Camino Entre Ruedas

Capítulo 4: Caballos.

El 16 de agosto de 2009 es un día especial. Lo tengo marcado en mi calendario. Es el día en que Mikel me va a llevar a montar a caballo. Todavía no me lo creo, llego a pensar que es una broma. Siempre me han gustado los animales, pero los caballos generan en mí una sensación de alegría y pasión por ellos inimaginable. Mikel me dijo ayer que hoy íbamos a montar a caballo. Como dijo ''montar'' me reí y le dije: ''Bueno, a ver cómo montas tú.''. Estuvo convencido de que yo también me iba a subir a un caballo. No se si se había olvidado, pero sigo sin poder caminar. Cada mes, durante un fin de semana, Mikel me lleva a un pequeño hostal cercano a un hipódromo. Sabe que me anima y por eso se propuso eso como ''fiesta'' del mes. Nos solemos hacer millones de fotos al lado de los caballos, los ponis y los mini-ponis. Mi padre está preparando mi bolsa con todo lo necesario: Agua, comida, vendas por si acaso me ocurre algo, el saco de dormir, ya que no se fía del hostal y piensa que pueden haber monstruos debajo de la cama, un par de cartas para pasar el tiempo, dos libros nuevos que me compra él y unas tres cartas donde pone lo mucho que me va a echar de menos en el fin de semana y lo mucho que me quiere.

-Bueno, cariño, todo está listo. Aquí tu mochilita. Llevas todo lo necesario.-me dice mi padre con tono cariñoso.

-Gracias, ya estoy lista. ¿Me hago trenzas o una coleta?

-De las dos maneras estás guapa, pero, como vas a ver caballos, qué te parece una coleta de caballo?-dice de manera ingeniosa.

-Vaya, qué gracioso. Pero, no te lo niego, es muy buena idea.-le sonrío.

-Espera, te la hago yo, verás que soy un peluquero perfecto y queda preciosa.

El resultado fue que quedó demasiado a la derecha. Lo volvió a intentar y volvió a quedar de la misma manera. A la tercera ya se veía preciosa como él decía. Mi coleta estaba alta y me gustaba mucho como se veía.

-Gracias papá, eres el mejor peluquero de toda Urda.-le digo graciosamente.

-Ni que lo dudases, pequeña-se ríe.

Suena el timbre y como siempre al abrir, el rostro blanco de Mikel se asoma por el visillo hasta llegar a mis ojos. Iba vestido con una camiseta de tirantes negra y unos vaqueros militares. La verdad, me sonrojé al verle vestido de esa manera.

-Buenos días rubita, ¿Lista para ver a nuestros bebés?

-Por supuesto. Veo que vas muy...muy aventurero.-le digo irónicamente.

-Tu también estás guapa, gracias-me dice chistoso.

-Bueno, Mikel, aquí te dejo a la segunda aventurera del viaje, pasadlo bien. Cuando volváis me enseñáis esas fotos tan bonitas. Arroparos bien que hará mucho frío por la noche y no dejéis que un caballo os coma la camiseta. Lo sé por propia experiencia.

Nos preparamos para ir hacia el autobús. Es por la mañana, por lo que el amanecer estaba asomando ya. Me gusta contemplar los colores anaranjados en el cielo rozando con las nubles y creando un conjunto hermoso.

-Mira qué cielo, es precioso, ¿a que sí?

-Me encanta. Hazle una foto.

Para mi silla, se pone a mi altura, saca la cámara y toma la foto. Después de hacerla, me pasa a mí la cámara.

-Toma, haz tú también una foto.-me dice.

-Gracias.-digo tímidamente.

Cuando llegamos al autobús, nos preparamos para pasar dos horas en él, por lo que Mikel a parte de cogerme en brazos, coge una bolsa azul.

-¿Qué llevas en esa bolsa?

-Pues, cosas, para entretenernos las dos horas.

Nosotros no dormimos una vez que nos despertamos. Desde pequeños cogimos esa costumbre de estar jugando y aprovechando el día y a las nueve de la noche estar dormidos ya como troncos.

-Vaya, ¿llevas revistas de famoseo?

-Por supuesto, seguro que hay algo que te interese eh...como...

-Sh, no lo digas-le miro mientras pongo mi mano en su boca.

Mikel iba a decir Crepúsculo. Me da vergüenza que se diga esa palabra en público. Es algo antiguo. Y mucha gente puede criticar por eso. Nos colocamos en el asiento. Como siempre. Yo ventana y él pasillo. Me siento a gusto de pasar el día con Mikel. Sé que estoy todos los días con él, porque básicamente me lleva al colegio, me ayuda en clase, me ayuda a volver a casa...y así todos los días, pero, hoy es especial. No está la gente del instituto. Es todo más tranquilo. Los dos podemos liberarnos completamente.

-¿Qué quieres ver?-me mira esperando una respuesta bastante obvia.

-No voy a ver Crepúsculo ahora.

-No me sorprende para nada esa respuesta, ¿quieres escuchar música?

-Claro, pon la canción que tú quieras.

Coge su mochila. Cuando la abre la veo repleta de revistas sobre moda, actualidad, algún que otro cómic y lo que no debe faltar nunca, Crepúsculo. De entre todo ese lío consigue sacar el MP3. Lo enciende y empieza a sonar una canción que conquista mi mente desde el primer segundo de sonido.

-Se llama ''It's a heartache''. Es bastante vieja.

-Me gusta, la voz es muy bonita.-le digo mientras me relajo.

-Es mi canción favorita.

-¿Por qué? Es de amor, pero no ese amor tan alegre.




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