historias como meras fantasías. Y, sin embargo, Balzú estaba ahí, queriendo apoderarse de su alma, cuerpo y mente desde que ingresó a ese colegio como la profesora Lucero. Incluso sus amigos, que en esos momentos eran solo criaturas, conocían la historia. Y, en el fondo, sintió que ellos investigaron mucho sobre el tema antes de desaparecer en el mundo energético.
Balzú rodeó a Solestelar con sus brazos, sin darle posibilidades de escapar. Sin embargo, Solestelar no sintió miedo por él. Solo quería reencontrarse con sus amigos, saber si no fueron lastimados, si ellos aún se acordaban de ella.
Ante esos pensamientos, dio un empujón a Balzú y logró que éste lo soltara. Se elevó por los aires, al principio con dificultad, dado que hacia mucho que no volaba. Balzú saltó, pero algo lo estaba deteniendo. Miró hacia abajo y descubrió que una mano, que salía del lago, lo sujetaba fuertemente de un pie.
Dio un estirón y, para su sorpresa, descubrió que era Lucel. Ya no estaba en su envase corpóreo falso, sino con su verdadero aspecto: un hombre de cabellos blancos y ojos grises.
Solestelar bajó a tierra, pero se mantuvo a una distancia prudente. Primero observó a Balzú. Luego a Lucel. A ninguno los conocía, pero sabía quiénes eran en realidad. Lucel fue un "ángel" que engendró con los antiguos humanos y Balzú sería un descendiente de ese caótico cruce de energéticos con materiales. Recordó de nuevo aquellas historias, en que decían que "Dios inundó las tierras para acabar con todos los que osaron desafiarlo", así como también que "los ángeles liquidaron a los descendientes de los hijos de Dios con las hijas de los hombres". Esos descendientes la querían por su alma, pero no estaba segura de si podría ayudarlos.
Del lago salieron otros más. Eran Mijail, Speranwa y Uryan, tal como los recordaba. Los tres empezaron a observar a su alrededor. Solestelar fue corriendo directo hacia Uryan y lo abrazó. Uryan se emocionó tanto que empezó a llorar.
Speranwa y Mijail se acercaron. Empezaron a contarse las anécdotas y todo lo que vivieron tanto en sus vidas de energéticos como en sus vidas de materiales.
Balzú intentó soltarse de Lucel, pero Lucel era muy fuerte.
Lucel arrojó a Balzú al lago y fue directo hacia Mijail. Mijail, al percatarse del ataque de Lucel, logró esquivarlo.
Mijail lanzó un ataque a Lucel. Lucel hizo lo mismo. Ambos empezaron a batallar intensamente.
Balzú aprovechó y atrapó a Solestelar por la espalda. Speranwa intentó acercarse, pero Balzú le lanzó un ataque y Speranwa cayó al lago. Uryan entonces observó fijamente a Balzú, buscando algún punto donde atacar sin dañar a Solestelar.
Solestelar empezó a arder en llamas. Balzú la soltó de la sorpresa. Al fin Solestelar daba muestra de su gran poder, proveniente de una estrella, capaz no solo de abastecer de energía a un sistema solar, sino también de destruir todo lo que se encontraba a su paso.
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Editado: 19.11.2022