Un sentimiento de pena invadió su cuerpo.
Prudencio pensó que al ver a Boris sería en los cielos, de nuevo con él al igual que sus sueños.
Ahora que miraba bien a su antiguo ayudante, podía ver su cuerpo destruido, sus brazos, manos, pecho.... Boris estaba desapareciendo. Algo dentro de él comenzó a retumbar, como si las campanas del pensamiento de nuevo estén en sus oídos fastidiando.
—…
Los ángeles comenzaron a levantar a los espíritus y a irse. Ahora que quedaban pocos, se percató de los ruidos que había a su alrededor, eran las almas gritando por salir de allí.
Sacudió la cabeza, esta vez no se dejaría engañar, estaba seguro que ese alma llamado Boris no era él. Boris se sabe cuidar, Boris es más juguetón ¿verdad? —sus manos comenzaron a temblar.
Sacudió la cabeza, no importaba si era él, estaba seguro que Boris ya no lo quería ver y tampoco quería que sus acompañantes vieran su debilidad que con el tiempo aprendió a ocultarlo.
“¿Me ignoras así de fácil?” Boris apretaba su mano, “pensé que habías cambiado”.
Cada presente miraba a Boris, no querían levantar la voz y decirle la verdad, esperaban que se dé cuenta por sí solo.
Prudencio mantenía sus ojos fijos en las llamas, él con los demás ángeles preguntaban a las almas si querían volver a nacer o quedarse aquí. Prudencio no quería desviarse del tema, no quería ser perjudicado por otras personas, aunque ya no estaba bajo el mando de alguien, igual se sentía asustado, sentía que tarde o temprano pasaría por algo similar y esta vez no tendría perdón.
Los ángeles lo miraban con curiosidad, sabían el anhelo y lo que había causado Boris en su líder, pero no podían decir nada más que eso. Tenían que tener respeto por su líder, la persona que los ayudó a salir del infierno, la persona que los rescató de su muerte.
Ángel escuchó las palabras de Boris y de los demás ángeles.
—¿Estás en la obligación de quedarte?—Ángel había pasado por algo similar, ser rechazado es algo humillante.
Boris negó, todavía dañado por su aura.
—Entonces vámonos.
Boris no se movió, tenía dudas, sentía que algo estaba mal aunque hubiera normalidad en los sentimientos de Prudencio. Cuando alzó la mirada, se dio cuenta que ya no había nadie.
Solo estaban ellos tres y la gente que grababa el accidente.
Boris solo se dio la vuelta y como un perro triste se marchó junto a sus dos amigos.
—¿Por qué está así? ¿qué fue lo que escuchaste? —Félix susurró.
Ángel solo negó y le dio un beso en la cabeza:—No es nada importante
—¿No lo es? ¿entonces por qué está tan triste?
—Se encontró con un viejo amigo.
Félix no habló más, Ángel pasó una vez por lo mismo, pero no le afectó tanto como a Boris, solo se dejó llevar y no le prestó más atención.
Al llegar al palacio de los muertos, los ángeles vieron el apuro de Prudencio, suponieron lo que iba a hacer, así que lo dejaron.
El chisme corrió muy rápido a través de los niveles, La mayoría de pensamientos de ángeles estaba llena de las palabras Boris y Prudencio: aquellos que casi dejan caer a un espíritu, jamás olvidarían algo así, sin embargo, ¿Quienes eran ellos para interrumpir su amor? igual sería algo imposible, ser un alma tenía muchas limitaciones.
Prudencio sentía la mirada de todos, pero no le importó, solo dejó a algunos espíritus en aquel río para que en su próxima vida tengan una muerte menos triste
Prudencio no tenía a alguien de confianza de su nivel, todos le querían quitar su puesto, todos querían que le suceda algo para que ellos comandaran. Por eso su lejanía con algunos era notorio. Fue al primer nivel, Javier ya estaba terminando de explicar a algunos ayudantes su actitud frente al juez, así que no fue demasiada la espera.
Javier notó algo inusual en él, la sonrisa que Prudencio tenía la transmitió después de su agobiante día.
—¿Pasó algo?—Su pregunta fue con doble intención.
Prudencio sacudió la cabeza, no podía hablar de estas cosas en los cielos.
—Sígueme.
—¿A dónde quieres ir?
—No preguntes nada, solo sígueme.
Javier intentó varias veces leer los pensamientos de Prudencio, pero le fue imposible, así que solo se dejó llevar.
Como estaban en el primer nivel, les fue fácil llegar a la tierra. Prudencio no le diría en cualquier lado lo que pasó, primero irían al lugar donde se encontraron, tal vez podrían encontrarse de nuevo.
Lastimosamente no fue así, no había nadie a estas horas, solo estaban algunos fragmentos de los carros en la autopista.
—¿Ahora si me dirás lo que está pasando?—Javier insistió en que le dijera la verdad, tenía más trabajos que hacer.
—Fue aquí.—sonrió—Lo volví a ver, Javier.
“¿?”
—¡A Boris!—Toda la seriedad se fue de su rostro mostrando una alegría, sintió las ganas de saltar, de abrazar a Javier, pero logró controlarse.
Javier no había visto con esa actitud a Prudencio, jamás en los miles de años que lleva trabajando con él lo vio así.
—¿Qué?— tragó grueso, ahora entendía porque quería bajar a la tierra—¿es eso posible?
Prudencio asintió.
—¿Dónde está?
Prudencio hizo un gesto:—no sé.
Ambos tenían miedo, es mejor limitarse a esa conversación que ir a buscarlo, puede causar problemas o un destierro.
Esta vez Ángel y Félix fueron desechados de su propia casa, Boris quería pasar un tiempo solo para analizar lo que había pasado, las dos almas comprendieron dejándolo libre.
En su camino, se encontraron con dos ángeles, ahora que hay más accidentes, es notorio verlos, ellos tenían un brillo especial y no estaban sucios como las almas.
Felix se percató de algo, aquel ángel que estaba en ese parque tenía mucho parecido al hombre que ignoró a Boris.
No le importó tener poca vida, no le importó que los carros traspasaran su cuerpo y lo hicieran cenizas. Solo quería enfrentar a ese ángel que decidió ignorar a Boris, no quería que le pase lo mismo que le pasó a Ángel.